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POLITICA
25 de mayo de 2015
“LA ARGENTINA QUE QUEREMOS”
Por Margarita Stolbizer
Como a todos los chicos, siempre me gustaron las Fiestas Patrias. Era el feriado, los festejos, encuentros amigables, pintar los pizarrones del patio de la escuela.
No es casual que tenga en aquellos años los recuerdos más nítidos y llenos de amor de todo lo que he recogido a lo largo de mi vida. Cuando ya estaba en el secundario, algunos profesores marcaron en su origen mi vocación política: Teresa Cassará y Arcadio Aranda (los nombro porque su generosidad en la enseñanza merecen que lo haga), me llevaron al estudio de la historia, analizando sus causas, consecuencias y las relaciones humanas como ejes fundamentales de cada suceso.
La lectura, -también alimentada por mi madre que acumulaba libros de historia argentina en nuestros estantes- influyó luego en mi análisis y en cada decisión. He sentido que abundar en el conocimiento de lo que aquellos próceres habían protagonizado era el mejor homenaje que podía rendirles; pero además, eso también me permitiría analizar con perspectiva los acontecimientos del presente.
La Revolución de Mayo fue la encarnación de las ideas en una lucha que tenía por objetivo liberar a los criollos de la corona española. Los revolucionarios eran muchos, con ideas diversas pero unidos en la marcha hacia la construcción de una soberanía que sobrepasaba la retórica de los discursos. Era batalla con riesgos. Y para eso hacen falta coraje y humildad como valores concurrentes.
Los sucesos de esa semana abrieron las puertas para el surgimiento del Estado argentino, aunque no se haya proclamado la independencia formalmente en 1810.
Lejos estamos hoy de la valentía y el deseo fundacional, de lo impersonal de la gesta y la revolución. Muy por el contrario, en estos días de mayo de 2015 asistimos, bajo el lema «El mismo sol, la misma Patria», a una desfachatada dilapidación de dinero público para inaugurar un centro cultural que lleva el nombre de Néstor Kirchner y otras actividades.
Este gobierno quiere apropiarse de la Semana de Mayo y de la Patria. El uso que se le ha dado a estas inauguraciones, recitales y paseos no tiene otro fin que poner en evidencia el poder de la Presidenta Fernández de Kirchner.
Pero lo que monta es todo lo contrario a lo que ocurrió en 1810. Esto es pan y circo, demostración de un poder que no quieren perder, el temor al ciclo cumplido, a la vuelta al llano, a la Justicia por los crímenes cometidos.
Ni el relato edificado con cuidadosa escenografía puede disimularlo.
Nada queda del espíritu impersonal de 1810 en el que lo importante era anteponer las ideas para llevar a cabo una revolución. Ahora se trata del máximo personalismo detrás del cual esconden sus miedos a la pérdida de poder y abusan del pueblo subordinándolo, colocándolo en la pasividad de ser espectadores.
Néstor Kirchner, hijo de un trabajador postal que visitaba el Correo Central cuando venía a la Ciudad de Buenos Aires, -dice el cartel que se levanta en la entrada del nuevo Centro Cultural-. El mismo que deja fortunas por herencia. Un nombre, un relato, una apropiación. Muy lejos de aquellas fiestas mayas.
No hay idea de Decencia. Ni hay búsqueda de la Igualdad. Solo un relato armado para ocultar la realidad.
Sumas descomunales de dineros destinadas a festejos que ponen en evidencia el sintomático olvido de los que menos tienen. Este gobierno se ha empecinado en construir día a día más desigualdad.
Hace falta decencia para reconocer y combatir la inflación.
Hace falta idea de igualdad para que no sea a costa del salario y el empleo.
Los festejos personalistas son traiciones a nuestra historia y a nuestros valores.
La Argentina que queremos es una construcción colectiva del conjunto del pueblo, honrando la memoria y poniendo en marcha un proceso de transformación para el bien común y el interés general.
La Patria somos todos. Preexiste y sobrevive a los gobiernos y a los funcionarios de turno.
PATRIA ES IGUALDAD Y DECENCIA