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6 de octubre de 2015
Turquía, que llegó este año a la pantalla argentina con la telenovela "Las mil y una noches" y alcanzó a medir 25 puntos de rating por El Trece, hoy revolucionó el Mipcom, al imponerse como una de las naciones exportadoras, capaz de hacer tambalear el histórico reinado del culebrón latinoamericano.
Invitado este año como País de Honor a la feria de contenidos televisivos más importante del mundo que se celebra en Cannes, y reúne anualmente 14.000 personas entre productores, expositores, representantes de canales públicos y privados de todo el mundo, Turquía anunció que sus distribuidores llevan vendidas 135.000 horas de telenovelas a 75 países en lo que va de 2015.
Turquía, con casi 78 millones de habitantes, tiene hoy 678 canales de televisión: 25 nacionales, 16 regionales, 205 locales y 432 por suscripción, de ahí que su industria audiovisual resulta sin duda, un caso de crecimiento exponencial dentro del mercado internacional.
En 2004 las exportaciones de sus dramas alcanzaban apenas los 10.000 dólares y sólo una década después, con 200 millones, se convirtió en el segundo mayor exportador mundial de series, sólo superado por Estados Unidos.
Hoy, el gigante que primero conquistó las pantallas de Medio Oriente y Europa, resulta un aliado inesperado de los programadores de canales privados de América Latina, en Argentina, el puntapié inicial fue "Las mil y una noches" (El Trece), que comenzó a emitirse el 5 de enero y llegó a convertirse en un fenómeno económico y de audiencia.
La banda sonora de las aventuras de Sherezade y Onur se convirtió en disco de platino, con más de 30.000 copias vendidas, el aumento venta de paquetes turísticos a Estambul, junto a dos exitosos lanzamientos editoriales de compilados de cuentos, uno de ellos vendido a través de los kioscos, dan cuenta del fenómeno.
"En 2014 pude ver un screening en Los Ángeles y lo que me entusiasmó fue la historia: me recordó a ´Rosa de lejos' -culebrón nacional de 1980 con Leonor Benedetto y Juan Carlos Dual-, porque conserva el viejo esquema de la tira, así es que fue una gran audacia ponerlo en el aire", contó a Télam, Walter Sequeira, gerente del departamento fílmico de Artear.
"Evidentemente -continuó Sequeira- capturamos a un público que estaba deseoso de volver a un ritmo distinto de contar una trama, a historias mucho más personales, a situaciones desarrolladas en un clima distinto y no como ahora cuando todo se resuelve con rapidez".
Suerte de versión del clásico más clásico de la literatura universal, "Las mil y una noches" repone, no sólo en el contenido sino en la forma de narrar, la fórmula más tradicional del culebrón blanco, histórico bastión de Latinoamérica.
La tira cuenta en un tono intenso y dramático el devenir de una bella y exitosa arquitecta (Sherezade) cuyo hijo pequeño se enferma de leucemia y para conseguir el dinero de la operación que le salvará la vida al niño, ella acepta dormir con su flamante jefe (Onur), finalmente ambos terminan enamorándose.
Transmitida originalmente en Turquía por Kanal D en 2006 con una emisión semanal en capítulos de una hora y media, la telenovela se estrenó en 2014 Chile, luego en Colombia, Ecuador, México, Puerto Rico, Bolivia, Uruguay y Argentina, aunque en Brasil, excepción que confirma la regla, un país con una larga tradición en melodramas fue lanzada sin éxito.
De hecho, podría decirse que el germen del monstruo de esta telenovela en América Latina se gestó aquí mismo, a la vera del Mediterráneo: fue en 2013, en un stand perdido del Miptv -versión a pequeña escala del Mipcom- que dos empresarios chilenos vieron un teaser (fragmento del adelanto) en turco, mientras los vendedores les contaban la trama en inglés, cuenta la leyenda que los habría encandilado.
Pero fue recién un año más tarde, cuando ambos trabajaban en el canal Megavisión que compraron la tira, la doblaron, desafiaron al público con escenas y planos más largos que el promedio del folletín latino (y escasísimo sexo).
Una vez estrenada, pasó de 11 tibios puntos iniciales a explotar en 30; lo que se dice, el sueño del programador, pero, si se apunta a develar el secreto de su éxito, Juan Vicente, Director de Contenidos Internacionales del canal chileno Megavisión indicó que, "responden a la misma lógica de la clásica telenovela latinoamericana, pero apelando a conflictos distintos: no son problemas de clase sino morales y éticos, vinculados casi siempre con las mujeres".
"Además -continuó-contrariamente a lo que se piensa, las familias de América Latina y de Turquía somos similares y eso nos permite fantasear con que estamos viendo algo que podría sucedernos también a nosotros".
En el marco de una conferencia dentro del cronograma del País de Honor titulada "Diálogo con las Américas" se tomó como caso testigo Fatmagül, la abrumadora historia de una chica hermosa, huérfana y pobre que es violada por un grupo de muchachos, donde la historia de amor, en este caso, se tejerá con uno de los cómplices del abuso.
"El éxito aquí está dado por la redención, Fatmagül es un ejemplo de auto superación, de una mujer que se redime y que termina por encontrar el verdadero amor", dijo Can Okan, Ceo de ITV de Turquía sobre la tira que en Argentina alcanza un promedio de 12 puntos de rating en sus emisiones diarias por la pantalla de Telefé, a las 19, que ya superan los 50 capítulos.
Otra de las claves de estas producciones, según apuntó Okan es mantener la tensión sexual hasta el infinito: "En América Latina el beso dentro de una telenovela sucede en los primeros capítulos, mientras que en nuestras producciones se demoran más, en ´Fatmagül´, por ejemplo, llega recién en el episodio 113".
Y el enamoramiento de estos contenidos también está llegando al norte de nuestro continente aunque los motivos no sólo tengan que ver con la trama: es que según explicó Pelin Distas Yasaroglu, manager general del Kanal D de Turquía, un episodio de una telenovela turca dura alrededor de 113 minutos y cuesta 300.000 dólares, mientras que en Estados Unidos cada capítulo tiene una extensión de 43 minutos promedio y requiere una inversión promedio de 7 millones.
Así es que, con sus latas copando -y cooptando- el prime time de los principales canales de América Latina, y con los ojos del epicentro de la televisión mundial posados sobre sus producciones, será tarea para el hogar de nuestra industria repensar cómo -si es que es posible- recuperar el histórico bastión de exportadores de culebrones al mundo.