Sábado 20 de Abril de 2024

CULTURA

8 de marzo de 2016

La Lorenza Sola ganó el #MujeresDeCatamarca

Segundo lugar quedó la joven psicóloga María de los Ángeles Aguirre, fundadora y directora de Corazones Azules.-
La tercera mujer más votada, entre las 18 postuladas, es Doña Serafina de Moya, de 87 años, oriunda de Los Varela.-

#MujeresDeCatamarca fue un concurso impulsado por la Secretaría de Cultura de la Provincia justamente con la idea de hacer visibles, y de esa forma reconocer, la labor de mujeres de Catamarca que, muchas veces de forma silenciosa, desarrollan o desarrollaron una gran labor a favor de sus comunidades o que, por sus historias, son ejemplos que puedan inspiran a otras personas.

Las postulaciones al concurso fueron realizadas por terceros –personas o instituciones- durante dos semanas, hasta el 28 de febrero. A partir de allí, en la página oficial de Facebook de la Secretaría de Cultura – Cultura Catamarca- se publicó un álbum con las historias (imágenes y biografías) de las 18 mujeres postuladas al reconocimiento.

Tres mujeres de distintos puntos de la geografía provincial, con ricas y diversas historias en sus espaldas, resultaron las más votadas en el concurso “Mujeres de Catamarca. Historias que Inspiran”, que la Secretaría de Cultura de la Provincia impulsó a través de la red social de Facebook.

Lorenza Mamaní, conocida como La Lorenza Sola, una mujer de más de 90 años que aún vive con la sola compañía de sus llamas en un puesto de la cordillerana tinogasteña arrasó en la votación popular en las redes y es la primera mujer ganadora del concurso.

En segundo lugar quedó la joven psicóloga María de los Ángeles Aguirre, fundadora y directora de Corazones Azules, un centro terapéutico y educativo para chicos con autismo que funciona en la localidad de San Antonio, Fray Mamerto Esquiú.

Y la tercera mujer más votada, entre las 18 postuladas, es Doña Serafina de Moya, de 87 años, oriunda de Los Varela, donde vivió siempre prestando servicio a sus vecinos, rezando, curándolos, asistiéndolos en los espiritual y en lo material y hasta dando cátedra –con su memoria prodigiosa- de la historia del pueblo.

Las postulaciones al concurso fueron realizadas por terceros –personas o instituciones- durante dos semanas, hasta el 28 de febrero. A partir de allí, en la página oficial de Facebook de la Secretaría de Cultura – Cultura Catamarca- se publicó un álbum con las historias (imágenes y biografías) de las 18 mujeres postuladas al reconocimiento.

Desde el 29 de febrero y hasta el lunes 7 de abril a la medianoche la gente pudo votar –colocando Me Gusta- a las mujeres que consideraran más merecedoras de esta distinción. Hasta ese momento se tuvieron en cuenta los votos emitidos por los usuarios de Facebook que dieron como resultado lo siguiente: Lorenza Mamaní (2.746 votos), María de los Ángeles Aguirre (792 votos) y Serafina de Moya (614 votos).

Además de hacer visibles las historias de las mujeres ganadoras del concurso, desde la Secretaría de Cultura se les realizará un homenaje y un reconocimiento, posiblemente en sus lugares de origen, cuya concreción se comunicará oportunamente.

 

Lorenza, la última diaguita

 

“Lorenza Mamaní, la última Diaguita, más conocida como la Lorenza Sola. Ella vive en pleno corazón de la cordillera de San Buenaventura, al norte de Fiambalá, tiene más de 90 años y toda su vida vivió en compañía de sus animales, las llamas, sobreviviendo a los crudos climas de la cordillera en la más absoluta soledad”, dice el texto con el que Walter Bustamante, otro fiambalense de gran corazón, postuló a Lorenza por saberla merecedora de un reconocimiento como el de #MujeresDeCatamarca.

Su historia ya había conmovido a los catamarqueños y al país allá por 2008 y 2009, cuando un canal de televisión nacional hizo la travesía de visitarla y contar la historia de esta leyenda de los Andes. Hasta se escribió una zamba en su honor.

Walter, junto a un grupo de amigos, la visita al menos una vez al año. Para eso debe llegar hasta Río Grande, otro paraje de unas pocas familias ubicado a 14 km de Tatón y al que recién hace unos pocos años se puede acceder en vehículo. Desde allí –cuenta Walter- hay que andar entre 12 y 15 horas a lomo de mula para llegar al paraje Vallecito, donde nace el Río Grande, a 4.200 metros de altura.

Allí se preserva del mundo Doña Lorenza y una veintena de llamas que son su única compañía en esas inmensidades. La última visita de Walter a Lorenza fue en Navidad. Brindaron juntos y comieron carne de charqui, único menú posible en esas latitudes.

 

María de los Ángeles Aguirre, profesional con vocación de servicio

 

María de los Ángeles Aguirre es una joven psicóloga catamarqueña que, tras obtener el título en Córdoba, realizó una pasantía en Estados Unidos, donde se especializó en trastornos vinculados al espectro autista.

Ya en Catamarca y tras estar trabajando en consultorios particulares, diseñó, fundó y dirige –desde febrero de 2015- el centro terapéutico y educativo “Corazones Azules”, que trabaja por la integración social y educativa de chicos con autismo y otras patologías similares.

María fue postulada por Ana Santisteban al concurso #MujeresDeCatamarca. Aunque no las une ningún vínculo en especial, Ana quiso destacar el trabajo que María realiza en este centro, ubicado en San Antonio, FME, donde alrededor de 60 niños y adolescentes asisten.

María contó que la intención fue abrir un centro donde la problemática se pudiera abordar de modo integral y desde una misma línea teórica, y evitar que los chicos tuvieran que ir de consultorio en consultorio visitando a los distintos especialistas.

El centro realiza además un abordaje personalizado y que pretende ser un refuerzo de la educación escolar formal, por eso mantienen un vínculo estrecho con las escuelas a las que asisten sus pacientes.

Su padre –a quien agradeció- le aportó los recursos para construir el centro donde trabajan y colaboran más 12 personas, entre psicólogos, psicopedagogos, fonoaudióloga, nutricionista, entrenador físico, maestras especiales y personas que ayudan al mantenimiento del lugar.

María agradeció también a los padres de los chicos, por la confianza y el aporte para dar continuidad a este espacio que, por la cantidad de chicos a los que hoy contiene, demuestra que era necesario en la provincia.

 

Doña Serafina de Moya, una institución de Los Varela

 

De Los Varela, en el departamento Ambato, Doña Serafina Arias de Moya es una institución en el pueblo. Con 87 años, guarda en su memoria gran parte de la historia del lugar, por haberla vivido y por lo que sus ancestros le contaron.

Postulada por su familia, Doña Serafina fue la tercera mujer más votada en el concurso #MujeresDeCatamarca.

Su hija Cristina y su nieta Valeria contaron algunas de las razones por las que Serafina es especial. Criada por sus tías de forma muy humilde, tuvo y aún tiene una gran vocación de servicio, que se manifiesta en la fe, pero también en la solidaridad, en el cobijo a los necesitados y en la ayuda a los enfermos, a quienes recetaba yuyos con propiedades curativas y en algunos casos asistía con medicamentos que médicos que sabían de su sabiduría le hacían llegar para que ella los distribuyera en el pueblo.

“Ella siempre tuvo su vocación de enfermera,  pero nunca tuvo la oportunidad de hacer un curso. Sin embargo la gente confiaba en ella y aun cuando abrió el mini hospital y había enfermeras allí, la gente seguía acudiendo a ella”.

Dicen que cuando era más joven recorría los pueblos aledaños a lomo de mula y hasta se quedaba en la casa de los enfermos para ponerles inyecciones y atenderlos en sus necesidades.

Su casa siempre fue una casa de puertas abiertas, donde supo albergar a niños que, desde puestos cercanos, necesitaban un lugar donde estar para poder asistir a la escuela.

Muy religiosa, toda la gente de Los Varela la busca para rezar el rosario de las almas cuando se produce un fallecimiento, una tradición de fe que heredó de sus tías y que ella sigue ofreciendo a quien se lo solicita.

Hoy tiene algunos problemas de movilidad por una artrosis que afecta sus huesos, pero –dice su familia- sigue con el mismo sentido del humor y la misma vocación de servicio con la que supo ganarse el afecto de todo el pueblo de Los Varela.

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