Viernes 22 de Noviembre de 2024

ECOLOGIA

12 de mayo de 2015

La agencia EFE se hizo eco del problema de los agrotóxicos en una población chaqueña

“Avia Terai, un pueblo argentino que vive rodeado de veneno”, se titula la nota de la agencia noticiosa española. Es un reflejo del drama que viven los pobladores de esa localidad de interior chaqueño expuesta a las pulverizaciones con agrotóxicos en los campos de algodón transgénico.

Avia Terai, es una pequeña población rural de la provincia argentina de Chaco, rodeada por campos de algodón transgénico, donde los vecinos denuncian que el regado masivo con agroquímicos de esos cultivos provoca desde hace más de diez años enfermedades respiratorias y cancerígenas en los vecinos.

Aixa, habitante de Avia Terai, tiene 8 años y todo su cuerpo cubierto de manchas y verrugas negras. Hace pocas semanas volvió de Buenos Aires, donde le extrajeron cuatro tumores de la espalda, pero los médicos aún no han podido comprobar el origen de su extraña enfermedad.

Son necesarios costosos estudios moleculares para que los científicos puedan entender de dónde proceden esos tumores, marcas y sarpullidos que, como ella, otros tres niños del pueblo también tienen en su piel, según explicó la médica María del Carmen Seveso, integrante de la Red de Salud Popular Ramón Castillo.

Seveso y algunos de los pobladores del lugar opinan que los constantes regados con agroquímicos y los residuos de una de las principales fábricas de semillas transgénicas del país, llamada Genética Mandiyú y ubicada en la localidad hace 17 años, son los que provocan la aparición de estas enfermedades en la zona.

"Antes de la llegada de los cultivos transgénicos, nunca se había visto nada parecido", manifestó Seveso.

Los campos de algodón transgénico son regados cada semana desde hace más de una década con agroquímicos compuestos con glifosato, un pesticida que la Organización Mundial de la Salud (OMS) etiquetó como "cancerígeno".

"Siempre es lo mismo, el avión tira el veneno y no se puede estar ni afuera ni adentro. Los niños se sofocan, tienen dolores de garganta. Viven enfermos", dijo la vecina Olga Toledo.



Según la doctora Seveso, los residuos de la empresa Genética Mandiyú son arrojados a una calle del pueblo.
 

Una siniestra paradoja se ve en los patios de muchas de las casas de los vecinos del humilde barrio construido frente al campo de algodón.

Bidones apilados, blancos y azules, los mismos que se usan habitualmente en el campo para el traslado de los agroquímicos, son aprovechados por las familias para almacenar el agua que consumen.

"Tengo fotos de eso, y lo notable es que la empresa nunca tuvo un control, ni un estudio de impacto ambiental. Nunca se comprobó la salud de los trabajadores, cuando hay personas que, desarrollando trabajos administrativos, sufren de enfermedades respiratorias y de la piel", dijo.

"Todo lo que se maneja en el ambiente es tóxico", explicó Seveso, quien aseguró además que en las últimas dos décadas han aumentado en la zona los nacimientos de niños con enfermedades linfáticas y malformaciones. (InfoGEI) Mg

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