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23 de Noviembre de 2024
INTERNACIONALES
30 de septiembre de 2015
El Papa envió ayer una carta a las autoridades del estado de Georgia para modificar la pena de la condenada. Además, la semana pasada había pedido al Congreso poner fin a la pena de muerte.
Una mujer condenada a muerte por el crimen de su esposo hace 18 años fue ejecutada hoy en Estados Unidos, a pesar de que el Papa Francisco se había manifestado la semana pasada ante el Congreso a favor de la abolición de la pena de muerte. Se trata de Kelly Gissendaner, de 47 años, que murió tras recibir una inyección letal en la prisión de Jackson, en la ciudad de Atlanta.
"Cumpliendo una orden del tribunal, Kelly Gissendaner fue ejecutada según la ley. Ella realizó una última declaración y solicitó que se le permitiera rezar", dijo a la agencia de noticias France Presse Gwendolyn Hogan, vocera de la administración penitenciaria de Georgia. Ayer, la Junta de Indultos y Libertad Condicional del estado sureño había denegado suspender la ejecución.
"La comisión rechazó el pedido de revaluación de su decisión anterior, que descartó clemencia para Kelly Gissendaner", dijo el portavoz de esta junta unas cuatro horas antes de la hora prevista para la ejecución.
La ejecución tiene un significado particular, cinco días después de un llamado realizado por Francisco en el Congreso de Washington a abolir la pena de muerte. Ayer, el representante del Vaticano en Estados Unidos, Carlo Maria Vigano, hizo un "llamado urgente" en nombre del Papa para conmutar la pena de Gissendaner. "Sin querer desestimar la gravedad del crimen por el cual Gissendaner fue condenada, estando siempre con las víctimas, de corazón, le imploro sin embargo conmutar esta sentencia en una pena que se traduzca en justicia y piedad a la vez", escribió.
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Kelly Gissendaner, de 47 años, es la decimosexta mujer en ser ejecutada desde que la Corte Suprema restableció la pena capital en 1976 y la primera en Georgia desde 1945. Gissendaner fue sentenciada a la pena capital por planear y conspirar en la muerte de su esposo, Doug Gissendaner, junto a su amante Gregory Bruce Owen, en 1997. Owen, el autor material del asesinato, solo fue condenado a cadena perpetua tras testificar contra Gissendaner en el juicio.
Se trata de la primera persona en Georgia en ser ejecutada pese a no haber sido quien cometió directamente el crimen, desde que se restableció la pena capital en los años setenta, de acuerdo con el Centro de Información sobre la Pena Capital (DPIC).