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CIENCIA
2 de agosto de 2015
El descubrimiento de un planeta “primo” de la Tierra, que orbita un sol también muy parecido al nuestro, hace pensar a los científicos que allí podría haber vida. Pero no sería el único. Habría miles de planetas en condiciones de albergarla. Astrónomos e investigadores creen que el universo debe rebosar de vida. Y que sólo falta un único y colosal paso más. Hallarla.
A 1.400 años luz de distancia, muy lejos de la Tierra, los científicos acaban de descubrir un planeta en el que, aseguran, podría haber vida tal como la conocemos. Inclusive, hasta vida inteligente. A este planeta lo llamaron Kepler 452b, y se asemeja bastante al nuestro. Pero no sería el único con esas características, y la mayoría de los astrónomos coinciden en que el Universo estaría lleno de vida.
Pero en principio, el Kepler 452b sería, de todos los que se descubrieron hasta ahora, el que más posibilidades tendría de albergar vida.
Su estrella principal se parece a nuestro sol y los analistas de datos del Centro de Investigación Ames de la NASA ya anunciaron que “es lo más cercano que hemos encontrado y que alguien más podría llamar hogar”.
Es que este planeta “primo” de la Tierra, que es más grande y más antiguo, además orbita su estrella casi a la misma distancia que la Tierra del Sol y, por lo que se sabe, integra lo más parecido que se ha conocido a un sistema solar como el nuestro.
John Grunsfeld, jefe de ciencia de la Nasa, fue inclusive un poco más allá y definió a Kepler 452b como “un primo muy cercano a la Tierra y nuestro Sol. Este planeta en sí es el gemelo más cercano, por decir una Tierra 2.0. Esto es lo que hemos hallado hasta ahora y realmente quiero enfatizar en el ‘hasta ahora, porque puede haber mucho más”.
Ese “mucho más” al que se refiere Grunsfeld, es nada más y nada menos que vida.
Respecto de su edad y su tamaño, este planeta tendría unos 6.000 millones de años, 1.500 millones más que la Tierra, y es 60% más grande que nuestro planeta, mientras que su estrella también es más grande, vieja y brillante que nuestro Sol.
Un año allí dura 385 días -lo que tarda en orbitar su estrella- su gravedad es mayor -por lo que las cosas serían más pesadas- y aún falta conocer su temperatura, que sería un poco más fría que en la Tierra.
CANDIDATOS A LA VIDA
Pero el Kepler es apenas uno de los 500 exoplanetas que se conocen y que podrían albergar vida. Entre ellos, 12 tienen casi el doble del diámetro de la Tierra y también orbitan la llamada “zona habitable” de su estrella, conocida también como la zona Ricitos de Oro. Pero en total, el catálogo conocido incluye a 4.661 exoplanetas, de los cuales más de 1.000 serán confirmados como planetas similares a la Tierra.
Jon Jenkins, jefe del equipo de análisis de datos recopilados por el telescopio Kepler de la Nasa, dice que el 452b es el primer planeta detectado en una zona habitable en la órbita de una estrella similar al Sol, lo que lo convierte en uno de los mejores candidatos para albergar vida extraterrestre.
“El hecho de que por primera vez se haya conseguido detectar el paso de un planeta delante de una estrella del tipo G2, la misma clasificación del Sol, hace que allí exista una posibilidad sustancial de vida extraterrestre, al poder albergar agua en estado líquido y ser un caldo de cultivo de formas orgánicas”, admitió Jenkins, quien a la hora de dar detalles explicó que el Kepler está situado en la constelación Cygnus a 1.400 años luz de distancia, que es un 60 % más grande que la Tierra, por lo que la gravedad en su superficie sería el doble, y que ese tamaño permitiría que el planeta fuera rocoso.
También se conoció que el planeta recibe un 10 % más energía de su estrella que la Tierra, ya que el astro está en un estadio más avanzado de su vida, por lo que emite más brillo y es más grande, aunque la temperatura podría ser muy similar a la que se disfruta en la Tierra.
Por su parte, Jeff Coughlin, investigador del Instituto SETI, que busca explicar los orígenes de la vida y otras señales de ella en el Universo, destacó que “el hallazgo de este planeta nos permite avanzar para responder la pregunta de si estamos solos en el universo. Hasta ahora éste es el planeta que más se parece a la Tierra y al que podríamos llamar hogar, estamos un paso más cerca de encontrar otra Tierra. No vamos a poder viajar ahora a estos exoplanetas posiblemente habitables, pero quizá los hijos de nuestros hijos puedan explorarlos. Por ello es importante que nosotros les marquemos el camino”.
LOS REQUISITOS QUE SE NECESITAN
Desde la puesta en órbita del telescopio espacial Kepler en 2009, esta misión lleva descubiertos más de mil cuerpos planetarios, y unos cuantos dentro de la llamada “zona habitable”.
Hasta ahora, el planeta Kepler-186f era el mejor candidato a gemelo de la Tierra, por tener un tamaño similar, aunque las posibilidades de poder albergar vida se reducían al orbitar una estrella enana, menos cálida que el Sol, algo que elevaba la incertidumbre entre la comunidad científica.
Este planeta “primo” de la Tierra, orbita su estrella casi a la misma distancia que la Tierra del Sol y, por lo que se sabe, integra lo más parecido que se ha conocido a un sistema solar como el nuestro
Análisis estadísticos estiman que las 151 estrellas que ha examinado el telescopio espacial Kepler deberían tener una media de dos a tres planetas cada una en la zona habitable, donde la temperatura es la justa para permitir el desarrollo de formas de vida.
No obstante, para garantizar esas condiciones se necesitan otros ingredientes: una superficie rocosa, una atmósfera, agua e idealmente -como en el caso de la Tierra- un campo electromagnético que proteja de radiaciones externas y planetas vecinos gigantes que desvíen lluvias de meteoritos.
Ya se han detectado 12 exoplanetas de tamaño relativamente parecido a la Tierra y dentro de la zona habitable, y los científicos confían en que el análisis de los datos del Kepler siga permitiendo a la humanidad acercase algo más a confirmar otro tipo de vida en el Universo.
En lo que hace específicamente a la posibilidad de que haya vida en el planeta Kepler 452b descubierto por la Nasa, el ex jefe de Operaciones de la NASA, Carlos González Pintado, lo ve “posible dadas sus características. Es una constatación de algo que ya se sabía, y es que era matemáticamente imposible que no existiera un planeta con características similares a las de la Tierra. Y hablo de nuestra galaxia, en el resto del Universo por supuesto que los hay, es matemáticamente posible que haya vida inteligente en el Universo”.
Claro que para constatar estas realidades matemáticamente posibles y viajar estas enormes distancias, los científicos consideran que aún es necesario dar “un salto tecnológico muy importante”.
El Kepler es apenas uno de los 500 exoplanetas que se conocen y que podrían albergar vida. Entre ellos, 12 tienen casi el doble del diámetro de la Tierra y también orbitan la llamada “zona habitable” de su estrella
“Nos movemos en cuatro dimensiones -explica Pintado- y para conseguir algo así tenemos que encontrar alguna dimensión más. Algunos teóricos opinan que en el Universo tiene que haber once dimensiones, y nosotros estamos en los albores, hemos descubierto cuatro nada más. Cuando encontremos las otras siete que faltan, a lo mejor encontramos algo en el medio para romper la barrera de la velocidad de la luz”.
LA BUSQUEDA DE VIDA
Mientras tanto, un equipo de científicos analiza los cuatro años de datos recogidos por la misión Kepler de la Nasa en la búsqueda de planetas fuera del Sistema Solar.
La astrofísica Hontas Farmer lleva años participando en la iniciativa en colaboración con SETILive, que permite la participación de voluntarios en la observación y el análisis de los datos.
Farmer estuvo observando los gráficos llamados “de cascada” obtenidos durante el rastreo de Kepler-186f. En este tipo de gráficos, el eje horizontal representa la gama de frecuencias, mientras que el vertical corresponde al tiempo, de modo que cada píxel es un segundo. Cuando hay una señal, aparece un punto destacado sobre el fondo, más claro a mayor intensidad. En apariencia, y para un ojo no entrenado, un gráfico de cascada solo muestra nieve como la de los antiguos televisores, pero un patrón de puntos en una línea vertical o ligeramente diagonal podría revelar una señal artificialmente creada. Los algoritmos del SETI analizan las imágenes, pero los investigadores cuentan también con el escrutinio humano como ayuda.
Cuando Farmer se topó con un gráfico obtenido el 12 de abril de 2014, observó un ligero, casi imperceptible patrón de líneas verticales. Según describió la astrofísica, es una señal muy “ruidosa y degradada”, como sería de esperar en una red de satélites orbitando un planeta. Pero no dudó en afirmar: “Esos datos tienen exactamente el aspecto que yo esperaría de una señal extraterrestre”.
Este mes, Farmer actualizó sus observaciones aplicando filtros que reducen el ruido y que en su opinión sostienen su hipótesis, ya que parecen mostrar breves cadenas de píxeles que podrían corresponder a brotes de emisiones de varios segundos que “se apagan y se encienden de nuevo en las mismas frecuencias”.
Pero además, la investigadora cifra en algo más de un 50 % las posibilidades de vida en Kepler-186f. Concretamente, y aplicando la ecuación que propone en su estudio aún pendiente de publicación, un 50,3%. Por supuesto, no niega que “algún fenómeno natural podría mimetizar esta señal”.
El Kepler-452b
Fue detectado por el telescopio espacial Kepler, que analiza cambios en la intensidad de la energía emitida por una estrella para determinar, considerando frecuencia y reducción de luminosidad, la existencia de exoplanetas. Kepler 452b, que es un 60 por ciento más grande que la Tierra, se localiza en la constelación Cygnus. En base a su tamaño, los científicos creen que Kepler-452b es rocoso, como la Tierra, aunque esa teoría está basada en análisis estadísticos y modelos de computadora, y no en evidencia directa. Pero hay también otros mundos posibles. Los últimos registros sumarían más de 500 nuevos planetas a los 4.175 que ya ha registrado el reconocido telescopio espacial.