Viernes 22 de Noviembre de 2024

OPINIÓN

23 de marzo de 2015

El suicidio en Catamarca una deuda de vieja data

Ponemos a vuestra consideración un escrito publicado en la web por la Lic. Liliana Iglesias
En Octubre del 2002 el Departamento de Salud Mental de Catamarca dependiente del
Ministerio de Salud de la provincia, declaró a Catamarca en Estado de Emergencia Social
debido al elevado índice de suicidios que se registraron durante ese año, un mes más tarde
fuimos convocados para diseñar un programa provincial de prevención del suicidio.
He aquí que con lo que nos encontramos, fue con un silencio o por lo menos con una
oscuridad. AQUÍ EL TEXTO COMPLETO:

El silencio en Catamarca Autora: Lic. Liliana Iglesias

En algún lugar de Arabia , un maestro y su discípulo caminaban lentamente por un bancal, en plena noche. De repente el discípulo dijo a media voz: - Qué silencio... - No digas “qué silencio” le aconsejó el maestro. Di: “No oigo nada”

Hacer hablar al silencio, aprender a decodificar signos donde parece no haberlos, resulta a veces como en ese viejo gag circense en que el payaso busca en un círculo luminoso un objeto que ha perdido, no porque dicho objeto se haya perdido en ese lugar sino porque “aquí hay luz”.

Mas allá de lo divertido de la anécdota, este relato que ha sobrevivido en el tiempo y ha atravesado diferentes culturas encierra una verdad, es mejor buscar donde hay luz que abandonar la búsqueda, si no encontramos el objeto perdido, tal vez encontremos otra cosa, en la oscuridad seguramente no encontraremos nada. Si decir y callar son a la sonoridad lo que ocultar y mostrar a la visibilidad entonces mejor forzar el oído para escuchar el silencio que dejarse atrapar en su reino. Nuestra vida cotidiana está sostenida por condiciones en las que usualmente no pensamos. Condiciones silenciosas que operan a diario que solo las registramos cuando faltan, “...no nos sorprendemos lo suficiente, sostiene Albert Camus, de que vivimos, como si nadie supiera que vamos a morir”.

La vida cotidiana, que Michel de Certeau llama “lo ordinario” es una combinatoria de acciones y operatorias, cada uno tiene las suyas, que dan por resultado un arreglárselas para vivir . “.... en realidad todas estas pertinacias son modestos exorcismos contra la muerte, vivientes que se hacen los distraídos, reos obstinados que se niegan a notificarse de su injusta condena” Dice Benedetti en Cotidianas Lo extraordinario entonces, es no poder arreglárselas para vivir, es tener a la muerte demasiado cerca.

En Octubre del 2002 el Departamento de Salud Mental de Catamarca dependiente del Ministerio de Salud de la provincia, declaró a Catamarca en Estado de Emergencia Social debido al elevado índice de suicidios que se registraron durante ese año, un mes más tarde fuimos convocados para diseñar un programa provincial de prevención del suicidio. He aquí que con lo que nos encontramos fue con un silencio o por lo menos con una oscuridad. “En Catamarca de suicidio no sabemos nada, aquí estamos para que ustedes -que son los especialistas- nos digan que es y que hacer para parar esta ola de suicidios”. Los que sinceramente alegaban nada saber eran: agentes sanitarios, operadores telefónicos y profesionales de la Salud que habían atendido o iban a atender a personas con ideas, fantasías o tentativas de suicidio, a familiares y amigos e incluso posiblemente ellos mismos hubieran tenido alguna experiencia personal o familiar relacionada con el suicidio. Por lo cual deberían tener distintas representaciones sobre ese significante llamado “suicidio”; se hacía difícil pensar que nada sabían al respecto por lo cual más que de una negación se trataba de una provocación o casi una propuesta.

El problema entonces era como entender esta propuesta. ¿Que significa, en ese contexto socio-político-económico-religioso particular que es Catamarca, la sincera afirmación “De eso no sabemos nada” ? Significa no tener ninguna representación al respecto, se refiere a un saber que no existe, un saber del que se tiene un desconocimiento absoluto, ausencia absoluta, de vacío total. O por el contrario da cuenta de un saber que por algún motivo se prefiere no enunciar.

Algo sabido y ocultado, callado, silenciado. Alguien entonces tomó la palabra para decir “en Catamarca reina el silencio”, no solo los suicidios casi todas las muertes son silenciadas, Tapándolas, ocultándolas, impidiendo que los muertos sean llorados, naturalizándolas o negándolas. ¿Callar será lo mismo que quedar en silencio? ¿Callar será convertir al silencio en una forma discreta de asentimiento, de connivencia? y si quien calla otorga, ¿qué otorga quien calla?. Por último este silencio de saberes, de ideas, de palabras, no se habrá convertido en mutismo. En medio de esta afirmación pública, había un trasfondo de enojo, pelea y desacreditación de los saberes, una especie de todos contra todos. Se habló entonces del velorio del angelito, un ritual muy arraigado en la zona ligado a la muerte de los niños pequeños, se cree que cuando un niño muere no debe ser llorado porque es un angelito. Los ángeles están en contacto directo con el reino de los cielos, con el reino de Dios. Se acude al velorio de un angelito a hacer un nudo en uno de los hilos de la manta que lleva sobre el cajón (que siempre es blanco señalando lo inmaculado) ese nudo es un encargo que el angelito debe llevarle a Dios. Algunos dicen que si se llora al niño, las lágrimas mojan las alas del angelito y le impiden volar, llevando con él la esperanza de que interceda ante Dios para que escuche los encargos que se le hacen los que aún están vivos. Luego hablaron de las “marchas de silencio” y se sostuvo que de no haber sido por la presencia de una persona de otra provincia (se refería a Martha Pelloni) nadie se hubiera animado a denunciar el asesinato de María Soledad Morales.

Del mismo modo que el 19 y el 20 de Diciembre del 2001 cuando todo el país era un solo cacerolazo, en Catamarca nadie salió a la calle a protestar, cuando se le preguntaba a la gente ¿porqué? unos alegaban que era por temor a perder el trabajo, en la provincia casi todos los trabajos son estatales porque ya no queda industria, otros respondían simplemente ¿para qué? Hasta aquí parecería que se están nombrando tres tipos de silencios •

Al dolor por la muerte de niños pequeños. ¿Tal vez encubra el hambre y la desnutrición? o Una creencia que intenta sostener alguna espranza. • Las formas silentes de la impunidad, a la cual se le responde de dos maneras diferentes o Las marchas de silencio o El silencio del 19 y el 20 El silencio activo y provocador el de las marchas de silencio que comenzaron en 1990 que develaron la impunidad existente en la provincia, es un silencio que interpela y hurga, que mueve y remueve, un silencio indignado y también esperanzado que llevó a que se realizaran durante siete años 83 marchas, que movilizó en noviembre del 90 a 40.000 personas. Que derrocó un gobierno impune, que obligo a que se encontrara culpables a Luque y a Trula ; pero que todavía sigue esperando el juicio por el encubrimiento político y policial del crimen.

En cambio el silencio del 19 y 20 Diciembre es todo lo contrario es un silencio sumiso, rendido, resignado, desesperanzado e inmóvil. En este silencio ya no hay lucha ni conflicto El silencio aterrado e inmóvil casi impensable. Temor a quedar sin trabajo. Desesperanza por haber perdido todo. Es la diferencia entre un pueblo esperanzado y uno rendido. Entre un silencio y otro existen diez años de destrucción sistemática de una cotidianeidad “Aquí nadie dice nada, incluso los profesionales no hablan por temor a decir algo inadecuado”.

Un participante que hace rato que trata de hablar, comienza diciendo “soy callado cuando quiero hablar”: En el hospital no se discute la clínica, al psicólogo se lo apercibe por sus llegadas tarde y se le controla el horario pero lo científico está muy acallado, si ni siquiera se discute la clínica cómo se van a animar a hacer un escrito en los diarios. Existe un sometimiento al poder hegemónico de la psiquiatría del silencio. Ese “soy callado cuando quiero hablar” tiene una doble marca “alguien me calla no me permite hablar” “Hablo callando” Si preguntáramos cómo se habla en Catamarca: Se podría contestar con silencio. Desde esta lectura el silencio del 19 y el 20 también podría pensarse de esta manera. Si el país es un solo cacerolazo, Catamarca protesta con su forma “El silencio reina en Catamarca”

El tema ahora es la sustitución: a los muertos se los sustituye rápidamente por otra persona para que sean olvidados. Hacen referencia a una canción que Cesar Isella le dedica a María Soledad Morales y que rápidamente se convierte en el padrino de otra Soledad (Soledad Petorutti) reemplazando a una por otra. Como confirmando esta idea sostienen que lo mismo sucedió con la muerte de Rodrigo el cantante bailantero que rápidamente fue reemplazado por Walter Olmos un chico catamarqueño de 19 años. Después hablaron de unos talleres sobre la muerte que estaban realizando en el hospital a partir de haber empezado a trabajar con pacientes cancerosos terminales. “Hacía unos pocos meses que estábamos trabajando en los talleres cuando vino el accidente de la Cuesta del Totoral, se desbarrancó un micro con 72 pasajeros que volvían de rezarle a la Virgen del Valle. Fueron 50 muertos y 25 heridos. La provincia es muy creyente de la Virgen y que ese micro se haya desbarrancado fue vivido como un abandono, “ya ni la virgen nos quiere”. La semana anterior se había matado Walter Olmos –pegándose un tiro en la cabeza-, los chicos aquí realmente lo querían, era como una esperanza, era la posibilidad de mantener la idea de que vivir un poco mejor es posible, es como si los chicos pensaran “si Walter Olmos lo hizo yo también lo puedo hacer”, lástima que esto valga tanto para construir la esperanza como para destruirla. No habíamos terminado con el accidente de La Cuesta del Totoral cuando se vino la ola de suicidios.

Pasamos de acompañar a un paciente con cáncer, a tener que acompañar a miles de personas porque 2 o 3 de sus familiares habían muerto. No habíamos terminado con eso que se nos vino la ola de suicidios. El suicidio de Walter Olmos fue el 7 de septiembre y las muertes por el accidente el 14 de Septiembre. Hasta ese momento se habían registrado 25 suicidios en y en los meses siguientes se duplicó hasta llegar a 54 el primero de Diciembre. En tres meses 30 personas más se quitaron la vida

¿Qué clase de muerte es un suicidio? Mariel tiene 24 años y hace diez años que le habla a su madre que se ha suicidado para tranquilizarla, le cuenta los problemas cotidianos y le dice “no te preocupes, todo se va a arreglar”. Mariel, como muchas de las personas afectadas por un suicidio, carga con un duelo imposible. La mamá de Mariel es un muerto viviente, es un ser que no tiene sepultura, que sigue sufriendo por algo que no le permite morir en paz. Es un ser cuyo sufrimiento no está ligado al hecho de que no pueda vivir , sino al hecho de no poder morir, de ser insepultable. ¿Entonces qué clase de muerte es un suicidio?

El suicidio es una no muerte, El suicidio no es una forma de morir es una forma de vivir punzando el psiquismo de quienes fueron testigos, es un duelo imposible. Así lo atestiguan los 260 suicidios de los que alguna vez fueron “los chicos de Malvinas” que eligieron el suicidio para provocar a quienes tienen una deuda con ellos y hacer hablar sobre una guerra absurda de la cual no se habló nunca. Si el suicidio es una forma de vivir. El silencio es una forma de enunciar.

¿Qué más tienen que hacer Catamarca para que se la escuche?. 

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