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ACTUALIDAD
13 de julio de 2015
La infidelidad es una situación que se presenta de manera frecuente en todas las sociedades del mundo.
Terminemos con el mito que los hombres son más infieles que las mujeres, ya lo demostraron estudios científicos: la proporción de infieles es la misma en ambos géneros. Algo sorprendente es que recientemente un grupo de investigadores descubrió el gen de la infidelidad femenino.
Las mujeres mienten y disimulan mejor las situaciones, ellas mismas lo aceptan. A la mayoría de los hombres les cuesta más: se los nota incómodos y la vuelta a su casa no es un camino libre de obstáculos mentales, sensaciones raras y comportamientos extraños.
No es bueno juzgar. En este tema ni en otros porque es la dinámica de la vida y son cosas que pueden pasar. Nadie conoce lo que está viviendo la pareja, excepto los involucrados. Por otro lado, en algunos casos no habría un conflicto de pareja y, según varios expertos, es ahí donde las hormonas y la expresión de genes jugarían un rol más preponderante.
Muchas veces las atracciones animales (“primitivas”) son difíciles de reprimir desde lo que es la voluntad. En algunas oportunidades una persona tiene una gran atracción con otra, y digo “animal” porque en esos momentos explota la sensación de un comportamiento que va más allá de lo sexual, e inconscientemente podría manifestarse un deseo reproductivo. Y, otras veces, tomar la decisión de no ser infiel es muy fácil porque uno ama a su pareja y está viviendo momentos de plenitud.
Es difícil generalizar, pero tendería a ocurrir cuando la pareja está en crisis, y formaría parte del proceso de separación. A veces, puede llegar a ocurrir de manera esporádica o transitoria. No hay ni una forma única, ni un motivo universal, ni tampoco las diferentes situaciones que la estimulan son siempre las mismas.
Estas descripciones demuestran lo complicado que es este tema, y que realmente nadie tiene una respuesta absoluta. Por lo que diferentes grupos de investigadores a nivel mundial estudian a la infidelidad como una manera de seguir analizando el comportamiento humano.
Uno de los genes más famosos que predisponen a la infidelidad tanto en mujeres como hombres, es el llamado DRD4. Variantes (alteraciones) de este gen se asociaron con personalidades que toman riesgos. El gen DRD4 tiene un impacto en la motivación o compulsión para realizar algunos comportamientos sexuales, como la infidelidad y la promiscuidad. Es fundamental aclarar que no todas las personas que tengan una variante de este gen van a ser infieles.
Recientemente se publicó un nuevo estudio que descubrió el "gen de la infidelidad femenino". Se estudiaron casi 7.400 gemelos (tienen el mismo ADN, serían "clones", ya que tienen la misma información genética) y mellizos finlandeses. De los participantes estudiados, el 6.4% de las mujeres y el 9.8% de los hombres contaron que habían tenido un "affaire" con 2 o más compañeros sexuales en el último año.
Este estudio demostró que las mujeres que tenían variantes (alteraciones) del gen AVPR1A eran más promiscuas e infieles, y ese hallazgo no estuvo presente en los hombres. Con lo cual se puede clasificar como el "gen de la infidelidad femenina". Llama la atención que la conclusión fue que el 40% del cambio en el comportamiento promiscuo en estas mujeres podría atribuirse a sus genes.
Este gen AVPR1A es conocido como el gen de la hormona vasopresina, también llamada hormona antidiurética, la cual participa de la regulación del balance de agua corporal y el flujo de orina. Pero el gen de la vasopresina participa de diferentes comportamientos en humanos y animales, como la unión sexual, la empatía y la confianza, por lo que los autores de este estudio consideran que tiene sentido que variantes de este gen participen en un comportamiento sexual como es la infidelidad.
Aunque una mujer tenga la predisposición genética, la realidad demuestra -como ya mencionamos- que hay múltiples factores que influyen a que una mujer sea infiel o no lo sea... Por lo que aquella que haga uso de la portación de esta variante genética como una excusa perfecta y podría llegar a decir algo similar a "mi amor, te juro que no fue culpa mía... ¡Es culpa de mis genes!"