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CIENCIA
30 de agosto de 2015
La limpieza química de las semillas de algodón genera un residuo que resulta contaminante para el ambiente. Para su reutilización el Centro INTI-Celulosa y Papel desarrolló un procedimiento para transformarlo en celulosa microcristalina neutra, un material muy valorado para la restauración de obras de arte.
Durante la cosecha de algodón los productores no sólo separan las fibras de la planta para la industria textil, sino también limpian las semillas para utilizarlas en aceites o en nuevas siembras. Especialistas del INTI desarrollaron un procedimiento para generar celulosa microcristalina a partir del residuo que se genera de la limpieza química de las semillas, conocido como linter ácido.
“Las características que posee la celulosa de algodón son muy valoradas por los especialistas en restauración, por su estabilidad temporal y sus propiedades óptimas como material de reconstitución”, explica Marcelo Novaresi, coordinador del Área de Procesos y Ensayos Especiales del Centro Celulosa y Papel del INTI.
Se ha probado que el producto tiene una gran aptitud para la restitución de faltantes en obras realizadas en madera, papel o pinturas gracias a su consistencia, finura, compactado, acabado y a su persistencia en el tiempo.
Tanto la fibra de algodón como el linter (pelusa que rodea a la semilla) están constituidos por un alto porcentaje de celulosa, que es un polímero natural que posee una parte cristalina y otra amorfa. La presencia de ácido en el proceso de limpieza química de la semilla conduce a la solubilización de la parte amorfa dejando intacta la parte cristalina. Mediante procesos de limpieza, blanqueamiento y molienda es posible transformar el linter acificado en celulosa microcristalina.
El producto ha sido probado en la restauración de obras del patrimonio cultural realizadas con materiales a base de celulosa —como madera, papel o pintura— con un alto rendimiento, como fue el caso de un trabajo realizado en la reparación de objetos de valor del Ministerio de Economía. A futuro, se prevé aplicarlo en otros sectores que actualmente importan celulosa microcristalina: en la industria alimenticia que la emplea para darle cuerpo a productos dietéticos (como flanes o helados) y en la fabricación de medicamentos farmacéuticos que la utilizan, principalmente, para la compactación de pastillas.
“La tecnología está disponible para ser transferida, con la ventaja que permitirá no sólo reducir el impacto ambiental de la industria algodonera sino también sustituir la importación de un producto con una amplia demanda industrial”, concluye Novaresi. Además se alinea con las acciones que se están implementando en el marco del Plan Estratégico Industrial 2020 del Ministerio de Industria para el sector textil y de indumentaria; que buscan promover una mayor integración de la cadena con agregación de valor, resguardar el mercado interno y sustituir importaciones.