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19 de mayo de 2024
Victoria Ricco perdió a su hermano del alma en el siniestro vial que ocurrió el 8 de octubre de 2006, cuando un grupo de estudiantes regresaba después de hacer tareas solidarias en El Impenetrable, Chaco, y el micro en que viajaban fue impactado por un camión en la ruta. Se propuso transformar el dolor en un servicio a la comunidad.
Luego de perder a su mejor amigo, Victoria se propuso asumir el legado solidario y brindar charlas sobre educación vial (Video: Instagram @lachicavial)
El 8 de octubre de 2006 ocurrió la tragedia del colegio Ecos, también conocida como “la tragedia de Santa Fe”. Un grupo de estudiantes regresaba de hacer tareas solidarias en El Impenetrable, provincia de Chaco, y viajaban en un micro que colisionó con un camión: en el siniestro murieron 12 personas, entre ellas nueve alumnos y una profesora. Una de las víctimas fatales fue Federico Ecker, un joven de 16 años, que era el mejor amigo de Victoria Ricco. Crecieron juntos, y ella lo consideraba su hermano del alma. La pérdida la marcó para siempre, y sintió que la única manera de salir adelante era dedicarse al legado que dejó, y sanar a través de la ayuda a la comunidad. Se capacitó en educación vial para generar conciencia, y brindó más de 50 charlas en escuelas, a chicos de su edad, con la convicción de que la información puede salvar vidas. Hoy la conocen en Instagram como “La Chica Vial”, y en ese espacio responde dudas, asesora y comparte contenido, ilusionada con cumplir uno de sus más grandes sueños.
Victoria tiene 34 años, estudió la carrera de Relaciones Públicas, y trabaja en el área de comunicación de una empresa. En su tiempo libre se dedica a la vialidad, una temática que llena su alma, que la ayuda a canalizar el dolor, y la motiva a mantenerse firme en su propósito hace casi dos décadas. “Lo que sucedió en 2006 fue un siniestro vial, porque si se puede evitar deja de ser un accidente, y se convierte en un siniestro, y lo que pasó era súper evitable”, expresa en diálogo con Infobae.
Aquella noche de octubre de 2006, unos 200 kilómetros de Santa Fe capital, más precisamente en el kilómetro 689 en el departamento de Vera, un micro de larga distancia traía de vuelta a la Ciudad de Buenos Aires a un contingente de alumnos. Iba por la ruta 11 cuando se topó con un camión Fiat Iveco zigzagueante, que venía zigzagueando de un carril al otro. Como resultado de la colisión fallecieron nueve estudiantes y una docente de la institución del barrio porteño de Villa Crespo: Julieta Posilovich, Daniela D’agostino, Julieta Giataganellis, Delfina Goldaracena, Julieta Hartman, Nicolás Kohen, Benjamín Bravo De La Sena, Lucas Levin, Federico Ecker y Mariana Boy. Además murieron los camioneros Ángel Soto y Hugo Albrecht, y 38 personas resultaron heridas.
El 8 de octubre de 2006 murieron nueve chicos y una profesora que venían de hacer tareas solidarias en El Impenetrable (Foto: NA)
El chofer del ómnibus, Oscar Eduardo Atamañuk, fue uno de los sobrevivientes, y fue cuestionado por las maniobras que realizó. Específicamente por el volantazo que dio, que se tradujo en un fatal choque de frente, en vez de bajar la velocidad o detenerse en la banquina a esperar que el vehículo pasara. Aunque una gran conmoción azotó al país en aquel entonces y las familias que perdieron a sus hijos adolescentes hicieron un gran esfuerzo para que les dieran respuestas, el proceso judicial fue largo y doloroso. Recién en julio de 2023, a 17 años de la tragedia, la Justicia dejó firme la condena de tres años de ejecución condicional contra el conductor del micro, y lo halló culpable de los delitos de homicidio culposo múltiple y lesiones culposas, junto a la prohibición de conducir durante cinco años.
Victoria prefiere no opinar de lo ocurrido a nivel judicial, porque reabre heridas, y además la caracteriza la responsabilidad y el respeto por los padres que sufrieron la peor de las pérdidas. “Solo puedo decir que son muchas las negligencias que se conjugaron para que pasara: primero, el conductor del camión que atropelló a los chicos era un señor que iba alcoholizado; segundo, circulaba en un camión de carga de noche, cuando estaba prohibido circular de noche; tercero, iba a contramano, haciendo zigzag; cuarto, iba con un acompañante, algo que tampoco se permitía; quinto, la ruta no estaba señalizada como correspondía; y sexto, el conductor del micro tampoco tomó las medidas correctas”, detalla. Y se pregunta: “¿Es necesario que se hayan permitido tantas negligencias para que pase una catástrofe? Hubo una estación de servicio que le vendió alcohol al chofer del camión, una empresa que no controló lo que debía; verdaderamente son muchas las cuestiones que estuvieron mal”.
Ella no iba al mismo colegio que Federico, pero se veían muy seguido, porque crecieron como si fuesen primos hermanos. “Los papás de Fede para mi son mis tíos, su hermana es mi prima, nos criamos juntos desde muy chiquitos, y siempre tuvimos un vínculo muy lindo, muy familiar, y cuando él fallece en ese siniestro vial yo tenía 16 años”, dice con pesar. Con tan solo unos minutos de conversación se percibe la dulzura de Victoria, tanto en su voz como en su personalidad, y su manera de afrontar el día a día. “Siempre fui muy resiliente, me considero una persona súper positiva, pero de golpe me empecé a sentir oscura, con pensamientos y sentimientos muy feos, mucha tristeza, bronca, e impotencia, hasta que entendí que necesitaba imperiosamente rescatar el legado de mi mejor amigo y de todos los chicos, que venían de hacer una tarea hermosa y noble en el Chaco, de entregar donaciones, de pintar escuelas, y que de alguna forma tenía que intentar que otros no vivieran el terrible duelo que yo estaba atravesando”, expresa.
La causa estuvo a punto de prescribir, pero 17 años después del siniestro, la Corte Suprema dejó firme la condena contra el chofer del micro de larga distancia (Foto: NA)
Así surgieron los primeros pasos de “La Chica Vial”, el apodo que usa en su Instagram, y el camino a la transformación de tanto dolor en un servicio para la sociedad. “En ese momento era alumna del Colegio Sagrado Corazón de Lomas, y fue fundamental la institución para mi, tan importante que hoy mi hijo Felipe va a la primaria ahí”, revela. Sus maestros la apoyaron cuando les comentó sobre el proyecto de dar charlas sobre educación vial, y le permitieron que preparara presentaciones para sus compañeros, después a otros cursos, y con el tiempo también en otras escuelas. “Los familiares de mi amigo, junto a los papás de los chicos fallecidos, y los sobrevivientes crearon una asociación, Conduciendo a conciencia, crearon folletería, libros, materiales, y gracias a ellos empecé a capacitarme de manera profesional”, comenta.
Le siguieron seminarios, cursos, y formación en sillitas de vehículo para bebés y niños, uso de casco, cinturón de seguridad, velocidades permitidas, distractores, conductas al volante, consejos para el peatón, y mucho más. También colaboró con la Fundación Gonzalo Rodríguez, una organización latinoamericana de referencia en seguridad vial, con presencia en Argentina, Chile y Uruguay. Actualmente Victoria forma parte de la Asociación de Periodistas de Tránsito y Transporte de Argentina, donde incorporó otros conocimientos. “Aprendí un montón, y soy una agradecida a todo lo que sé sobre vialidad”, indica.
“Siempre empezaba la charla de la misma forma, les contaba quién era, que hacía ahí, y les decía que aunque había llegado con una historia triste, pretendía que ellos se vayan con una historia feliz, porque aunque yo había sufrido el dolor más fuerte de toda mi vida, no quería que nadie más viviese lo mismo, y que si bien la muerte de mi amigo fue una tragedia, y una muerte tempranísima, por lo menos había dejado una enseñanza, y un mensaje de paz, de cuidarse y cuidar a los que tienen al lado”, rememora.
Victoria junto a su mejor amigo, Federico Ecker, quien murió a los 16 años en la tragedia del colegio Ecos
Cuando se propuso aprender a manejar tuvo sensaciones encontradas. “Saqué el registro a mis 21 años, pero honestamente la conducción fue difícil para mi inicialmente, porque lo que me pasaba las primeras veces era la sensación de tener un proyectil en la mano, porque con una distracción podía lastimar a alguien o arruinar una familia; sentía una responsabilidad inmensa, y si bien considero que saber manejar es una herramienta, creo que es muy importante ser conscientes del poder humano, cautelosos y responsables”, sostiene. Fue más complejo aún enfrentar el miedo cuando tuvo que subirse a un micro de larga distancia después del siniestro.
“Fue un padecimiento, una angustia, un temor inmenso, que tuve que ir trabajando mucho. Hice terapia y a lo largo de los años encontré en la solidaridad y la vialidad una forma de continuar”, confiesa. Por más que los años pasan, el dolor persiste, y siente que sin la contención que recibió hubiese sido imposible encontrar inspiración. “Uno aprende a convivir con el dolor, como puede, cada día está ese dolor, y no puedo ponerme en la piel de mis tíos y los padres de cada chico fallecido, porque soy mamá, y si la pérdida de Federico fue increíblemente dura para mi, solo de pensar en lo espeluznante que debe ser vivirlo como madre, me hace admirar aún más la fortaleza que tuvieron para crear una asociación. Son personas que realmente la resiliencia es su segundo nombre y es un orgullo formar parte de esa gran familia”, expresa.
Victoria Ricco se capacitó en seguridad vial y hoy pone a disposición sus conocimientos en las redes sociales
En honor a las víctimas, desde 2006, cada 8 de octubre se conmemora el Día del Estudiante Solidario, y suele llevarse a cabo un recital con fines solidarios, del que participan varios artistas, para juntar alimentos y hacerlos llegar a El Impenetrable, tal como hacían los alumnos. “Pasan los años y sus padres no dejan de ayudar, y yo siempre digo que cuando perdés a alguien que querés mucho podés caer en el llanto en la cama y arrancarte los pelos de la cabeza, o construir, y ellos eligieron construir a partir del peor dolor que se puede atravesar”, manifiesta. Y agrega: “Es la famosa pregunta de qué hacemos con lo que nos pasa, con lo que sufrimos, y encontrarle un sentido”.
Desde que ocurrió la tragedia, no hubo más viajes de alumnos del colegio Ecos a la provincia de Chaco, pero buscaron la manera de que la ayuda no deje de llegar. Victoria está muy comprometida con esa causa, e invita a todos los que puedan y deseen a colaborar, y no solamente en la fecha en que se los recuerda, sino en cualquier momento del año. “Las entradas a los recitales siempre se canjearon por alimentos no perecederos, o si tenían costo con lo que se recaudaba se compraban alimentos para seguir mandando cosas, porque ellos no tienen la culpa de que haya sucedido lo que sucedió”, se lamenta.
“Siempre me acuerdo que Federico me contaba que los chicos allá escribían en una hoja con lápiz, borraban y volvían a escribir en la misma hoja, porque no tenían más de una hoja por chico en la escuela, así que la necesidad sigue existiendo y todo es bienvenido: zapatillas, calzados, medias, ropa, útiles, resmas de hojas, pintura para que puedan pintar las escuelas, muebles, comida no perecedera, absolutamente todo”, remarca. Cualquiera que quiera donar alguno de esos elementos o quiera realizar alguna consulta, puede comunicarse al Instagram @lachicavial y Victoria oficiará como puente para que se pueda concretar. “En las escuelitas del Chaco flamea una bandera que dice: ‘Sabernos juntos nos hace fuertes’, y es un lema muy representativo porque es exactamente así”, dice con convicción.
A diario es testigo de maniobras imprudentes, conductas al volante que pueden generar un siniestro, y hace poco, en abril, durante su cumpleaños se preguntó qué más podía hacer. “Mis amigas me recomendaron que me abriera un Instagram, porque en estos últimos tiempos no pude dar tantas charlas como me gustaría, y sentía un gran vacío, así que decidí hacerles caso y empecé a responder consultas. Si bien tengo una comunidad muy chiquita, con pocos seguidores todavía, se está generando un vínculo muy lindo, y encuentro un gran placer en sentir que puedo ayudar, y cada vez que tengo la posibilidad lo hago”, celebra.
"Si vas a manejar, hacéme un favor y no tomes. El alcohol disminuye tus reflejos, altera tu percepción de las distancias, aumenta tu sensibilidad a la luz, reduce tu campo visual, y mil cosas más", explica Victoria (Video: Instagram @lachicavial)
Brindó cientos de charlas en diferentes entidades, siempre ad honorem, y hay dos que le dejaron recuerdos imborrables. “Fui a un colegio donde charlé con chicos con capacidades diferentes, y en vez de llevar el clásico Power Point hice una cartulina para adecuar el mensaje, bien llamativa, con colores, y fue muy gratificante porque todos modos buscaban la manera de participar; y algo similar me pasó cuando fui a un hogar de personas con discapacidad mental, donde vivían chicas que no sabían cruzar la calle, y la directora de la institución estaba muy preocupada, pensando cómo iban a hacer. Llevé unos juegos de cartas y aprendieron, algo que me emocionó mucho, porque todos merecemos un mensaje, todos merecemos aprender y cuidar nuestra vida, sin importar en qué situaciones estemos”, sentencia.
Victoria tiene muy pocos tatuajes, pero hay una palabra que decidió grabarse en la piel: “Gratitud”, y tiene que ver con su historia. “Creo que uno tiene que ser agradecido a la vida, agradecer el estar vivo, todas las posibilidades que tenemos, y la sensación de meterse en la cama y decir ‘lo hice, sigo pedaleando por mi sueño’, es algo único”, explica. “Nunca cobré mis charlas porque yo creo que la solidaridad no se cobra, pero paradójicamente tiene el mejor pago”, agrega. Le encantaría brindar consejos viales en una columna radial, en un medio gráfico, un sitio web o incluso en televisión. “Sería glorioso, y lo haría como vengo haciendo, gratis, porque lo que más quiero es que la educación vial se masifique, y no tengo ninguna vergüenza en cuanto a lo mediático; doy estas charlas desde que tengo 16 años, me he parado frente de colegios enteros, estudio canto, así que si tengo que agarrar un micrófono no tengo problema, y creo que parte de esa naturalidad que me surge es porque estoy muy segura del mensaje que quiero dar en honor a mi amigo”, proyecta.
En su Instagram genera contenido en base a las consultas que recibe, y cuenta que la mayoría de las dudas fueron sobre instalaciones de sillas para niños, las velocidades permitidas en rutas, autopistas, localidades, zonas rurales, zonas de escuelas y distractores, como el uso del teléfono al volante, que puede ocasionar un siniestro. “Me preguntaron también por las distancias que hay que tener entre auto y auto en ruta, y la gran mayoría son personas que conducen, muy pocas por parte de peatones”, indica. La ignorancia y la inconsciencia son los grandes enemigos que intenta combatir, y el remedio es la información precisa, comunicada de manera amable y por una persona capacitada para esa tarea.
"Creo que mi amigo debe estar orgulloso de que haya tomado esta bandera de forma tan personal", expresa "La Chica Vial"
“Manejar y tomar alcohol está prohibido. Si vas a toma, no manejes. El uso del cinturón de seguridad es obligatorio, no es una comodidad. Hay que usarlo siempre, porque está comprobado que una persona sin cinturón en un impacto termina golpeando a todos los que están en el auto, y se convierte en un proyectil muy peligroso, al igual que las cosas sueltas en el vehículo; el matafuego debe ir debajo del asiento trabado como corresponde, porque todo lo que esté suelto aumenta su peso por la velocidad frente a un impacto y puede lastimar de manera mortal”, enumera. Y continúa: “El huevito del bebé debe ir a contramarcha, y todos los niños tienen que ir hasta los 12 años en el asiento trasero sí o sí, siempre sujetos con sistemas de retención infantil, hasta que lleguen a 1.50 metros, en una silla correctamente instalada, acorde al peso y la altura del niño”.
Enfatiza que el mayor índice de siniestralidad está dado en las distancias cortas, y sugiere prestar mucha atención a la toma de decisiones en esos momentos. “La gente se confía, piensa ‘total, voy acá nomás’, y ahí es cuando suceden las peores cosas”, reflexiona. “A veces me dicen: ‘Pero yo manejo bien, no me va a pasar’, y nadie cuestiona la capacidad que tenga un conductor, pero así seas el más responsable del mundo, no podemos controlar que hay gente que no se comporta como tal, entonces hay que cuidarse igualmente”, indica.
También recuerda no compartir el casco ni prestarlo, chequear la fecha de vencimiento al momento de comprarlo, y aconseja de manera tajante no optar por uno usado. “El material interno se deforma, ya no es tan resistente como debería para prevenir contusiones, los daños físicos externos del cráneo y los daños internos del cerebro frente a un impacto”, aclara. En cuanto a motos, monopatines y bicicletas, que cuentan con menor carrocería, les pide que no se olviden del uso de ropa refractaria, además del casco, rodilleras, y coderas como elementos de protección. “Y al peatón, que cruce la calle en la esquina, y por la senda peatonal, haya o no semáforo, siempre por la esquina; así no venga nadie, por la esquina”, remarca.
Su hijo Felipe, desde que era chiquito se sentaba frente a un mapa gigante de la Argentina con señales de tránsito y aprendía sobre educación vial. “Es un nene súper consciente, para mi siempre fue muy importante inculcarle eso, sabe de la existencia de Fede, por supuesto en la magnitud y los ojos de una criatura; pero es un niño que te pide que no arranques hasta que no tenga puesto el cinturón y esté sentado en la silla correspondiente”, dice Victoria enternecida. La invade una sensación de orgullo, y confía en que su amigo la esté aplaudiendo desde el cielo. “Creo que se debe sentir orgulloso él también, del mensaje que estoy dando, de que mantengo vivo su recuerdo, porque soy una convencida de que las personas siguen viviendo mientras uno las recuerda; por eso hablo de él, porque fue muy importante, y a todos los que tengan alguna duda sobre vialidad, por favor que cuenten conmigo, porque estoy capacitada, tengo la formación y quiero ofrecer mi conocimiento para ayudar”, concluye.