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INTERNET
7 de noviembre de 2018
Una app permite a sus usuarios hacer mandados para empresas a cambio de dinero. Funciona de manera parecida a apps como Rappi pero no está pensada para ser un trabajo full time sino para convertir el tiempo libre en una entrada de dinero. A las empresas a su vez les sirve para tener gente que trabaje para ellos en amplios territorios sin necesidad de contratarla.
¿Cómo funciona? Necesito un celular con internet y una cuenta en Mercado Pago. Y algo más, claro: la voluntad para convertir cualquier acción frugal del día a día en una forma de trabajo. La empresa calcula que de acá a dos años estarán facturando 5 millones de dólares por año.
Abro el celular. Me registro. Pongo mis datos y después de algunos pasos estoy sentado en un bar recibiendo misiones. Eso: misiones como si fuera un juego.
La cosa sigue así: tomo una misión. Tengo que ir al kiosco de la esquina y pedir cigarrillos, escuchar la respuesta del vendedor y felicitarlo o reprocharlo según cómo me responda.
Eso, en el mundo pre economía colaborativa, se llamaba ser mistery shopper, o cliente de incógnito. Para muchos, significó por años el trabajo soñado. El imaginario indicaba: te pagan por ir a un hotel cinco estrellas y chequear que efectivamente te traten como los dioses.
Por supuesto, eso sigue existiendo, pero ahora fue bajado a tierra por una app chilena que desembarcó este año en la Argentina y que propone la versión uber del mistery shopper.
Quiero decir, RocketPin (tal es el nombre de la app), se inscribe entre las aplicaciones de la sharing economy que proponen el aprovechamiento del tiempo de manera tal que todo tiempo libre genere un ingreso. Así, uno maneja un Uber los fines de semana si necesita plata extra, otro alquila su casa unos días en Airbnb si se va de viaje, y otro recorre la ciudad en bicicleta haciendo deliverys. Buenos, ahora hay que sumar la posibilidad de hacer misiones para empresas que buscan emisarios en cada rincón del país.
Hay una diferencia, sin embargo: mientras las apps antes nombradas se establecieron como fuente principal de ingresos, Rocket Pin propone un objetivo más modesto: ser apenas un ingreso extra. Es decir, no es que uno vaya a un barrio tal a realizar una misión, sino que estando en determinado lugar uno de pronto puede dedicar diez minutos para completar una misión y ganar unos pesos.
Pero claro, por más simpáticas que se presenten las asignaciones, no dejan de tener sus requisitos. Para saberlos en carne propia, la usamos brevemente. La misión de los cigarrillos era fácil pero suponía una cualidad molesta: estar dispuesto a decirle al vendedor que hizo las cosas mal en el caso de que no responda como describía la misión que debía responder. Dicho en criollo, hay algo de buche. Dicho en términos empresariales: está la exigencia lógica e inmanente de cualquier trabajo.
Según informa la propia empresa, se creó con una inversión inicial de 150.000 dólares y luego recibieron inversiones por medio millón de dólares por empresas como Wayra Chile, Wayra Argentina y el fondo argentino Alaya Capital Partners.
RocketPin le cobra a sus clientes, las empresas, de acuerdo al número de visitas que les solicitan. Es una ecuación sencilla: RocketPin calcula cuánto le tiene que pagar a quien realice la misión y le suma un 20% por el trabajo operativo. Las proyecciones de la empresa son vender este año $1 millón de dólares, en el 2019 llegar a los 3 millones de dólares y en el 2020 alcanzar los 5 millones.
La app está en Chile, Argentina y Uruguay y entre sus clientes están CCU, AB InBev, Unilever, Kimberly Clark y P&G, entre otras. Ninguna de ellas tiene un contrato a largo plazo sino que pagan por campañas.
Los primeros pasos para ser aceptado como un agente Rocket Pin es hacer misiones desde el teléfono que básicamente son encuestas. Hay que leer atentamente las instrucciones y después responder un multiple choice. Algo así como el examen teórico del registro de conducir. Precio por las primeras encuestas: cero pesos. Requieren muy poco tiempo y son el requisito para pasar a ligas menores.
Uno arranca con puntaje cero. Recién al llegar a los 1000 puntos puede empezar a tomar misiones pagas, que pueden ser ir a un lugar como cliente incógnito, sacar fotos de algo o responder encuestas.
Después de dos misiones teóricas -aunque fuera una pavada, se siente lindo aprobar un examen otra vez- aparece el mercado de tareas más interesante. La primera que tomo: ir a comprar cigarrillos a un kiosco.
Foto: RocketPin
Para realizar una misión como esa hay que estar dentro de una radio de 200 metros del local al que hay que ir. Hay que tener el GPS activado y un teléfono con internet. Ser mayor de 18 años y tener una cuenta de mercado pago. El premio por una misión sencilla son aproximadamente 30 pesos. Las más difíciles (para las que se requiere mayor puntaje), pueden llegar a pagar 200. Es el valor que se empieza a configurar alrededor de este tipo de changas digitales: un repartidor de Rappi suele ganar entre 40 y 60 pesos por entrega, dependiendo de la propina. Las ventajas, claro, son la flexibilidad. La desventaja, no hay a quién reclamar. Es la paradoja del mundo de las apps: en el paradigma de la economía colaborativa, todos juegan para sí mismos.
Sebastian Bernadette es Jefe de Revenue Management en CCU Argentina (Cervecerías Unidas). Son uno de los clientes principales de RocketPin. “Nosotros usamos la aplicación para auditar la ejecución de precios y promociones en los autoservicios tanto nuestros como de la categoría de bebidas en general”, cuenta.
Los principales beneficios según él son la agilidad y la posibilidad de hacer mediciones y auditorías específicas en distintas zonas y provincias de la Argentina. “La velocidad de implementación es algo diferencial que permite tener una respuesta rápida a un cambio en el mercado”, explica.
La utilidad para la empresa es clara. Ahora bien, ¿qué es lo que le ofrece al usuario de a pie? La respuesta también parece evidente: dinero. ¿Pero vale la pena utilizar cada minuto libre para ganar unos pesos? Por supuesto, no siempre se elige, y menos en tiempos de crisis. ¿Pero cuál es la naturaleza de un trámite? ¿Tiene alma una visita al supermercado? Me pregunto por el verdadero precio de convertir hasta el último resquicio de frugalidad en un método de supervivencia. Porque a veces, digo, no hay mejor paga que la gratuidad.
No obstante, otra vez, las crisis pulverizan el lujo de hacerse algunas preguntas. En Argentina ya hay 45.000 clientes incógnitos registrados en la app. Hay días en que hay 500 misiones para hacer disponibles, y otros en los que hay 5000. Es difícil estimar cuánto dinero se puede hacer por mes. O recargas de celular, el otro método de recompensa que ofrece RocketPin.
Pongamos que lo único que se necesita para ser parte de esta comunidad de supervisores virtuales es tiempo. Pongamos que el tiempo es oro. Quién no lo recuerde bien haría repasar el video en el que Pepe Mujica lo deja claro: “cuando compras algo, no lo compras con plata, lo compras con el tiempo de vida que tuviste que gastar para tener esa plata. Pero con esta diferencia: la única cosa que no se puede comprar es la vida. La vida se gasta, y es miserable gastar la vida para perder libertad”.
Nadie puede discutir que todo rebusque es válido en el país en que vivimos. En ese sentido, bienvenida sea la nueva salida laboral que plantea la aplicación. Un peligro debe ser mencionado, nomás: el riesgo de olvidarse que, como también dijo Pepe, “la felicidad está en ese cachito de tiempo que uno logra para gastarlo en aquellas cosas que a uno le gustan. Ahí eres libre”.
FUENTE: https://www.redaccion.com.ar/