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CIENCIA
13 de febrero de 2024
En diciembre se recibió de técnico en desarrollo de aplicaciones móviles en la Universidad de La Matanza. Como proyecto final ideó junto a sus compañeros "Comuseñas" para ayudar a quienes tienen dificultades de audición.
En todas sus redes sociales Juan Matias Guerrero Aguilar publicó una foto en la que se lo ve cubierto de engrudo y témpera azul. Una típica postal de egresados. Pero en su caso el diploma de Técnico en Desarrollo de Aplicaciones Móviles de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) tiene una connotación distinta.
“La carrera me costó un poco más que al resto ya que nací con hipoacusia profunda bilateral”, contó en diciembre en su perfil de Linkedin con el objetivo de llegar a las personas que padecen esa dificultad u otras para asegurarles que “con perseverancia se logran todos los objetivos que uno se propone”.
“Tengo hipoacusia bilateral profunda desde nacimiento, lo cual quiere decir pérdida de audición total en ambos lados”, precisa el joven que tiene 29 años y vive en el barrio porteño de Floresta. “Esto afectó la comunicación, a mis cinco años de edad me implantaron de un solo oído, el izquierdo. Gracias a eso y al estímulo que recibí de mis familiares y fundamentalmente de las fonoaudiólogas que me acompañaron, pude desarrollar mi lenguaje”, agrega y cuenta que, de todos modos, aprendió el lenguaje de señas para comunicarse con otras personas que padecen hipoacusia.
El técnico mostrando el funcionamiento de la aplicación en la muestra de la Universidad de La Matanza. /Foto: gentileza Juan Guerrero.
Según los datos de la Sociedad Argentina de Pediatría, la hipoacusia afecta a entre 700 y 2,100 niños al año, constituyendo el 18% de las discapacidades en el país, con un 86.6% de dificultad auditiva y un 13.4% de sordera. La detección temprana es crucial ya que la pérdida de la audición afecta, además del desarrollo del lenguaje oral del individuo, su desarrollo intelectual, emocional y social.
Para desarrollar su idea, Guerrero contó con el apoyo incondicional de sus compañeros de estudios: Fernando Benítez, Javier Carballo, Víctor Orué y Fabián Zárate. Además de su equipo, Guerrero Aguilar apeló al asesoramiento de algunos grupos de profesionales que saben lengua de señas en diversos grupos para hipoacúsicos.
“Somos compañeros de la Tecnicatura en Desarrollo de Aplicaciones Móviles y coincidimos en la última materia de la carrera, que consistía en crear una aplicación utilizando los conocimientos adquiridos durante nuestro recorrido académico. Entre varias ideas que surgieron, la propuesta de Juan nos pareció la más significativa y con mayor potencial para contribuir a la comunidad”, apunta Benítez. Carballo agrega: “Consideramos que esta iniciativa es una forma de devolver a la universidad pública lo que ha hecho por nosotros, al tiempo que nos permite poner en práctica nuestras habilidades y conocimientos para el beneficio de todos”.
Foto: gentileza Juan Guerrero.
El primer testeo de la aplicación Comuseñas fue en la Expo UNLaM que la universidad organizó a fines del año pasado, donde los estudiantes le muestran sus proyectos a la comunidad. “Las reacciones superaron nuestras expectativas. Inicialmente, creamos la aplicación con el propósito específico de beneficiar a la comunidad sorda o con hipoacusia. Sin embargo, durante los tres días que duró la exposición, nos dimos cuenta de que la aplicación generó un impacto positivo en personas de todos los ámbitos que, simplemente deseaban aprender la Lengua de Señas Argentina”, se enorgullece Orué.El diploma que acredita el primer premio en la exposición. /Foto: gentileza Juan Guerrero.