La preocupante escalada que tuvo en la última semana la moneda norteamericana que atravesó la barrera de los 40 pesos, no solo impacta en la vida económica de una sociedad, que debe hacer frente a los incrementos en los precios que esta “suba” trae aparejado en todo lo que se consume. 
Prensas oficiales de la Policía de la Provincia que se remiten a los medios de Comunicación daban cuenta del “arresto” de una persona por hurtar o robar algún elemento de las góndolas de un supermercado, esta información se volvió casi habitual en las últimas semanas.

 
Un funcionario policial consultado al respeto señaló que “en casi todos los casos se trata de mujeres, quienes movilizadas por la falta de dinero y el no tener que darles de comer a sus hijos, porque esto es lo que nos dicen cuando la llevamos a la comisarías o le preguntamos el porqué de ese accionar, toman mercadería que ocultan entre sus ropas y hasta en los cochecitos de los bebés y salen, o mejor dicho, intentan salir del supermercado sin abonarlas”. Es claro, agrega el uniformado que “estas mujeres roban o  hurtan por necesidad. Por hambre. Pero eso no deja de ser un delito y nuestra función es acudir al llamado del personal de seguridad del súper, quienes las descubren antes de que ganen la calle. Cuando nosotros llegamos, esta persona está en una habitación con la mercadería en la mano. Se trata de fideos, yerba, azúcar y hasta carne, que son de nuevo repuestas en las góndolas. 

¿Hurto, robo o hambre? Sería el interrogante que se plantean los funcionarios quienes si bien inician la investigan penal preparatoria, es decir, la investigación del hecho a partir de la denuncia o de actuaciones de oficio dependiendo del delito del que se trate, con la finalidad de arribar a la verdad, estas personas no permanecen más de veinticuatro horas privadas de la libertad, “cayendo” nuevamente al poco tiempo, pero ya en otro supermercado.

FUENTE LA UNION