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NACIONALES
10 de noviembre de 2020
El parque sigue en manos de Comercial del Plata, que ahora está presidida por Ignacio Noel y cuenta con más de 9000 accionistas, lo que la convierte en la empresa más difundida (y en cierta medida, popular) de un mercado de capitales como el argentino, que siempre se caracterizó por ahuyentar a los pequeños inversores
El Parque de la Costa se puede sumar a la larga lista de víctimas económicas de la pandemia.
El complejo de Tigre -inaugurado en 1997- ya suma ocho meses cerrados y en la empresa administradora ya le informaron a las autoridades del municipio y a los más de 500 empleados que la continuidad del parque de entretenimientos hoy está en peligro, aunque todavía no se tomó una decisión definitiva.
Desde la empresa Sociedad Comercial del Plata, que tiene la concesión, emitieron un comunicado en el que señalaron: “El Parque de la Costa está cerrado desde el inicio de la cuarentena y se ha realizado un gran esfuerzo para pagar los salarios, a pesar de no contar con ningún ingreso y tener que acumular gastos y pérdidas crecientes que hoy son imposibles de afrontar. Aún las autoridades no han establecido protocolos ni hay fecha definida para una eventual apertura, pero es evidente que aunque esto se decidiera, la actividad aún enfrentaría un contexto sumamente desfavorable”.
El Parque de la Costa emplea a una 500 personas. Según la empresa la operación resulta hoy “inviable” y no descartaron “un eventual traspaso de la gestión”.
Además, los dueños de la empresa apuntaron contra la falta de iniciativa por parte de la Provincia y el Municipio en avanzar con la reapertura: “Aún las autoridades no han establecido protocolos ni hay fecha definida para una eventual apertura, pero es evidente que aunque esto se decidiera, la actividad aún enfrentaría un contexto sumamente desfavorable. A este panorama se agregó la decisión del propietario del 50% del predio de no renovar el convenio de uso del mismo”, explicaron fuentes de la empresa en diálogo con Ámbito.com.
El proyecto tenía problemas de rentabilidad desde hace algunos años: en su esplendor llegó a recibir 2 millones de personas al año, mientras que en 2019 apenas alcanzó los 800.000.
Además de esa caída en la concurrencia, también descendió el gasto per cápita. A eso se suman costos de mantenimiento elevados; endeudamiento en dólares para comprar las máquinas, que son importadas, en un país de alta volatilidad del tipo de cambio y una gran cantidad de juicios laborales y de accidentes menores dentro del parque.