Se trata de un depósito con capacidad para albergar 100 metros cúbicos de residuos orgánicos, realizado con aportes nacionales, provinciales y municipales.
 
Según estiman los encargados de la obra, el espacio podrá contener los residuos domiciliarios de la Capital durante los próximos 25 años y va a recibir además residuos de las localidades de Chumbicha, Huillapima y Valle Viejo.
 
Tiene 150 metros de largo por 75 de ancho, con una profundidad de 7,5 metros, y será la primera fosa para el tratamiento controlado de deposición final de la basura del Noroeste.
 
“La superficie de la fosa está recubierta de una geomembrana de espesor de 50 micrones, lo cual garantiza la estanqueidad de la superficie, evitando así la migración de los contaminantes al suelo”, explicó el secretario de Servicios Públicos, Juan Contreras.
 
Cuenta con un sistema de drenaje para el lixiviado que se genera por la descomposición de la basura y con un sistema de venteo para la expulsión de los gases desde el interior de la basura hacia el exterior.
 
“Es un adelanto fundamental para el tratamiento de los residuos sólidos urbanos de la ciudad, apostamos así al concepto de un municipio sustentable. No sólo hemos trabajado en la tecnificación de la recolección del servicio de recolección sino también en su tratamiento para la deposición final”, aseguró Contreras.