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POLITICA
28 de noviembre de 2016
El balance de las negociaciones de fin de año. Al gobierno no le preocupa el poder de fuego electoral del kirchnerismo residual de cara a las elecciones del 2017. Pero sí está atento a la posibilidad de que otros sectores peronistas se junten.
Por Damián Juárez
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Salió medio empatado el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) de la rosca en el Congreso hacia fin de año. El primer dato es que el Presidente se vio obligado a "registrar" que el crecimiento de la pobreza no es algo abstracto. Que detrás de los fríos números hay gente de carne y hueso. El ala "blanda" del gobierno finalmente convenció a Mauricio Macri de que la única forma de que no se viniera un diciembre caliente con las organizaciones sociales en la calle era abrir la billetera.
Allí aparecieron los 30.000 millones que se distribuirán. Se puede decir que fue un triunfo del diálogo frente a los halcones que están sentados sobre los gastos.
Del lado de la derrota se puede contar la Reforma Electoral. En el peronismo no quieren la boleta con chip, como pretendía el gobierno que se votara en 2017. Prefieren el papel. Ellos dicen que expresan esta postura porque el chip no es seguro. El gobierno sugiere que no quieren el chip porque la boleta papel permite hacer más trampa.
"El sistema de voto de papel que tenemos acá en la Argentina es uno de los más obsoletos de la región, y el año pasado vimos claramente cómo se vulneró en muchísimos aspectos la institucionalidad", dijo Marcos Peña, jefe de gabinete, al explicar por qué el gobierno seguirá insistiendo.
Estos éxitos y reveses en la política oficial, pero sobre todo la mala situación económica que no termina de repuntar, hace plantear a muchos puertas adentro del PRO que el gobierno debe cambiar, y rápido, si es que quiere ganar las elecciones del año que viene.
¿Peronistas al gabinete?
En este tren de replanteos hay quienes imaginan que Cambiemos debe ampliar su base política, para sumar a algunos peronistas.
El presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, hombre de Macri pero con orígenes políticos peronistas, dijo que no sería mala idea sumar a algún peronista no K al gabinete. "Soy partidario de ampliar. Es una gran oportunidad para el gobierno poder convocar a los mejores, hay una gran oportunidad de ampliar el espectro".
"Sé que en algunos aliados provoca un alerta, pero yo lo digo en el sentido de mejorar el país", afirmó Monzó, quien destaca a dirigentes justicialistas como Juan Manuel Urtubey, Florencio Randazzo, Julián Domínguez y Felipe Solá.
Las declaraciones políticas de Monzó generaron malestar en algunos sectores de Cambiemos, aunque otros, más estrategas, consideran que no sería mala idea convocar a las figuras más relevantes del peronismo no kirchnerista.
"Mejor tenerlos adentro que afuera", razonan. Es la misma lógica que aplican sectores del PRO al evaluar a Elisa Carrió, sobre todo cuando la chaqueña lanza su andanada de denuncias y críticas a miembros del oficialismo.
Al gobierno no le preocupa tanto el poder de fuego electoral del kirchnerismo residual como la posibilidad de que sectores peronistas no ligados a Cristina se armen y se planten firmes en los próximos comicios. En este lote está Sergio Massa, que hace algunos días primereó con su proyecto sobre Ganancias y que siempre está al acecho.