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ECONOMIA
18 de octubre de 2017
Por la devaluación del peso, la inflación, y el encarecimiento del crudo, llevaron a las compañías a tomar la decisión inminente de aplicar una fuerte suba, pero, a pedido del Gobierno, será luego del 22 de octubre.
Los principales factores: devaluación del peso, inflación, suba del crudo y liberación de precios, llevaron a las principales petroleras que operan en nuestro país, a aplicar un fuerte aumento en los próximos días, el que será efectuado sobre naftas y gasoil.
Las remarcaciones en los surtidores aún no están definidas, pero tendrán un piso de aproximadamente 6%, para cubrir la depreciación del peso. Según las empresas, sin embargo, la buena salud de su negocio requeriría un ajuste por encima del 10% e incluso se baraja llegar a un 15/16%.
Los principales actores del mercado son YPF -bajo control estatal-, Shell, Axion (de estrecha relación con el ministro de Energía), Pampa Energía y Oil. Algunas de esas compañías ya aumentaron en los últimos días el precio mayorista de los combustibles, con ajustes en torno del 10%, que preludian lo que ocurriría tras las elecciones.
Por su alta participación (tiene cerca de un 55% del mercado), las empresas esperan que YPF dé el primer paso. Como suele ocurrir, luego la seguirían sus competidoras.
La devaluación del peso tiene un impacto directo sobre el valor del petróleo, la principal materia prima para producir combustibles, que representa un 80% de los costos de las refinerías. Se paga en pesos, pero de acuerdo con la cotización de la moneda norteamericana. De manera que la depreciación del billete doméstico, el que usan los automovilistas para pagarles, obliga a las empresas a un desembolso mayor al momento de hacerse del crudo. Esa presión es la que intentarán trasladarles cuanto antes a los automovilistas.
A principios de julio, cuando se definió el último aumento, el dólar estaba a $ 17,06. Hasta ayer, había trepado hasta los $ 17,64.
Por otra parte, desde fines de septiembre y por decisión del ministro de Energía, Juan José Aranguren, se liberaron los precios de los combustibles.
"Dentro de lo previsto en el acuerdo, un aumento de los precios internacionales permitiría la liberación de los precios internos y de ese punto en adelante mantener la paridad con éstos con un funcionamiento pleno de las reglas de mercado", decía en dicha oportunidad el ministerio de Aranguren en un comunicado enviado a las empresas.
El convenio entre las refinadoras, que tenía el acompañamiento del Gobierno, contemplaba una revisión trimestral de precios sobre la base de la cotización del crudo, el precio de los biocombustibles y el tipo de cambio. Bajo ese paraguas, las naftas y el gasoil aumentaron 7,2% y 6% en julio pasado, pero habían caído en abril, cuando el gasoil se abarató 2,6% y las naftas, 0,1 por ciento.
Pese a que nada les impide a las empresas retocar los valores, desistieron de hacerlo para mantener la cancha seca en la víspera de las elecciones legislativas. Y más allá de esto, es un pedido “off the record” desde los pasillos de la Rosada.