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MUNDO
26 de marzo de 2018
“Nadie en mi familia quiere hacerse cargo del negocio. Soy la más valiente de todos”.
Las serpientes siseaban como si no hubiera un mañana. Ibu Rica colocó la jaula a la altura de su cintura con cobras molestas desde hace 30 minutos, el ruido ensordecedor de las motocicletas de Jalan Mangga Besar, un camino transitado en el noroeste de Yakarta, alteraba a las criaturas.
No es que le importara mucho a Rica. Sostenía una de las serpientes en su mano, tomando con fuerza el resto de su cuerpo retorcido, mientras pellizcaba su cabeza con unas tenazas de madera. La serpiente siseó cuando apretó aún más las pinzas y tiró de su cabeza en un movimiento limpio.
“Mi esposo vende durios a unos cuantos puestos”, me dijo de manera casual, mientras el cuerpo de la serpiente sin cabeza se retorcía furiosamente. “Él no se atreve a ayudarme con las cobras”.
Era la tercera vez que visitaba el puesto amarillo de Rica. Se instala alrededor de las 5:30 PM todos los días cerca del Hotel SUMI en Mangga Besar, ofreciendo a sus clientes palitos de cacahuate con satay de cobra y shots de sangre de serpiente. La serpiente venenosa se come a lo largo del sureste asiático, donde se cree que su sangre y carne tiene propiedades curativas.
Rica colocó una lista enmicada frente a mí donde estaba escrito todo lo que las entrañas de la cobra pueden ayudar a curar. Puede desintoxicar tus pulmones y sangre; curar reumatismos, diabetes, flujo vaginal anormal, presión arterial alta y baja; y todo tipo de problemas cutáneos como acné, alergias, eczema y erupciones. Básicamente las cobras son un súper medicamento, o eso decía la lista.
Pero hay otra razón por la que Rica opera su puesto durante las noches. Se cree que las cobras mejoran la potencia entre las sábanas. En Asia, los hombres creen que el consumo de sangre y órganos de una cobra mejorará su rendimiento sexual. Rica me dijo que muchos hombres pasan por su puesto con la esperanza de que un shot de sangre los convertirá en un éxito en la cama. Pero yo creo que todo está en sus mentes, dice ella.
“En mi opinión, el tema del vigor viril es más que nada una sugestión mental”, explicó. “Puede ayudar a ciertas personas, pero no a otras. Como las cobras mejoran la estamina, los hombres pueden durar más tiempo en la cama. Pero sí son buenas para la piel, eso te lo garantizo”.
“¿Realmente funciona?”, pregunté.
“Pregúntale a mis clientes”, respondió Rica, señalando a una mujer con la piel clara y una coleta sentada junto a mí. La mujer, una agente de viajes llamada Carolina, me dijo que ha consumido serpiente tres veces al mes durante los últimos tres años.
“Solía tener barros por toda mi cara”, dijo Carolina. “Ahora es maravillosa. Toda mi familia cree en los beneficios de la serpiente. En particular la carne es buena para la piel. La sangre y las entrañas sirven más para la energía”.
Cuando Rica era más joven, no tenía idea de que la gente comía serpientes. Nació en Yakarta y creció en lo que hoy en día es la ciudad más grande del sur de Asia. Las cobras existen en Indonesia, pero son más comunes en las selvas y zonas del área rural. Pitones, claro. ¿Pero cobras en Yakarta? Para nada.
Pero cuando Rica se casó con su esposo, el vendedor de durios, él sugirió abrir un puesto de cobras. Había muchos inmigrantes japoneses y taiwaneses trabajando y paseando por Mangga Besar, y su esposo pensó que las cobras serían un éxito.
“Me dijeron que a esas personas les gustaba comer serpientes”, recordó Rica.
Aprendió cómo cocinar cobra leyendo recetas en internet. Sirve serpientes como satay, asando la carne antes de bañarla en salsa de cacahuate, cebollas, pepinos y chile birds’ eye. También cocina los órganos del animal y sirve la sangre en una tacita de porcelana blanca.
“¿Podrías escoger una buena para mí?”, preguntó.
“Seguro”, dijo Rica con un guiño. Y luego introdujo su brazo en una jaula, tomando una de las serpientes mortales con sus manos desnudas. Las cobras necesitan mantener sus colmillos y el veneno para “maximizar” los beneficios a la salud; se cree que las cobras que les quitan los colmillos carecen de los ingredientes necesarios para mejorar la energía y vitalidad. Entre más venenosa la serpiente, más potentes son sus efectos, explicó Rica.
“Consigo las serpientes de Semarang, Serang o Tegal”, me contó, ennumerando las diferentes ciudades. “Mi proveedor contrata a un montón de trabajadores para que atrapen serpientes por kilo y las envíen a Yakarta. Por lo regular ordeno casi 100 cobras cada diez días. Solía vender diferentes tipos de serpientes, pero ahora me especializo en cobras porque son las más potentes y populares”.
Rica sostuvo la serpiente en sus manos. Siseó furiosamente y mostró sus pequeños colmillos.
“Entre más agresiva la cobra, es mejor”, añadió. “Logras absorber su energía potente y es bueno para tu energía. Las cobras reales son las mejores, ya que son más grandes y más agresivas. Pero sólo las traigo cuando hay una orden especial, porque cuestan más que las normales”.Pero toda esta agresión tiene un costo. Las serpientes han mordido a Rica. Tiene una cicatriz profunda en su brazo izquierdo de cuando una cobra hundió sus colmillos en 2009, fue enviada a cuidados intensivos y la mantuvieron bajo observación durante meses.El veneno de la cobra es increíblemente peligroso. Rica sobrevivió la mordida, pero otras 11.000 personas no, según la Sociedad Internacional de Toxicología. El año pasado, una cantante dangdut que utilizaba una cobra para sus presentaciones, murió durante un espectáculo luego de que el animal la mordiera en el escenario.
“Es un trabajo peligroso, pero también muy rentable”, me cuenta Rica. “Puedes vender muchas cosas de una sola serpiente. La piel y los huesos se usan para preparar diferentes tipos de aceites, ungüentos y medicamentos que generan más dinero”.
Retiró la cabeza de la cobra y extrajo su sangre en un recipiente pequeño. La oscura sangre llenó la raza hasta la mitad. La cabeza de la cobra cayó a la jaula desde la tabla de cortar. La boca se abría y cerraba lentamente mientras los músculos del animal decapitado lanzaban sus últimos impulsos de energía.
Rica y su asistente tomaron la serpiente sin cabeza y retiraron la piel. El cuerpo seguía retorciéndose cuando empezaron a cortar los órganos.
“Seguirá moviéndose hasta que la cocine”, dijo. “¿Quieres el corazón y el hígado? Puedo prepararlos con satay”.
“Seguro”, dije. “Por qué no”.
Sumergió los órganos crudos en la salsa. Luego, añadió un poco de vino de arroz y miel a la sangre. “Disfruta”, dijo Rica, ofreciéndome la taza. Las entrañas eran moradas, esponjosas y cubiertas de mucosa blanca. Cerré los ojos y tragué, limpiando la boca con un shot de sangre. La sangre sabía a alcohol y miel.
El satay tenía una textura muy fibrosa. Las serpientes son criaturas austeras y la carne sabe igual. Pero la salsa estaba deliciosa: una mezcla perfecta de especias y un suave sabor a cacahuate. La comida completa me costó Rp 100.000 (apenas unos $7.50 dólares). Las ganancias de Rica son suficientes para llevar a sus dos hijos hasta la universidad.
“Nadie más en mi familia quiere hacerse cargo del negocio”, dijo. “Soy la más valiente de todos”.