Miercoles
30 de Octubre de 2024
SALUD
4 de abril de 2019
Según la leyendas guaraníes, los dioses le dieron de regalo al hombre una planta llamada Caa. Con el tiempo, y la llegada de los españoles, los jesuitas vieron las múltiples propiedades de ese árbol que pasó a llamarse yerba mate.
Hoy se han realizado estudios que indican que la infusión que se prepara con las hojas de la yerba posee aún más propiedades que las ya conocidas, donde la última sería que ayuda a prevenir el mal de Parkinson.
En 2015, una investigación poblacional dirigida por la neuróloga Emilia Gatto advirtió la existencia de una relación estadística inversa entre el consumo de mate y el desarrollo de la enfermedad de Parkinson. Este estudio, cuya casuística tomó 223 pacientes con Parkinson y 406 casos de control, sirvió para dar impulso a investigaciones en el campo de la biología celular y molecular con el propósito de poner a prueba dicha relación y poder explicar sus mecanismos.
“Lo interesante es que la yerba mate es uno de los principales proveedores naturales de ácido clorogénico y la ingesta de los tomadores de mate es entre 3 y 5 mayor que la de los tomadores de café. En este trabajo pudimos demostrar también que este compuesto por sí sólo es un poderoso agente neuroprotector
Juan Ferrario, científico del Conicet
Un trabajo publicado esta semana en la revista especializada Movement Disorders, realizado por investigadores del Conicet, parece robustecer la hipótesis de que la yerba mate (Ilex paraguariensis) podría tener efectos benéficos en relación al desarrollo y la progresión del Parkinson.
Prolonga la vida de las neuronas
El trabajo dirigido por Juan Ferrario, investigador adjunto del Consejo en el Departamento de Fisiología, Biología Molecular y Celular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN, UBA), mostró que la yerba mate tiene la propiedad de prolongar la vida de las neuronas dopaminérgicas en cultivo.
“Las neuronas dopaminérgicas, relacionadas con control de la locomoción, además de ser las primeras en verse afectadas en los pacientes con Parkinson, son también las que mueren con mayor rapidez en las condiciones de cultivo que nosotros realizamos –entre los 10 y los 15 días-, justamente, por ser más proclives a sufrir daño celular. Nosotros testeamos el efecto de administrar un extracto de yerba mate sobre dicho modelo de neuronas dopaminérgicas en cultivo y vimos que el mate tiene un efecto neuroprotector poderoso –incluso mayor al de otros neuroprotectores conocidos como el Trolox- que enlentece el momento su muerte.”, explica Ferrario.
“Pudimos establecer que dos de los compuestos principales de la yerba mate, la teobromina y el ácido clorogénico, individualmente también actuaban como neuroprotectores, aunque en ambos casos su efecto protector fue ligeramente más bajo que el del extracto de yerba mate en su conjunto”
Juan Ferrario, científico del Conicet
Sobre la acción de la teobromina y el ácido clorogénico por separado, Ferrario comentó: "En sendos casos la neuroprotección fue más potente que la brindada por otros compuestos neuroprotectores ya conocidos como la cafeína, la nicotina y el antioxidante Trolox”.
Para finalizar, Ferrario afirmó que “aunque resta mucho trabajo por hacer, nuestro trabajo presta por primera vez evidencia sobre el efecto protector que la yerba mate puede brindar sobre la neuronas dopaminérgicas que se ven afectadas en el desarrollo de la enfermedad de Parkinson”.
El equipo de investigadores
El equipo completo que trabajó en este estudio está conformado por Alejandra Bernardi, del Instituto de Investigaciones Farmacológica (ININFA); Pedro Ballestero, Becario doctoral. ININFA; Marcela Schen, Investigadora asistente, del ITAPROQ y Dpto. de Industrias (FCEN, UBA); Mariana Ferrario, Investigadora asistente de ITAPROQ y Dpto. de Industrias (FCEN, UBA); Gimena Gómez, ININFA; Roy Rivero. Becario doctoral, UNER; Elena Avale. Investigadora adjunta, INGEBI; Irene Taravini, Investigadora adjunta, UNER; Oscar Gershanik, ININFA; Sandra Guerrero, Investigadora principal de ITAPROQ y Dpto. de Industrias (FCEN, UBA); y Juan Ferrario, investigador adjunto, Dpto. FBMC (FCEN, UBA).