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SALUD
9 de agosto de 2016
Un estudio realizado por la Universidad de Boston, EEUU, indica que incorporar una dosis alta de omega-3 en la dieta reduce las probabilidades de afrontar complicaciones cardíacas nuevamente. Una nutricionista remarcó a Infobae la importancia del consumo de pescado
El corazón después de un infarto queda debilitado. Ya no se puede confiar en su fortaleza como antes. Los riesgos de sufrir una recaída son altos. Según algunos especialistas, la solución podría estar en la dieta diaria, tanto para prevenir enfermedades cardíacas como para restablecer el vigor en un órgano disminuido. La solución, entonces, estaría también en las propiedades nutritivas de los aceites de pescado.
Un equipo de investigadores del Hospital Brigham de Mujeres de Boston, liderado por el doctor Raymond Kwong, realizó un seguimiento a 360 pacientes que habían sufrido un infarto recientemente. Se les asignó, en forma aleatoria, a algunos la incorporación en sus dietas de 4 gramos diarios de ácidos grasos de omega-3 provenientes de aceites de pescado y a otros se les proveyó pastillas de placebo.
Luego de seis meses de análisis, se publicaron los resultados en la revista Circulation. Los participantes que incorporaron omega-3 en su día a día experimentaron una reducción del 5,8% en el índice de volumen sistólico del ventrículo izquierdo; un claro indicio de progreso. "Nuestros resultados muestran que los ácidos grasos omega-3 son un tratamiento seguro y eficaz para la mejora de la remodelación cardiaca", señaló el doctor Kwong.
La licenciada en nutrición Magdalena Errecaborde (MN 5972) explicó : "La Asociación Americana del Corazón (AHA) recomienda, en pacientes con enfermedad cardíaca coronaria, la ingesta de 1 a 2 gramos diarios de ácidos grasos omega-3 que pueden obtenerse de la dieta o de suplementos. Los aceites de pescado y los alimentos de chía son, por amplia diferencia, los de mayor contenido".
A su vez, la nutricionista agregó: "El omega 3 se encuentra tanto en animales como vegetales de origen marino. Es especial en aquellos pescados con un elevado contenido de grasa, como el atún, jurel, salmón, entre otros. Los pescados, además del omega 3, tienen proteínas de excelente calidad nutricional, hierro y vitamina B12".
Después de un infarto, a menudo sucede que una parte del corazón no recibe suficiente oxígeno y esa zona jamás se recupera. El tejido sano restante intenta compensar en sus funciones al otro comprometido, pero tiene que trabajar en exceso para mantener el normal bombeo del corazón. Con el tiempo, esta sobreactividad aumenta el riesgo de una recaída.
El equipo de investigadores encontró que los participantes del estudio con más altos niveles en sangre de grasas omega-3 mostraron la mayor reducción en las cicatrices de sus tejidos. Aquellos que absorbieron las grasas con mayor efectividad reflejaron una disminución del 13% en la cicatrización comparado a los niveles más bajos.
Kwong, autor del informe, se esperanzó por los resultados aunque mantuvo la cautela: "Decir que cada persona que sufrió un ataque al corazón debe tomar ácidos grasos omega-3 de inmediato es un poco prematuro. Pero sí creo que es lógico pensar que nuestros resultados son prometedores y pueden reducir las secuelas en los pacientes después de un infarto".
Asimismo, después de realizar los análisis pertinentes de las muestras de sangre extraídas, los científicos hallaron menores niveles inflamatorios en los participantes que más habían incorporado suplementos de omega-3, lo que sugiere que el aceite de pescado puede reducir la hinchazón después de un ataque al corazón.
La especialista Errecaborde coincidió: "Se comprobó que entre los beneficios del consumo de omega-3 para el organismo está su potencial antiinflamatorio. Además de su propiedad de hipolipemiante, es decir, de disminución de los lípidos en sangre, lo que ayuda a bajar el colesterol total".
Además, la especialista finalizaó: "El omega-3 es esencial también desde el punto de vista de prevención de enfermedades cardíacas. Está demostrado que reduce los riesgos de contraer, por ejemplo, hipertensión arterial o isquemia".