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SALUD
7 de octubre de 2015
¿Una opción? Pastas con ensalada de hojas verdes y, para beber, té verde. Las bebidas calientes ayudan a digerir mejor las grasas que se consumen en las comidas, a diferencia de las frías, que hacen que las grasas se “solidifiquen” y asienten en las paredes del aparato digestivo.
El té verde resulta mucho más acertado para acompañar una comida que una gaseosa. ¿Por qué? Las bebidas calientes ayudan a digerir mejor las grasas que se consumen en las comidas, a diferencia de las bebidas frías, que hacen que las grasas se “solidifiquen” y asienten en las paredes del aparato digestivo.
En los alimentos hay muchos tipos de grasas: grasas vegetales (como las que contienen la palta, las frutas secas, las semillas de lino, de sésamo o de chía) o grasas animales, que están contenidas en la leche, la yema del huevo, la carne vacuna, ovina, porcina y el pescado. Hay grasas líquidas como los aceites, la grasa de la leche y de la yema del huevo y grasas sólidas, como la del asado, la manteca o las achuras.
Las grasas son buenas y necesarias para el cuerpo. Sus funciones principales son la reserva de energía para los tiempos en que no se pueda alimentar el organismo. Si bien forman parte de la estructura de todas las células, en mayor medida conforman la estructura del cerebro y son esenciales para generar sustancias en el organismo como la vitamina D, las hormonas sexuales (femeninas y masculinas) y las prostaglandinas, que son moléculas antiinflamatorias y necesarias para el sistema inmunológico. También hay grasas “esenciales” que el cuerpo debe incorporar de los alimentos porque no las puede sintetizar, como son los ácidos grasos omega 3 y omega 6.
¿Por qué hay diferentes “tipos” de grasas?
Las diferencias de las grasas están dadas por distintas estructuras moleculares. La grasa está formada por carbono, hidrógeno y oxígeno y, según el número de cada uno de ellos, tendrá diferentes comportamientos. Por ejemplo, la grasa de la leche es líquida debido a que es una molécula pequeña y se puede diluir en el agua a temperatura ambiente.
Hoy sabemos que la grasa es más nociva para el cuerpo si es sólida a temperatura ambiente (como la grasa del asado, la margarina, el salame, el chorizo, etc.), ya que estas grasas tienen moléculas grandes y rígidas, por lo que son más difíciles de diluir en el agua.
Las grasas líquidas tienen moléculas flexibles, como el aceite de oliva o girasol y la razón de esto son las diferentes cantidades de hidrógenos que poseen.
Los conocidos ácidos grasos omega 3 y omega 6 se denominan así por tener un hidrógeno de menos (en el lugar 3 ó 6 contando desde el último átomo de la cadena, o sea del carbono omega). Los argentinos, y la mayoría de la población occidental, consumen excesivas cantidades de omega 6. Los orientales, en cambio, tienen una alimentación rica en omega 3. La razón es porque los occidentales son pueblos carnívoros y acostumbrados a cocinar frituras.
También los pueblos esquimales son grandes consumidores de omega 3, dado que consumen todo tipo de productos de mar (pescados, foca, ballena, lobo marino, mariscos). Está demostrado que estos pueblos no padecen de infarto cardíaco ni de accidente cerebrovascular. Por el contrario, tienen riesgo de tener hematomas cerebrales, dada la baja coagulación de la sangre por exceso de omega 3.
Es muy saludable tener la costumbre de comer aceite de oliva, girasol, lino o chía crudo, por ejemplo, colocándolo sobre las verduras cocidas o crudas y también sobre las carnes ya cocidas. Si el plato que se condimenta con aceites crudos se acompaña con un té de hierbas tibio a 37ºC o más mejora la digestión y absorción de estos aceites.
¿Qué conviene tomar?
Comer las comidas con bebidas frías “solidifica”, en contrapartida de lo que ocurre al comer con bebidas calientes, que diluyen, disuelven, licuan. Es porque las bebidas calientes ayudan a digerir las grasas que se consumen en las comidas, sobre todo, el té verde. Las bebidas frías hacen que las grasas se asienten en las paredes del aparato digestivo y ayuda a engordar.
Así, beber una taza de té caliente o aguas aromáticas, como manzanilla, canela y anís e, incluso, una taza de café junto a las dos comidas principales le permitirá al sistema digestivo procesar de manera mucho más eficiente las grasas presentes en los alimentos, lo que con el tiempo se verá reflejado en la pérdida progresiva de peso corporal.
Por otro lado, cuando acompañamos las comidas con bebidas es saludable tomarlas a temperatura ambiente, llegando a los 30º o más.
Así, si deseás tomar una bebida helada, será mejor hacerlo lejos de las comidas, y a modo de un gusto personal, pero sabé que, incluso en casos de insolación, el cuerpo necesita líquidos a temperaturas menores a 37º, pero no necesariamente heladas.
Doctora María Alejandra Rodríguez Zía, médica clínica y endocrinóloga (UBA).