Viernes 22 de Noviembre de 2024

SOCIEDAD

3 de abril de 2015

Ultima Cena del Señor en la Catedral Basílica

En el comienzo del Triduo Pascual de la Pasión y Resurrección del Señor, durante la noche del jueves 2 de abril, una gran cantidad de fieles se reunió en torno al altar mayor de la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle.

Mons. Urbanc exhortó a los fieles a adentrarse en “lo íntimo del Corazón Sacerdotal de Jesús” y pidió “la gracia de valorar y apreciar el don de la Eucaristía y el sacerdocio ministerial” 

En el transcurso de la ceremonia, en la que se conmemoró la Institución de la Eucaristía y del Sacerdocio, el Pastor Diocesano, repitiendo el gesto que hizo Jesús con sus discípulos en aquella cena antes de ser condenado a morir en la Cruz, lavó los pies de doce laicos, servidores de movimientos e instituciones eclesiales, con ocasión del Año Diocesano dedicado a los Laicos, en el marco de la Misión Diocesana Permanente.

Tras la proclamación de las lecturas, Mons. Urbanc reflexionó sobre los gestos de Jesús en la última cena. En primer lugar se centró en el lavado de los pies que hizo a sus discípulos explicando que “se trata de un ‘signo’ de su entrega y anticipo del don total de la vida en la cruz”. Consideró que “es mucho más que un simple gesto de humildad y servicio. Es un verdadero ‘signo’, un gesto que tiene consistencia en sí mismo, pero cuya verdadera razón de ser consiste en dirigir la mirada de la mente y revelar en profundidad un aspecto importante del ser y de la misión de Jesús”. Asimismo, enfatizó que “este signo anticipa de alguna manera el acontecimiento fundamental de la Cruz como expresión suprema del don de la vida de Jesús por la humanidad”. 

La otra escena tomada por el Obispo como eje de su predicación es “cuando Jesús toma un pan en sus manos y realiza un gesto inesperado y sorprendente para los discípulos. Eso que tiene en las manos es él mismo en cuanto se entrega a la muerte por la humanidad. Y lo mismo hace con la copa”, manifestó.

“La Institución de la Eucaristía es el gesto más importante de los realizados por Jesús. Con él establece el marco que ha de llenarse con el acontecimiento de la Cruz y de la Resurrección”, afirmó, agregando que “en adelante el cuerpo de Jesús, que es la Iglesia, realizará y renovará constantemente su comunión profunda con el Maestro y entre todos sus miembros mediante la celebración sacramental de aquel gesto aparentemente sencillo, pero profundamente cargado de realidad cristológica y eclesial”.

Por ello exhortó a los fieles a que “aprovechemos esta celebración para adentrarnos en lo íntimo del Corazón Sacerdotal de Jesús, y pidamos la gracia de valorar y apreciar el don de la Eucaristía, el sacerdocio ministerial, nuestra condición de servidores  y el mandato misionero para todos”. 

Adoración del Santísimo Sacramento 

Tras la bendición final, el Obispo llevó en procesión la reserva del Santísimo atravesando la nave central hasta el altar ubicado en la nave lateral norte, donde quedó expuesto para la adoración de los fieles hasta la medianoche.

 

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