Jueves 18 de Abril de 2024

NACIONALES

27 de noviembre de 2019

El Senado debate el pedido de licencia de José Alperovich tras ser denunciado por abuso

Luego de que su sobrina lo denunciara por abuso sexual, el exgobernador de Tucumán optó por enviarle una carta a Gabriela Michetti para comunicarle que pediría licencia.

Luego de que su sobrina lo denunciara por abusos sexuales, este miércoles la Cámara de Senadores de la Nación tratará el pedido de licencia que solicitó el legislador tucumano, José Alperovich.

El exgobernador de Tucumán presentó el pedido el pasado lunes, aunque no lo firmó, por lo que en la Cámara alta se espera que hoy por la mañana ingrese un documento ratificatorio para que sea aprobado en la sesión que se llevara a cabo por la tarde.


Se trata de un pedido de licencia por tiempo indeterminado y sin goce de sueldo mientras la Justicia avanza en la investigación.

 

Si bien en un primer momento Alperovich se resistió a suspender su trabajo legislativo, integrantes del Frente de Todos como Felipe Solá y Victoria Donda manifestaron que debía emitir el pedido de licencia.


Alperovich fue denunciado por abusos ocurridos entre el 2017 y 2019 mientras su sobrina -la denunciante- se desempeñaba como su asistente.

Según contó la víctima, de 29 años, las violaciones habrían sucedido en Buenos Aires y en Tucumán por lo que la denuncia fue emitida tanto en la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM), en la Ciudad de Buenos Aires, como en los Tribunales penales de Tucumán.

Además la denunciante difundió una carta abierta en la que refleja las aberrantes situaciones a las que la habría sometido su “tío segundo y jefe”, José Alperovich.

“Fui violentada sexual, física y psicológicamente desde diciembre del 2017 hasta mayo de 2019. Durante un año y medio sufrí violaciones a mi integridad física y sexual. El avasallamiento fue demoledor. Tanto que ni siquiera pude ponerlo en palabras. Él oscilaba libre y cómodamente en los tres escenarios ante los que me posicionaba: el familiar, el laboral y el del horror de la intimidad que me forzaba a vivir con él”.

 

“No quería que me besara. Lo hacía igual. No quería que me manoseara. Lo hacía igual. No quería que me penetrara. Lo hacía igual. Inmovilizada y paralizada, mirando las habitaciones, esperando que todo termine, que el tiempo corra. Ya saldría de ahí y estaría en mi casa, ya habría más gente alrededor, ya el disimulo y el trabajo lo iban a alejar de mí. Ya se cansaría de mí, de que no quiera, de que sea ‘asexuada’ como me llamaba. Pero su fijación no cesaba, durante mucho tiempo quiso más y más seguido, con más ganas, con más fuerza, con más violencia por mi resistencia”, describió la joven de 29 años.

“Estoy acá contando lo que viví por mi seguridad pero también para que otras mujeres se animen a hablar. Esto no me mató, me puedo proclamar y me puedo defender. Me puedo recuperar, me puedo cuidar, me puedo elegir. Hoy elijo no callarme nunca más”, concluyó.

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