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ACTUALIDAD
9 de abril de 2017
Más de 200 alumnos de escuelas secundarias presentaron conclusiones y propuestas acerca de dos temas que eligieron y los dieron a conocer en el programa de la fundación pontificia Scholas Ciudadanía. El Papa había trabajado en el mismo proyecto en Buenos Aires.
Por Alicia Barrios
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"No extraño la escuela. Para nada. Sin embargo, pasé varios días en el colegio Comercial Público de Roma para dejar testimonio de cómo los jóvenes cumplían el sueño de Francisco”. Convocados por el programa de Scholas Ciudadanía, más de 200 estudiantes secundarios de diez escuelas públicas y privadas, de todas las religiones, bajo un mismo cielo, presentaron conclusiones y propuestas acerca de dos temas que eligieron, después de trabajar durante diez días. Se trata de la discriminación y la indiferencia.
José María del Corral, director de la fundación pontificia Scholas Ocurrentes, docente de cuerpo y alma, emocionado, expresó que “lo más lindo que tiene Roma, para él, no es su arquitectura, sino los jóvenes”.
Junto a Bergoglio trabajó con este mismo proyecto en Buenos Aires. En esa época Francisco fue pionero al pensar que si no cambiaba la educación no iba a cambiar el mundo.
El bullying es el primer y gran problema en el que coinciden los jóvenes de todo el mundo. Así lo demuestran los resultados de la misma experiencia que se llevó adelante con éxito en México, España, Paraguay, Argentina, Colombia, entre otros.
Del Corral, con el guardapolvo blanco, va para adelante, interpretando la angustia de los jóvenes que coinciden en que el mundo de los adultos los trata con absoluta indiferencia. Entiende que deben dejar de ser el futuro para ser el presente.
Además, sostiene que llegó la hora para que los educadores se muevan de su lugar para aprender el lenguaje de ellos e ir a su encuentro. La educación, anquilosada, no está a la altura de la necesidad de los adolescentes.
Al unir distintos espacios sociales que se tienden puentes, los chicos de las escuelas de élite aprenden de la libertad de los que tienen menos recursos. Sin duda, los más pobres son más libres.
Es muy emotivo participar de esta experiencia en la que Scholas pone todo de sí procurando el encuentro. Uno de los elementos que “exportaron de Argentina” para integrar fue un balero. Tuvo un gran éxito la idea, tratando de embocar el palito y errando se reían unos de los otros, dando un paso cada vez más cerca para conocerse.
Se escuchan testimonios dolorosos, como por ejemplo que el 71,3 por ciento de los encuestados cree que hay indiferencia en la sociedad romana, siendo la falta de educación de la familia, la mente estrecha, la ignorancia previa y el egoísmo las causas que se padecen.
En muchos casos, con consecuencias fatales, como el suicidio. A pesar de esta realidad adversa, es una experiencia milagrosa cómo se van acercando entre sí hasta que llega el último día y quieren seguir juntos en esas aulas en común en que Scholas los albergó a todos.
Reinan la armonía, la alegría y el final es con un baile de La Paz, en el cual todos se animan con “dale alegría a tu cuerpo Macarena”. Cada uno hace su coreografía siguiendo la música, musulmanes, rubios, morenos, las monjitas estudiantes, todos se mueven.
José María del Corral, desde el micrófono, convoca a todos y él baila también. Acompaña como puede. Todo no se puede hacer bien. Al cierre de esta edición, se reunía con Francisco para ponerlo al tanto del resultado de esta experiencia inédita. Gracias al Papa, hoy Scholas Ocurrentes trabaja por el bien de 446.133 escuelas de todo el mundo.