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INTERES GRAL
10 de septiembre de 2023
Por qué hay quienes creen que valdría la pena recuperarlo.
Dalia Ventura - BBC News Mundo.-
"El peor analfabeto es el analfabeto político.
Él no oye, no habla ni participa en los acontecimientos políticos.
No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pescado,de la harina,
del alquiler, del calzado y de las medicinas dependen de las decisiones políticas".
Ese analfabeto político del poema que se le atribuye al dramaturgo alemán Bertolt Brecht es, en otras palabras, un idiota, en su significado casi original.
La palabra 'idiota' viene del griego ἰδιώτης idiṓtēs y originalmente no era un adjetivo irrespetuoso, despectivo ni insultante.
Tampoco tenía ninguna relación con la inteligencia de la persona a la que se refería.
Se usaba para referirse a alguien promedio o un ciudadano privado, a diferencia de un erudito o alguien que actuaba en nombre del Estado u ocupaba un cargo público.
Pero como los griegos valoraban mucho la participación cívica, reconociendo que sin ella la democracia colapsaba, se esperaba que todos los ciudadanos estuvieran interesados, y versados, en los asuntos públicos. O sea, que no fuera idiotas.
Mantenerse al margen de la vida pública era un signo de ignorancia, de falta de educación, de desinformación y de abandono del deber.
Quien no contribuía en los debates, declaró Pericles, el gran estadista de Atenas, era considerado "no como falto de ambición sino como absolutamente inútil”.
Es en ese contexto que, con el tiempo, idiṓtēs comenzó a adquirir una connotación negativa, y a transformarse en un término de reproche y desdén.
Vivir sólo una vida privada no era ser plenamente humano.
"Si la conducta y el discurso de un hombre dejaban de ser políticos, se volvían idiotas: egocéntricos, indiferentes a las necesidades de su prójimo, inconsecuentes en sí mismos", explica Christopher Berry en su libro "La idea de una comunidad democrática".
Y esa clase de idiotez era quizás más grave que la que resultó de la metamorfosis que había empezado y llevaría a la palabra a convertirse en lo que dice ahora la Real Academia:
1. adj. Tonto o corto de entendimiento. U. t. c. s. U. t. c. insulto.
2. adj. Engreído sin fundamento para ello. U. t. c. s.