Viernes
22 de Noviembre de 2024
6 de julio de 2015
Que con Facebook murió la privacidad se sabía. Porque aunque no nos guste el discurso de la publicidad, ya se volvió parte de nosotros.
Queremos mostrarnos. Publicamos desde las vacaciones en el Caribe hasta el primer movimiento del cero kilómetro. Somos más sociales que nunca. Y damos a conocer un recorte que nos beneficia. También espiamos. Pero si brota la envidia al mirar los posteos ajenos, nos podemos frustrar. Un estudio que llevó adelante una universidad de Estados Unidos llegó a esa conclusión: el uso exagerado de las redes sociales lleva a algunas personas a la depresión.
Si sos buena gente y te alegrás cuando a otra gente le va bien, no te preocupes. “Esos síntomas se dan, pero en personas muy competitivas u obsesivas, con algún problema de base”, dice el psicólogo Santiago Gómez, del Centro de Psicología Cognitiva.
La investigación fue realizada por la Universidad de Missouri, en colaboración con un experto de la Nanyang Technological University de Singapur. Lo firmaron los profesores Margaret Duffy, Edson Tandoc y Patrick Ferrucci. Se estudió el comportamiento y las reacciones de 700 alumnos universitarios que usan las redes. El trabajo destaca: los internautas de Facebook que mantienen un contacto normal con familiares y amistades no tienen por qué verse afectados. Se da “una actividad divertida y saludable”. Pero los usuarios que invierten demasiado tiempo en inspeccionar eventos de carácter positivo que publican sus amigos pueden desarrollar emociones como la envidia, al repasar las hermosas vacaciones de los otros o sus compras carísimas.
La investigación tuvo como objetivo precisar el efecto de los nuevos hábitos. En los últimos años, se volvió común estar conectado muchas veces al día. Sin embargo, todavía no se conoce al detalle qué síntomas emocionales dispara.
“La navegación se vuelve casi adictiva: hay personas que constantemente están ingresando a través del teléfono y esto puede potenciar los síntomas. Si estás en un café con un conocido, el cara a cara limita esas emociones negativas, pero en la intimidad de la navegación, a cualquier hora del día, no te autocontrolás”, analiza Gómez.
Si se interpretan los logros del compañero de trabajo al que no querés tanto como un fracaso propio, se dispara la ansiedad. Profundiza Gómez: “Se trata de actitudes que tienen que ver con lo obsesivo-compulsivo. Y las obsesiones despiertan angustia”.
¿Cómo tratarlo? La terapia de fondo, a largo plazo, apunta a cambiar la mirada sobre los otros. Basta de enojarte en lugar de alegrarte. A corregir la interpretación. En el corto plazo, el psicólogo cree que quien tiene esos síntomas debería autolimitar su tiempo de navegación. No más de 30 minutos por día, por ejemplo.