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JUDICIALES
24 de junio de 2015
Jimena no aguantó la lectura de alegatos y se retiró,en una nueva audiencia del juicio contra Jorge Mangeri, fue el turno de la fiscalía de leer los alegatos y relatar con lujo de detalles lo que consideran que sucedió el día de la muerte de Mumi. Su madre, presente en el lugar, no aguantó las palabras y se fue del lugar.
El fiscal del juicio que se le sigue a Jorge Mangeri por el crimen de Ángeles Rawson aseguró el miércoles que el sótano del edificio de Ravignani 2360, de Palermo, fue el lugar donde el acusado abusó sexualmente de la adolescente, la asfixió y ocultó su cadáver hasta que lo arrojó a un contenedor de basura.
En su alegato ante el Tribunal Oral en lo Criminal 9 porteño, el fiscal Fernando Fiszer consideró que durante el debate quedó acreditada "la materialidad y la autoría del hecho" por parte del portero Mangeri, y explicó que la adolescente de 16 años asesinada en junio del 2013 ofreció "una tenaz resistencia" y le provocó "más de veinte excoriaciones" en el cuerpo del imputado.
"El autor no fue otro que el señor Jorge Néstor Mangeri", dijo el fiscal Fiszer al tribunal oral en un tramo de su alegato, tras lo cual agregó que Ángeles tuvo "una agonía de no más de cinco minutos".
Mientras tanto, el portero, vestido de jean y polar azul y sentado detrás de su abogado defensor, Adrián Tenca, se esforzaba por no levantar la mirada del piso. A pocos metros, María Elena "Jimena" Aduriz, la madre de Ángeles, no soportó las palabras y abandonó la sala de audiencias.
Para el fiscal, está probado que el 10 de junio de 2013 a las 9.50 Ángeles Rawson regresó de sus clases de gimnasia e ingresó al hall del edificio de Ravignani 2360, pero no llegó a acceder a su departamento de la planta baja "A" porque Mangeri se lo impidió.
Es que allí fue interceptada por el portero, quien bajo algún engaño la llevó hacia el sótano.
"Tengo las expensas, tengo correspondencia para tu madre o tengo uno de tus pines que se te cayó del bolso o usó cualquier otra excusa para llevarla allí y llevar a cabo el ataque", describió el fiscal sobre los posibles engaños utilizados por el acusado.
Para Fiszer, así comenzó su ataque, con fines sexuales, al que Ángeles ofreció "una tenaz resistencia" hasta con "sus uñas".
El fiscal relató las distintas lesiones que sufrió Ángeles durante el ataque y mencionó lo que la junta médica determinó como lesiones paragenitales, es decir "en los muslos y la ingle", típicas de un abuso sexual.
Luego, explicó las "fracturas" que Mangeri le provocó en su lucha a la adolescente en la clavícula, tres costillas del lado derecho y dos del lado izquierdo y en la apófisis dorsal, y finalmente las lesiones que le provocó en la parte final del ataque, cuando el portero "colocó su mano derecha en el cuello y lo comprimió, y la izquierda sobre la boca y la nariz, provocando una anoxia y que la niña dejara de respirar".
"Está dibujada la mano en el cuello", graficó el fiscal.
Para Fiszer, Mangeri se colocó encima de Ángeles en una "posición de acaballamiento" y hasta le colocó las rodillas sobre el pecho. "En la planta baja no se escuchaba nada de lo que pasaba en el sótano", dijo Fiszer, al tiempo que enfatizó la defensa de la adolescente para evitar el ataque y graficó que la lucha se dio "a modo de espejo", es decir enfrentados cara a cara.
Según la reconstrucción que realizó el fiscal, ya con Ángeles fallecida, Mangeri abandonó el sótano y dejó allí el cadáver "boca arriba por cinco o seis horas".
"El acto fue rápido. Cuestión de minutos. No más de media hora para cerrar la puerta del sótano y apostarse en la puerta para que lo vieran los vecinos", aseguró el fiscal.
"Alrededor de las 17, Mangeri se apostó en la puerta del mismo para ver si alguien del edificio tenía que ir al sótano", dijo Fiszer, quien agregó que, una hora más tarde, a las 18, el encargado "comenzó la tarea de recolección de residuos" en los distintos pisos, y en ese marco le pidió a una vecina del 5to.piso que sacara antes la basura.
Para Fiszer, Mangeri aprovechó "la invisibilidad de la tarea cotidiana" y así colocó el cadáver de Ángeles en una de las tantas bolsas de residuos que sacó del edificio "sin que a nadie le llamara la atención si una bolsa pesaba más o menos".
Télam