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SALUD
19 de julio de 2015
Estrategias para frenar la obesidad infantil, ya que niños y adolescentes duplicaron el consumo de calorías. Por Jane E. Brody - New York Times.
Disculpen la frase trillada, pero ocurre que es particularmente apropiada en este caso: al intentar controlar la epidemia de obesidad de EE.UU, una onza (unos 28 mg) de prevención vale considerablemente más de una libra (453 gramos) según los hallazgos de un proyecto de investigación a lo largo de cinco años.
Varias estrategias populares no solo pueden ayudarles a los niños a alcanzar y mantener un peso normal -y en el futuro reducir la obesidad- sino también pueden ahorrarle muchos dólares al país en cuidado de salud. Y, en pocos casos, generar ingresos para respaldar campañas ulteriores de control de peso.
Hace tiempo que legisladores, escuelas, expertos estratégicos y padres de familia deberían haber lidiado con más efectividad en uno de los problemas más costosos del cuidado de salud en EE.UU: la obesidad infantil.
En el ínterin, padres de familia y otros adultos que influyen sobre los jóvenes pueden adoptar probadas técnicas que mantienen a los niños con mayores probabilidades de seguir delgados y saludables, y extender esos beneficios hasta la adultez.
Cuatro enfoques
El proyecto -cuyos primeros resultados fueron publicados en la Revista Estadounidense de Medicina Preventiva- se llama “Estudio de rentabilidad de la obesidad infantil”. Investigó los costos y beneficios de cuatro enfoques posibles para reducir la obesidad infantil: aplicar un impuesto específico a bebidas azucaradas; ponerle fin a la desgravación por realizar anuncios en televisión infantil; incrementar de moderada a vigorosa la actividad física en escuelas; y fomentar hábitos más saludables en ambientes preescolares.
Como pudiera esperarse, estos enfoques varían tanto en sus costos para implementarlos como en los efectos sobre el peso de los niños. Un equipo de expertos investigadores de la Facultad de Salud Pública de Harvard, la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, la Facultad de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, la Universidad Deakin en Melbourne y la Universidad de Queensland, hicieron modelos de las intervenciones preventivas como si se aplicaran a niños a lo largo de EE.UU en 2015.
Los resultados estimados de beneficios sobre el peso de los menores (y por consiguiente de su salud) y el costo de ponerlo en marcha se fundamentan en veintenas de estudios controlados en diversos ambientes.
Dos medidas positivas
Si bien cada enfoque puede tener efecto positivo, dos sobresalieron como los de mayores probabilidades de reducir el índice de masa corporal de los niños, también conocido como IMC, por el menor costo y mayores dividendos sobre la inversión: un impuesto específico para las bebidas endulzadas con azúcar y la eliminación del subsidio fiscal a publicidad en TV para niños.
Por cada unidad de IMC reducido por persona durante los primeros dos años, el cambio de anuncio de TV costaría 1.16 dólares por persona, pero también generaría alrededor de 80 millones de dólares al año y ahorraría 343 millones de dólares en costos del cuidado de salud para EE.UU a lo largo de una década. Instituir un impuesto de un centavo de dólar por onza (30 mililitros) a bebidas endulzadas con azúcar costaría 3.16 centavos por unidad de IMC reducido, pero ahorraría una suma estimada en 23,200 millones de dólares a lo largo de 10 años y traería 12,500 millones de dólares al año a todo el país.
Los niños y adultos estadounidenses consumen “el doble de calorías derivadas de bebidas azucaradas que hace 30 años’’, notaron Michael W. Long, de Harvard, y los coautores del proyecto. Y agregaron que las bebidas han sido vinculadas con aumento de peso, diabetes y enfermedad cardiovascular.
Ciertamente ya se ha logrado progreso para limitar el acceso de los niños a bebidas azucaradas. Muchas escuelas han prohibido ese tipo de bebidas, en tanto diversas cadenas de restaurantes las han sacado de menús infantiles, incluyendo McDonald’s, Burger King, Wendy’s, Dairy Queen, Panera, Subway y Chipotle, con base en el Centro de Ciencia en el Interés Público, grupo de activismo del sector salud sin fines lucrativos.
Igual que con el tabaco
El mes pasado, Davis, California, aprobó una ordenanza que obliga a que las opciones por default sean solo leche y agua para comidas de niños ofrecidas en restaurantes (aunque los padres pueden solicitar refresco, si se desea). Lenta pero seguramente, a las bebidas azucaradas pudiera esperarles la suerte de los cigarrillos: prohibidos en la mayoría de los lugares públicos.
Es también cierto que la tasa de obesidad entre niños pequeños se ha estabilizado en fechas recientes. Sin embargo, Steven L. Gortmaker, de Harvard, y el líder del proyecto, dijo: “La tasa ha llegado a niveles históricamente altos y solo para niños de 2 a 5 años de edad. Sigue aumentando para niños mayores’’.
El mejor momento para intervenir -enfatizó- es cuando los niños son pequeños y con pequeños cambios: una brecha de energía de unas 30 calorías al día puede tener gran efecto. En cambio, reducir el IMC de un adulto es mucho más desafiante, ya que requiere un déficit sostenido de alrededor de 500 calorías al día. “Pero lo mejor es prevenir la obesidad infantil porque sienta las bases para reducir la obesidad entre adultos en el futuro’’, remarcó Gortmaker.
Menos tiempo frente a la pantalla puede afectar el IMC de dos formas: los niños estarán expuestos a menos anuncios de golosinas y otros alimentos de alto contenido calórico y bajo en nutrientes (está demostrado que tal hábito aumenta el consumo de ese tipo de alimentos). Los niños que pasan menos tiempo con aparatos electrónicos tienen más tiempo para actividad física.
Mucho más costoso sería aumentar la actividad física de moderada a vigorosa en las escuelas: “El IMC podría reducirse después de dos años a un costo de 401 dólares por unidad de IMC por persona’’, indicó la investigación. El aumento de la actividad física en escuelas es caro porque se necesitan instructores mejores entrenados e instalaciones. “Pero, además de reducir el IMC, esto también beneficiaría la salud física y mental de los niños, su función cognitiva y su capacidad para concentrarse en clase”, escribieronJessica L. Barrett de Harvard y sus coautores.
“Muchos niños estadounidenses no cumplen con las recomendaciones de actividad física’’ informaron.
Menos caro y quizá más efectivo a largo plazo sería modificar en EE.UU las reglas para bebidas azucaradas, la actividad física y el tiempo frente a la pantalla en guarderías infantiles, concluyeron Davene R. Wright de la Universidad de Washington y los coautores. Esto costaría 57,80 dólares por unidad de IMC evitada el primer año, pero en 10 años ahorraría 51,6 millones de dólares en la atención de salud.
En una entrevista, Gortmaker observó: “los bocadillos son un gran problema. Los comerciantes hicieron que fuera normal comer a cada rato: los bebés siempre están comiendo algo, y los padres van a los partidos de fútbol infantil con toneladas de comida chatarra y bebidas dulces’’.