Sabado
23 de Noviembre de 2024
20 de octubre de 2015
En un comicio como el del domingo próximo en el que un punto puede definir todo, el fraude electoral comienza a tener mayor relevancia, por lo que conocer sus variantes pone en valor la importancia del control antes, durante y después del proceso electoral
Si bien antes de la Ley Sáenz Peña, cuando el voto no era secreto, o aún durante la “década infame” de los años ’30 las prácticas de fraude eran moneda corriente, ese fantasma sigue estando presente en todas las elecciones: lo denuncian los que pierden y lo niegan los que ganan. Algo más complicado es adentrarse en el submundo de las diferentes formas de un delito que puede tener impacto en el resultado real de los comicios, hasta doblegar la voluntad del electorado.
Clientelismo, voto-cadena o robo de boletas son algunos ejemplos de esta práctica ilegal que tiene otros procedimientos más o menos conocidos, pero que también inciden en el destino de la elección. Además, los expertos destacan que en un comicio como el del domingo próximo en el que -según marcan las encuestas- un punto puede definir todo, el fraude electoral comienza a tener mayor relevancia, por lo que conocer sus variantes pone en valor la importancia del control antes, durante y después del proceso electoral.
Doce formas de fraude electoral: de qué tratan y cómo evitarlas
A continuación, las formas más comunes de hacer fraude:
Consiste en votar en lugar de personas fallecidas o de electores que están en el padrón, pero que no tienen la obligación de votar. Por ejemplo, mayores de 70 o menores de 18 años u otros que viven en el exterior y no han cambiado su domicilio.
Esta variante se comete antes del inicio de los comicios y consiste en meter sobres con boletas adentro de la urna para inflar el caudal de votos de un determinado partido. Al final, eludiendo a los fiscales, se altera en el padrón la cantidad de votantes, para emparejar la cantidad.
Si bien la acción no constituye fraude, es un paso fundamental para permitir acciones de este tipo. Ocurre cuando se envían citaciones a gente que no vive más en el domicilio o que ha fallecido o directamente se le paga a la autoridad citada para que se ausente el día de la votación. Entonces, su lugar lo toma la primera persona que está en la fila durante la elección, alguien que ya fue “comprado” por un partido político.
La práctica en autos particulares, taxis o colectivos en sí no es fraudulenta, salvo que se la utilice para poder armar cadenas de votantes a cambio de un pago cuando retornan al vehículo.
Esta modalidad comienza con el robo (o entrega si se logró infiltrar al presidente de mesa) de un sobre vacío firmado previamente. Éste se le pasa cerrado a un votante, ya adentro con la boleta del partido al que se quiere beneficiar. Cuando sale del cuarto oscuro y deposita el sobre que trajo en la urna, antes de recibir la recompensa, el votante tiene que entregar vacío el sobre firmado que él recibió cuando se presentó para votar para que el puntero meta allí nuevamente la papeleta del espacio que comete fraude para que otro elector haga lo mismo y, así, hasta formar una cadena.
Sucede cuando se colocan papeletas falsas de partidos a los que se quiere perjudicar con el objetivo de que ese voto termine impugnado.
Es una de las metodologías más denunciadas y sucede durante todo el proceso de votación dentro de los cuartos oscuros.
Ocurre una vez terminado el proceso de votación y consiste en modificar los resultados reales de la elección en las planillas donde se vuelcan los números finales de cada mesa, haciéndolos coincidir con el telegrama y suponiendo que esa urna no se abrirá más.
Si no hay fiscales, es común que se cambien casi todos los sobres poniendo los del partido que hace el fraude, casi siempre el oficialismo. Otra variante es la sustitución de la urna completa antes de enviarla al Correo o aún sobre el vehículo en el que se realiza el traslado.
Significa aludir a problemas técnicos o interrumpir el suministro eléctrico para modificar los resultados de los comicios.
Es una de las prácticas fraudulentas que no se da necesariamente el día de la elección y que consiste en concederle favores, beneficios o dádivas al elector a cambio de su voto.
Consiste, principalmente, en impedir que la persona elija libremente amenazándola con sacarle algún beneficio o prestación o acompañándola al lugar de votación con el fin de manipular su decisión.
Fuente: Agencia DyN