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SALUD
27 de septiembre de 2016
Realizar actividad física, comer saludable, no fumar y controlar la presión arterial son conductas para cuidar el corazón que la población conoce pero que, sin embargo, no practica debido a la dificultad que implica cambiar hábitos, a la influencia del entorno socieconómico y a la falta de conciencia de la propia vulnerabilidad, coincidieron especialistas con motivo de celebrarse el jueves el Día Mundial del Corazón
"Existe una amplia difusión acerca de cómo cuidar nuestra salud cardiovascular y, sin embargo, los factores de riesgo siguen presentes e incluso aumentan, y esto se debe a que es muy difícil el cambio de hábitos en la población, no sólo en Argentina, sino en todo el mundo", indicó a Télam Claudio Hugo Domínguez, jefe de Cardiología Clínica del Hospital de Clínicas de la UBA.
El especialista apuntó, además, "al contexto socioeconómico", ya que "para una familia cuyos padres trabajan muchas horas y no pueden organizarse, el consumo de frutas, verduras y carnes magras como pescado es más caro y lleva más tiempo de preparación que, por ejemplo, los hidratos de carbono".
La enfermedad cardiovascular representa en la Argentina la principal causa de morbimortalidad, al igual que en el resto del mundo, con una tasa estimada de mortalidad de 227,4 cada 100.000 habitantes, lo que representa el 30% de la mortalidad total.
Según la Organización Mundial de la Salud, el 80 por ciento de los infartos de miocardio y de los accidentes cerebrovasculares prematuros son prevenibles.
Según la última la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, realizada en Argentina en 2013, el 34,1% de la población es hipertensa y el 25,1% fuma; en tanto 57,9% presenta sobrepeso y obesidad (cifra que se incrementó casi ocho puntos porcentuales desde 2005), y un 9,8% es diabética (1,2% más que en 2005).
"La mayoría de los factores de riesgo están vinculados al estilo de vida, ésta es la principal dificultad para la prevención", coincidió por su parte el médico cardiólogo Alejandro Deviggiano del centro Diagnóstico Maipú.
Y añadió que "también existen disparadores como el estrés, que hace que el sistema nervioso libere más hormonas, principalmente adrenalina, las que a su vez aumentan la presión arterial y la frecuencia cardíaca, y por lo tanto aumenta el consumo de oxígeno del corazón".
"Pero, además, el estrés puede contribuir a otros factores de riesgo. Por ejemplo, una persona que sufre de estrés puede comer más de lo que debe para reconfortarse, lo que se relaciona con el aumento de peso y el colesterol. Puede comenzar a fumar, o hacerlo más de lo habitual", manifestó el especialista.
La realidad socieconómica también es un factor a tener en cuenta. "Entre fines de 2001 y mediados de 2002 la prevalencia de infartos aumentó considerablemente en el Hospital Santojanni", recordó Deviggiano quien en ese momento realizaba su residencia en cardiología.
La creencia de que "no me va a pasar a mi" es otra de las causas que ambos especialistas destacaron como falta de motor para cuidarse. "La mayoría de los pacientes llegan a la consulta cuando ya tuvieron algún evento cardíaco, no para hacer prevención", describió Domínguez.
Añadió que "también hay un mito en relación a que 'si es poco no daña', por ejemplo, si me fumo poco, si tengo pocos kilos de más, etc. Y esto es falso porque fumar ya es una conducta de riesgo, independientemente de la cantidad".
Para el año 2025 la OMS junto a la Federación Mundial del Corazón (World Heart Federation -WHF) promovieron la iniciativa 25x25, que propone la reducción de un 25% de la mortalidad prematura "por enfermedades cardiovasculares".
En el país, la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y su brazo a la comunidad, la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), junto al Ministerio de Salud de la Nación adhirieron a la iniciativa 25x25 y se comprometieron a realizar durante el año actividades de concientización, intervención y monitoreo, para reducir la morbimortalidad por enfermedad cardiovascular.
Finalmente, y aunque ya es conocido, los especialistas recordaron los pilares para una buena salud cardiovascular.
"Comer saludable implica aumentar el consumo de frutas y verduras, cereales, carnes magras y pescados y reducir la ingesta de grasas animales, harinas y sal", indicó Deviggiano.
Y continuó: "También es fundamental tratar de hacer actividad física en la vida cotidiana, por ejemplo, subir por las escaleras en vez de utilizar el ascensor, y si se va a trabajar en transportes públicos, bajarse una o dos estaciones previas para hacer el resto del camino a pie".
"En este contexto, una de las claves pensando en el futuro es la educación de estos hábitos a temprana edad, si formamos a los niños con esta conciencia lograremos generaciones con menos enfermedad cardiovascular", concluyó Domínguez.