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CIENCIA
30 de abril de 2016
Lo diseñó un ingeniero, para hipoacúsicos. El cipoleño Iván Delgado logró volver a oír.
Un dedal, un micrófono y un aparato del tamaño de una cajita de fósforos se combinan para que los que no escuchan nada oigan todo. Todavía sin la aprobación de los cánones epistemológicos de la medicina, pero con el respaldo de algunas obras sociales, el invento de Luis Campos, un ingeniero argentino en electrónica, comienza a popularizarse.
Actualmente hay 25 personas en el país que utilizan el Sivitac-D (Sistema de Estimulación Vibrotactil Digital). Es un artefacto que permite a personas con lesiones auditivas severas, a través de las vibraciones que capta el micrófono, recepcionar sonidos del ambiente.
"Muchos esperan encontrarse con un audífono, pero no. El audífono aprovecha el oído, acá el oído no lo tenés, porque el que procesa la información está dañado. Esto es para los que no tiene posibilidad de oír nada", explicó el ingeniero a Río Negro.
Luis Campos, el ingeniero argentino en electrónica que trabaja desde hace 14 años en este dispositivo.
El cipoleño que volvió a escuchar
El invento argentino ya tuvo su primer beneficiario en la región. Se trata de Iván Delgado, un cipoleño que llevaba 15 años sin oír, luego de un accidente. Con el aparato recuperó el sentido auditivo. "Poco a poco voy adaptándome. Hay sonidos que no recordaba. Hay que hacer un trabajo para volver a reconocerlos", explicó Iván quien agregó que "a veces" cuando va por la calle prefiere "no escuchar". "Lo uso poco, por las bocinas, los autos. Son muchos ruidos. ¿A cuál le hago caso?", dispara en forma de retórica. Si bien está en proceso de adaptación Iván reconoce "que sirve mucho" para "volver a estar integrado al mundo".
Campos estuvo el miércoles en Cipolletti junto con la Fundación "Estimulando para Incluir" para concretar entrevistas con personas interesadas en el descubrimiento. "Lo más fuerte que le pasó a Iván fue volver a escuchar su voz"; recordó Campos. El sistema funciona con vibraciones que son recepcionadas por el cerebro en forma de sonidos.
Campos comenzó la investigación en 2002, luego de preguntarse porqué "si hay tanta tecnología seguimos viendo gente sorda". Durante extensas rondas de prueba y error, delineó algunos fundamentos para su invento. Otra de las inspiraciones y que lo llevó a probar el dedo índice como la fuente de recepción fue el sistema Braille que utilizan los no videntes para leer: "El índice tiene la mayor concentración de sensores que son los que relacionan el interior con el exterior de la persona: presión, temperatura y tacto. El aparato capta el sonido, lo procesa la cajita y lo envía al sensor para que se traduzca en vibraciones. Esas vibraciones son naturales del propio sonido", detalló.