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CIENCIA
6 de junio de 2018
El esqueleto de un hombre que habría muerto crucificado hace 2.000 años arrojó nuevos indicios sobre cómo fue la muerte de Jesús. El increíble descubrimiento fue realizado por un grupo de arqueólogos italianos y posteriormente publicado por la revista Archaeological and Anthropological Sciences.
Los investigadores quedaron asombrados ya que, si bien la crucifixión fue una práctica que los romanos utilizaron durante muchos años, se han encontrado muy pocas pruebas físicas de ese método de castigo.
Esto, debido a que la madera de las cruces utilizadas se degradaba muy rápido y una vez que la tortura terminaba los clavos eran extraídos del cuerpo.
"La importancia de este descubrimiento reside en el hecho de que es el segundo caso documentado en el mundo", explicó, Ursula Thun Hohenstein, de la Universidad de Ferrara.
Así, el esqueleto hallado en las excavaciones de una tumba en Padana, Venecia, se ha convertido en un importantísimo aporte a la historia de la humanidad.
Se trata del cuerpo de un hombre de no más de 35 años que presentaba una extraña lesión en el hueso del talón. Este dato es fundamental ya que, los expertos sugieren "la crucifixión como una posible causa de la lesión".
No obstante, aclararon que esa “interpretación se ve complicada por la mala conservación de la superficie de los huesos y a los daños y agujeros presentes en otras partes del esqueleto”.
La primera prueba de crucifixión fue hallada en 1968 por el arqueólogo Vassilios Tzaferis en Jerusalén y consiste en los restos de un hombre judío que tenía un clavo de 18 centímetros en el talón.
Fuente: losandes.com.ar