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SOCIEDAD
29 de octubre de 2015
En el Día Mundial del Ataque Cerebrovascular, expertos alertan de esta enfermedad prevenible que sufren 130.000 argentinos cada año; consejos para que no se manifieste
En nuestro país se producen por año alrededor de 130.000 accidentes cerebrovasculares, más conocidos como ACV. Ello significa que, cada cuatro minutos, un argentino sufre esta grave enfermedad que mata a un tercio de los afectados y deja secuelas de alguna discapacidad en 9 de cada 10 casos.
Los expertos consultados por LA NACION coinciden: reconocer un ACV en el momento que ocurre es fundamental para poder acudir de inmediato a un centro médico donde el paciente pueda recibir el tratamiento adecuado a tiempo.
Hoy, en el Día Mundial del Accidente Cerebro Vascular (ACV), se reafirma la importancia de tomar conciencia de que esta afección es, en la mayoría de los casos, una situación prevenible. Y una vez que ocurre, el actuar rápido por parte de un especialista disminuye notoriamente las consecuencias discapacitantes.
"Es muy importante que estemos bien informados para actuar rápidamente y tener la posibilidad de resolver el cuadro o atenuar sus consecuencias. Ante la sospecha de un ACV toda celeridad es poca porque el tiempo es cerebro", explicó el doctor Francisco Klein, codirector del Centro ACV de la Fundación Favaloro.
Y agregó: "Frente a cualquier manifestación que sugiera un ACV hay que concurrir de inmediato a un hospital, donde luego de un rápido examen neurológico se realizará una tomografía computada o una resonancia magnética. Uno de los datos más importantes es que desde la aparición del primer síntoma de un probable ACV hasta la iniciación del tratamiento en el centro de emergencias no deben pasar idealmente más de 3 horas, como máximo hasta 4 horas y media".
¿Cuándo ocurre un ACV?
"Cuando la sangre que llega al cerebro no es suficiente, ya sea porque una arteria se tapa o bien se rompe, ocurre un ataque cerebral. Así, cuando la natural circulación sanguínea al cerebro se interrumpe o se ve disminuida, comienza la aparición repentina de síntomas neurológicos que pueden generar cuadros de parálisis de miembros o trastornos en el habla, entre otros", explicó a LA NACION el doctor Gabriel Persi, especialista del Área de Neurología Vascular del Instituto de Neurociencias Buenos Aires (Ineba).
El experto, al centrarse en los números, advirtió que la prevención no resulta un tema menor. "Se estima que un 90% de las personas que sobrevive a este tipo de accidentes cerebrovasculares lo hace con algún tipo de discapacidad, mientras que un 50% requiere ayuda de otros para desempeñarse en sus actividades de la vida cotidiana luego de pasar por una crisis de este estilo", precisó y alertó que, en la actualidad, los ataques cerebrales son la primera causa de discapacidad y la segunda causa de muerte en el mundo, lo que lo convierte en una emergencia médica.
Llamado también ACV o Stroke, esta enfermedad vascular se divide principalmente en dos grandes grupos:
Isquémicos: la interrupción del flujo sanguíneo se produce por la obstrucción de una arteria del cerebro, casi siempre producida por la presencia de placas de ateroma, lo que llamamos arteriosclerosis. En otros casos, se debe a la llegada de un trombo desde otras zonas del organismo, generalmente desde el corazón (embolia). Es el más frecuente: ocurre en el 80 % de los casos
Hemorrágicos: aquellos en los que ocurre un sangrado, consecuencia de la ruptura de una arteria. La arteria se rompe por un aneurisma (dilatación progresiva que ocurre en una parte de la arteria debilitada). Cuanto más crece más se dilata y corre riesgo de ruptura.
El tiempo, un aliado clave
"Los médicos sabemos que el tiempo es fundamental cuando ocurre un ACV, pero queremos que no haya ni una sola persona que no lo sepa y queremos que se comprenda que actuar rápido ante las primeras señales de alerta significa disminuir las secuelas de discapacidad que puede generar un ACV", aseguró el neurocirujano Pedro Lylyk, del Instituto Médico Eneri.
Y detalló: "De los 17 millones de personas que sufren anualmente un ataque cerebral, más de un tercio fallece y, otro tercio, queda con discapacidad permanente. Tenemos que trabajar para bajar la mortalidad por Enfermedades no Transmisibles, entre las que se encuentra el ACV, en un 25 % en Latinoamérica. Ese es el compromiso que la Organización Mundial de la Salud (OMS) nos propone para 2025".
El dato crudo es que más de 18.000 personas mueren al año en la Argentina por esta enfermedad y se trata, nada menos, que de la primera causa de discapacidad y la segunda causa de muerte en nuestro país.
"El daño cerebral supone una rotura en la trayectoria vital del paciente y, por su elevado coste sociosanitario, condiciona las situaciones familiares, sociales e institucionales, ocasionando cambios importantes en el estilo de vida del paciente, así como en su personalidad y comportamiento. La recuperación dependerá del nivel de daño que haya tenido en magnitud y puede durar varios meses, dependiendo de la lesión", explicó el Eduardo Echeverría, neurocirujano del Grupo Medihome.
Factores de riesgo
"Esta situación se vuelve aún más preocupante porque tampoco desciende la incidencia de los principales factores de riesgo. La Tercera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo de 2013 expuso algunas cifras que resultan alarmantes", alertó la doctora Laura Grynberg, médica cardióloga de la Fundación Cardiológica Argentina.
La incidencia del sobrepeso y obesidad se encuentra en el 37,1% y el 20,8% respectivamente; el tabaquismo, por su parte, está presente en el 25,1% de la población y la hipertensión arterial, en el 34,1%. La prevalencia de colesterol elevado es del 29,8% y, de todos estos factores, sólo el tabaquismo presentó una discreta reducción respecto a la encuesta anterior de 2009.
También, los resultados preliminares del estudio Interstroke, presentado por primera vez en el Congreso Mundial de Cardiología 2014 de la Federación Mundial del Corazón, informaron nuevos datos para reflexionar: el 90 % de los ACV se encuentra asociado a los 10 principales factores de riesgo:
La hipertensión arterial es el factor de riesgo más frecuente y está presente en casi el 80 % de los pacientes que sufren un ataque cerebral en la Argentina
La dislipemia o colesterol elevado aumenta el riesgo de que se tapen las arterias, entre ellas, las que llegan al cerebro
El tabaquismo aumenta el riesgo de sufrir un ataque cerebral entre un 50% y un 70%, mientras que el impacto es mayor en las mujeres
El sedentarismo o inactividad física y la obesidad abdominal aumentan el riesgo de padecerlo
Las causas cardíacas (tromboembólicas), entre las cuales la principal es la arritmia o fibrilación auricular la que quintuplica el riesgo de padecer un ACV
El consumo excesivo de sal aumenta el riesgo de ACV, por lo que la dieta debería considerar bajo contenido de sodio, adecuada cantidad de frutas y verduras, carnes magras y pescado e, idealmente, la menor cantidad posible de alimentos procesados
El consumo excesivo de alcohol tiene una estrecha relación con el riesgo de sufrir hemorragias cerebrales
El control de la diabetes es esencial, dado que en nuestro país el 22% de los pacientes que sufre un ataque cerebral es diabético
Estrés y depresión, en la mira
Además de los factores de riesgo tradicionales, en los últimos años, diversos estudios pusieron de manifiesto algunas vinculaciones de la enfermedad cerebrovascular que no estaban claramente demostradas: el estrés y la depresión duplican el riesgo de sufrir un ACV. ¿Cuál sería el mecanismo en este caso? "Por un lado, cuando uno está estresado o deprimido hace menos ejercicio, canaliza la angustia comiendo o fumando y la falta de deporte potencia el estrés porque no hay forma de canalizar la energía", afirmó Grynberg.
Y agregó: "Por otro lado, el estrés actúa aumentando la liberación de corticoides y adrenalina que produce el propio organismo y el único modo de contrarrestarlo es usando técnicas para poner las cosas en perspectiva, darse cuenta de qué es realmente importante y qué no lo es, hacer relajación, meditación, respirar y encontrar actividades placenteras a través de las cuales canalizar el exceso de energía".
Síntomas y tratamiento
Hoy, estudios médicos demuestran que a través de la prevención podría evitarse el desenlace de un ACV. Según el director médico de ALPI, doctor Lucio Serra, especialista en neurología, "lo primero que se toma en cuenta es el perfil de cada paciente para saber cuáles son sus factores de riesgo. Después es fundamental cuidarse y hacer actividad física, una dieta adecuada y controlar el peso".
Asimismo, habló de la importancia de realizarse los chequeos cardiovasculares: "En este momento hay unidades cardio-neurológicas que se están armando desde el punto de vista cardíaco y neurológico ya que la unidad del corazón y el cerebro están relacionados con los accidentes cerebrovasculares."
"Ante los síntomas principales: debilidad o falta de fuerza muscular, ceguera, adormecimiento de extremidades (hormigueos), dificultad en el habla, pérdida del equilibrio y desviación de la comisura labial, es importante reconocerlos para que pueda concurrir inmediatamente a un centro de atención o llamar prontamente a un sistemas de emergencias para ser estudiado rápidamente y cumplir con todos los procedimientos necesarios. Al sufrir de un ACV se hace un diagnóstico, en tanto sea un hematoma importante que pueda ir progresando o una arteria que está obstruida, que se puede desobstruir con anticoagulantes", agregó Serra.
Y concluyó: "Frente a un ACV la clave es comenzar el proceso de rehabilitación de forma temprana para evitar secuelas de los trastornos tardíos. En los casos agudos, se trata con medicamentos, para frenar todas las complicaciones que pueda presentar el paciente. Finalizada esta etapa hay que seguir el tratamiento kinesiológico, asociado a otros cuidados que ayudan a evitar las infecciones, escaras, trastornos respiratorios, etc. Dependiendo de las necesidades del paciente, se trabaja con terapia física, fonoaudiología, terapia ocupacional, se brinda apoyo psicológico y si es necesario se provee equipo de ortesis, silla especial y férulas".