Lunes
9 de Diciembre de 2024
CAMPO
29 de julio de 2024
El objetivo es incrementar los rendimientos, la sanidad del cultivo, la adaptación a condiciones ambientales específicas y la diversificación varietal del sector productivo local
Un equipo de investigadores del Programa de Mejoramiento Genético de El desarrollo de nuevos cultivares es una tarea que lleva aproximadamente 12 años entre las diferentes etapas de ensayos, análisis y selección. En este contexto, Arturo Felipe –especialista del INTA Famaillá, y uno de los obtentores– destacó que “es clave proveer de variedades de caña de azúcar de elevado rendimiento cultural y fabril, resistencia a las principales enfermedades que atacan al cultivo y con adaptación a las diversas condiciones climáticas que abarca este cultivo en el país”. Y agregó: “Esta misión es de vital importancia en un contexto en el cual es necesario contar con una mayor diversificación de los cañaverales para favorecer la sostenibilidad del sistema productivo”.
La caña de azúcar es un cultivo tropical con ocurrencia de heladas, por lo que los cultivares se adaptan a un ciclo corto de crecimiento –8 a 10 meses–, y cuenta con una diversidad de ambientes muy marcados en poca distancia. Se pueden distinguir 3 grandes zonas: pedemonte, parque chaqueño y llanura deprimida (salina y no salina).
En Tucumán hay alrededor de 300.000 hectáreas de caña de azúcar. En ese marco, Felipe explicó: “lo que buscamos es que las variedades tengan la plasticidad suficiente para tener un buen comportamiento general en todos los ambientes, pero las caracterizamos si sobresalen en alguno en particular. Esto tiene que ver, específicamente, con los tipos de suelo que hay en cada uno de ellos”. Las dos nuevas variedades que fueron inscriptas para su uso comercial recientemente en el INASE (Instituto Nacional de Semillas), ya están implantadas en los campos productivos con un período óptimo de cosecha de mayo a agosto. En suelo, estas son más exigentes, pero destacan por su precocidad madurativa, donde para el inicio de zafra en mayo–junio presentan buenos valores de rendimiento fabril —valor muy importante que indica la cantidad de azúcar que se puede fabricar dentro del ingenio—.
Los criterios que se toman a la hora de evaluar y seleccionar los mejores cultivares son:
Por su parte, INTA NA 03-617 cuenta con vainas de color verde amarillento con manchas color púrpura, entrenudos color púrpura de elevada serosidad y alineación en zig-zag moderada, macollaje intermedio, buena altura y porte erecto. También presenta un rendimiento cultural de entre 75 y 85 toneladas por hectárea. Tiene buena adaptación a suelos húmedos y fértiles y muy buena tolerancia al vuelco. Es tolerante a estría roja, mosaico y carbón; y medianamente a roya marrón y escaldadura de la hoja.
Frente a los nuevos escenarios, el equipo del INTA busca desarrollar material genético con el propósito de incrementar los valores de azúcar por hectárea, pero también maximizar la producción de etanol. Felipe indicó que “el objetivo de obtener nuevas variedades es lograr un incremento en los rendimientos, la sanidad del cultivo, la adaptación a condiciones ambientales específicas y la diversificación varietal del sector productivo local”.La producción de azúcar depende de la cantidad de caña producida, pero también del rendimiento fabril que tenga ese cañaveral que, si bien está determinado por la genética, tiene una dependencia del año en particular y, por supuesto, de la época de cosecha.
En 2024 se molieron 15.300.000 toneladas de caña, con 1.280.000 toneladas de azúcar producida y 264.000 metros cúbicos de alcohol. “Esta campaña se presentó con una muy buena producción a campo, pero las recientes heladas condicionan las estimaciones para esta zafra”, indicó García. El período de cosecha va desde mayo-junio hasta septiembre-octubre, donde el inicio está condicionado por la cantidad de sacarosa acumulada en los tallos, que tiene que cumplir con un mínimo para poder transformarla en azúcar en los ingenios. Y el final depende mucho de la cantidad de caña (toneladas) en los campos y la capacidad de molienda de los ingenios.Se considera semi-perenne porque dura una cierta cantidad de años plantado en el campo, a diferencia de los anuales como los granos que, una vez cosechado, hay que sembrar nuevamente. “El cañaveral, una vez plantado y cosechado rebrota y puede volverse a cosechar. En general, esto se realiza entre 5 y 6 veces, es decir, se cosecha 5 o 6 años y recién se vuelve a plantar”, señaló García.