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16 de junio de 2016
Diego Bejarano estuvo pegado al 10 argentino desde que entró; "Les gané de mano a todos", dijo al quedarse con la casaca
Messi, ¿me cambias la polera?" El mejor jugador del mundo no llevaba ni 30 segundos en la cancha cuando recibió ese pedido. No venía de un hincha que le gritaba desde las tribunas del CenturyLink Field, casi colmado por un público que había pedido por él desde el inicio del partido: el que le rogaba era Diego Bejarano, el volante boliviano encargado de seguirlo por toda la cancha.
"Cuando el profe (por Julio César Baldivieso, el entrenador) me dijo que me tocaría marcarlo me pregunté: '¿por qué a mí?'. Nosotros estamos acostumbrados a verlo sólo por televisión, esta era una gran oportunidad. Yo no suelo pedirles camisetas a los rivales, no sé por qué lo hice, me salió", contaba después Bejarano con una sonrisa ancha en la zona mixta del estadio, apenas una hora después del partido. Cuando volvió al vestuario, sus compañeros lo cargaron: "Me decían por qué lo había hecho, jeje. Les gané de mano a todos". El trofeo ya descansaba en manos de un amigo, que se lo iba a cuidar hasta que llegaran al hotel: su selección se retiró sin puntos de la Copa América.
Jugador de The Strongest de su país, tomó el desafío de vigilar los movimientos del capitán argentino con deseo de aprobarlo: "Enfrentarlo una o diez veces siempre es especial. Me fue bien, hasta se molestó porque le estaba muy encima. Él estaba un poco enojado, se había peleado con un compañero y yo le decía que se calmara. Estaba fastidioso, se lo veía, yo lo tocaba para marcarlo y enseguida me bajaba el brazo. Al final, no pudo hacer mucho", completó Bejarano y siguió caminando hacia el bus.
Detrás suyo venía Jhasmani Campos, uno de los más buscados por la prensa en ese pasillo con curvas armado por la organización. El 10 de Bolivia, muy a contramano de Bejarano, estaba serio. Había protagonizado un cruce con el otro 10 que terminó con los dos cara a cara. "No pasó nada, fue una jugada rápida, en donde le cometo un falta. Él se para muy rápido a querer cuestionarme, pero me molestó porque entró y quería sobrarnos un poco, y me parece que un jugador de su talla no puede hacer eso.
-¿Qué te dijo que te molestó tanto?
-Es algo que me guardo. Es como que algunos son inocentes y parece que porque él es el mejor del mundo no se le pueda dar una patada.
¿Te dijeron algo tus compañeros después?
-Me felicitaron por eso. Pero son cosas que quedan ahí. Lo admiro como jugador y admiro a la selección de la Argentina.
El último futbolista boliviano en abandonar el estadio fue el capitán, Carlos Lampe. El arquero estaba orgulloso por lo que consideraba un logro propio, mitad en broma y mitad en serio.
-Dijiste que querías atajarle un tiro libre a Messi y uno pasó muy cerca...
-Era difícil y además tenía el viento a ese lado. Pero bueno, no pudo, no tuvo muchas chances y bueno, el único consuelo que tenemos en este partido es que en el segundo tiempo, con el mejor del mundo, no nos pudieron hacer ningún gol más. Messi no me hizo su gol 500 (cuando se enfrentaron por las Eliminatorias, en marzo) y ahora tampoco el gol para empatar a Batistuta, así que estoy muy bien en los duelos con él: me marcó sólo de penal, y era un penal inventado.
Lampe había sido partícipe necesario de la jugada de la noche, esa que se repite en loop desde anoche: el caño que le tiró el 10 argentino: "Messi hace cosas que pensás que no las va a hacer. La jugada estaba invalidada y escuché el silbato, me paré como para pedirle la pelota, pero se las ingenió y le salió el túnel", describió.
Bolivia se fue de Estados Unidos con siete goles en contra en tres partidos. Pero cuando lleguen a La Paz en algo estarán de acuerdo el fan, el enojado y el orgulloso: ninguno de esos festejos llevó el sello del muchacho de la barba naranja.