Recientemente murió José Antonio Fernández, fundador junto a su socio Amador Saavedra de la marca de Alfajores Jorgito que hace más de una década hace furor en los quioscos argentinos.

Ni Fernández y tampoco Saavedra fueron los encargados de ponerle ese simpático nombre a la golosina. El responsable de la denominación fue el hijo del dueño de una pequeña fábrica que producía bizcochuelos y alfajores para panaderías. A fines de los años 50, la planta fue adquirida por Fernández y Saavedra, que antes que elegir un nombre nuevo decidieron conservar la marca.

Por su parte, los alfajores Fantoche que continúan vigentes en todos los quiscos hace más de 40 años, empezaron a ser elaborados por una panadería en el barrio de Lugano fundada por unos inmigrantes que trajeron la receta y el nombre desde Italia, según cuenta La Nación.

“A principios de la década del 60, la confitería y todas sus marcas fueron adquiridas por los actuales dueños de Fantoche, y lo que hicieron fue sumarle el concepto de alfajor triple Fantoche, y hoy la palabra triple es una marca registrada de la compañía”, aseguró Claudio Messina, gerente de marketing de Fantoche.

Otras de las marcas argentina que posee un nombre con procedencia poca conocida es Havanna. Estos alfajores que se comercializan en diferentes partes del mundo nacieron en 1947 en Mar del Plata.

Luis Sbaraglini y Benjamín Sisterna, dos de sus socios originales, eran propietarios de una confitería bailable denominada Confitería Show Havanna, una adaptación (con una “n” más) de la traducción al inglés de la capital cubana.

Una de las marcas de alfajores premium que compite con Havanna es El Cachafaz, que según las versiones más difundidas habría obtenido su nombre en homenaje al bailarín de tango Benito Bianquet, alias El Cachafaz. Bianquet se hizo famoso por ser uno de los principales bailarines en la era de oro del tango y como compañero de correrías de Carlos Gardel.