Viernes 22 de Noviembre de 2024

31 de mayo de 2015

“Hay una miserable mirada política en torno a las Paso”

Forma parte de manera incuestionable de la historia del periodismo catamarqueño desde hace cuatro décadas. Hijo de Víctor Yunes (chaqueño) y Aurora Castillo de Yunes (cordobesa), nació hace 60 años en Roque Sáenz Peña (Chaco) y eligió ser y sentirse catamarqueño.

Fue el primer animador del primer “Ponchito” (1977) y hoy su voz resulta inconfundible en la radio que lo tiene como creador y conductor: “El Tala” (94.1), en San Martín 1177 de esta Capital. Forma parte de esa raza de periodistas “que no tienen pelos en la lengua” al momento de emitir una opinión o sostener un pensamiento. La vida le ha dado poco a veces y mucho en otras ocasiones, pero no se queja por nada y casi a modo de desafío, hace suyo lo que alguna vez escribió Amado Nervo: “Porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!”. Es feliz cuando nombra a sus hijos María Virginia y José Javier y tiene la capacidad de reírse hasta de sus propias adversidades. El día de la entrevista, el pasado martes, estaba cumpliendo años y este Cara a cara pretende ser, además de un merecido homenaje, un humilde regalo para José Antonio Yunes, el “Pepe” que no se privó de nada cuando de vivir se ha tratado. 
Locutor, animador, periodista, relator deportivo y ahora devenido en hombre de la política. Una vida con mucho para contar.
En realidad, es la vida que quería vivir. Hice lo que quise hacer de mi vida; lo que tenía ganas de hacer por suerte llegué a hacerlo. Alguna vez me puse en la ardua tarea de alejarme de lo convencional, de todo lo estructurado, de lo que tenía que ser de tal o cual manera. Me alejé de la posibilidad de ser médico o abogado o algo por el estilo. Me fui a estudiar medicina en Córdoba, que era un poco el deseo de mis padres y cuando comencé a rendir los primeros parciales, ya había decidido volverme a Catamarca para decirle a mi viejo que esa carrera no era para mí; estoy hablando del año 1974. En verdad, no sentía lo que estaba estudiando y mis deseos se inclinaban más por la carrera de Ciencias de la Información en una época difícil, donde en Córdoba era todo convulsionado, todo politizado, donde abundaban las unidades básicas guerrilleras y esas cuestiones; todo pesado. Cuando volví, mi viejo me dio dos opciones: ser empleado bancario o trabajar en la radio y elegí la radio.
¿Qué hacía tu padre por ese tiempo?
Era gerente de “Calzados Loira”, negocio que estaba ubicado por calle Rivadavia al 700, casi esquina Chacabuco. Mi padre, por cuestiones comerciales y personales, tenía muy buena relación con Luis Oscar Aísa en la vieja LW7 de calle Rivadavia 747. Luis estaba por la mañana temprano y después seguía Carlos Javier Bravo y como mi papá era uno de los clientes anunciantes –por Loira-, un día le preguntó a Aísa qué posibilidades había de que yo entrara a la emisora a aprender. De esa manera me incorporo al medio, en el programa de Bravo: ayudaba a armar atriles, acomodar las publicidades, cortar y prepararle los cables que salían de la máquina teletipo, a la tarde había que buscar la 5ta de La Razón, diario que llegaba a Catamarca y de allí seleccionar las noticias más importantes. Así me fui metiendo en ese mundo radial y al poco tiempo, Carlos Javier me da la posibilidad de leer algunas tandas publicitarias y al año siguiente -1975-, cuando todos salían de vacaciones, quedamos prácticamente solos con (Humberto) el “Gringo” Jerez. Recuerdo que en enero había que hacer el programa “Hoy en el deporte” y nos pusieron a los dos novatos para leer las informaciones ¡Me imagino que salió un “menjunje” horrible! Una aclaración: Jerez ya tenía algo de experiencia; para mí, en cambio, era todo nuevo.
Era una radio con varios notorios en esa época.
Tenían el sello de distinguidos: bueno, junto a los nombrados Aísa, Bravo y Jerez; estaban (Ana) “Polita” Martinena; (Juan José) “Cacho” Serra; la “Tía” Iris Agüero; el “Tuqui” Saavedra; Labid Morcos con su clásico informativo; el “Gordo” Misto, que era redactor; Hugo Rolando Vázquez, también redactor. Después, apareció Miguel Alurralde y posteriormente, vuelve a nuestro medio (Manuel) el “Loco” Flores, que hacía un programa a la siesta. Con Manuel debo reconocer que aprendí mucho: era un showman radial maravilloso, ya sea en la radio o arriba de un escenario.
Con un grupo de operadores técnicos que marcaron rumbos.
¡Claro! Ramón Beltrán Delgado; el “Papi” Parodi; el “Flaco” Fabián Arce; “Tarzán” Camaño, que falleció hace poco; el “Gordo” Véliz, que era el responsable técnico y otros muchachos extraordinarios; un grupo sensacional. Eran tiempo de discos, púas ¡y a pegarle al surco!
Después, ya a fines del década del ‘70 y comienzos de los ‘80 aparecés como animador de festivales folklóricos en el marco de una organización que se llamaba “Catamarca Producciones”.
Con “Catamarca Producciones” nacieron muchos festivales folklóricos en la provincia que hoy, por esas cosas de la vida, muy pocos se acuerdan; pero seguramente están en la memoria de los folkloristas de esos años y en cada uno de los pueblos, de queridos artistas que están en mi corazón de manera entrañable: Los de Catamarca, Hamilton Aparicio, el ballet de Jovita Fernández y Manolo Rodríguez (“El Fortín”), Carlitos Martínez, el Trío Zamba, Julito Quiroga, Los Mantas que integran Rolando Zafe y Jacinto Soria, Las Voces Simples, Las 12 Cuerdas, “Paquito” Carrizo y otros a quienes pido disculpas si no los nombro ahora. A fines de los ‘80, recuerdo que “Catamarca Producciones” asume la responsabilidad de organizar el “Fuerte” de Andalgalá y aquella linda locura de invitar a cantar a Jorge Cafrune y al conjunto Los Andariegos ¡Todo un desafío por aquellos días! Por suerte, salió todo bien y el festival se hizo, pero nos jugamos una parada brava con traer a esos números que estaban en la “lista negra” de los festivales.
Estamos hablando de un grupo de folkloristas con mucho de alma bohemia y alto sentido de la solidaridad.
Totalmente. No se ganaba mucha plata, apenas si salvábamos los gastos. Y de esa manera nacieron festivales como el del Pimiento (La Merced), el Zapallo (Balcozna), el Queso (Humaya, Ambato) y otros, todo a pulmón y de puro corazón, con un grupo de amigos que colaboraban mucho. No era la plata lo que interesaba; la cuestión era abrir nuevos espacios para que el folklore siga creciendo. Fueron dos años que recorrimos muchos caminos, como cuando fuimos a representar a Catamarca y promocionar el Poncho en Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, La Rioja, Buenos Aires y otros puntos del país. 
Después, apareces en Córdoba haciendo radio y televisión.
Efectivamente. Me tomaron prueba en LV2 de Córdoba, con la suerte de que el director artístico de la emisora era a su vez el responsable de un programa que estaba a punto de empezar por la televisión de Canal 12. Y quedé conduciendo “Gran club casino” durante tres años, con un éxito realmente impresionante; era un programa de música popular.
A mediados de los ‘80, volvés a Catamarca.
En realidad, volvía para armar radio Ancasti y cuando veníamos con los muebles por la zona de las salinas, el propietario me dijo “no me gusta lo que vos haces” y quedé en la vía hasta que vino un amigo, Ramón Rosendo Ahumada y me ofreció un espacio en la mañana en FM Catamarca y gracias a Dios, me fue muy bien. 
Luego nace radio “Frontera”, un gran éxito tuyo.
Un amigo, “El Mago” Norberto Fabre, me ofrece que hagamos algo y es ahí cuando nos ponemos a trabajar en un local de la Galería Catamarca junto a Ramón Herrera y armamos Radio Frontera y logramos un éxito extraordinario. Fue como si hubiera un solo parlante por todo el centro comercial, principalmente calle Rivadavia, escuchando “Frontera”. Después, con la muerte de Fabre se disolvió la sociedad y creamos lo que es hoy radio “El Tala”, allá por el año 1996.
Como si lo señalado fuera poco, surgís como relator deportivo de muchas disciplinas deportivas.
¡Uf, hasta partidos de bochas transmitíamos! (explota en una carcajada). Empezamos con el torneo de básquetbol, en 1990, que fue el último argentino del que participa Catamarca, en zona campeonato que se juega en Jujuy. Fueron los inicios como relator de básquetbol; después me le animo al fútbol, al ciclismo, al automovilismo, al vóleibol y el boxeo.
Hasta que aparece también la política.
Siempre me gustó la política. Soy un apasionado a la hora de debatir y discutir sobre política. Tengo convicciones radicales, con figuras emblemáticas como (Hipólito) Yrigoyen, (Raúl Ricardo) Alfonsín y Humberto Illia, por ejemplo. Esto viene además por cuestiones hereditarias por parte de mi viejo, que tenía muchos libros del radicalismo histórico y en casa había una biblioteca con varios tomos de la historia radical. Admito que nunca tuve una activa participación en los comités, pero siempre me gustó el radicalismo, hasta que apareció Alfredo Gómez y me convocó al espacio Vos hasta este presente que soy el vicepresidente del GEN-Frente Progresista en Catamarca y que tiene como principal referente a Margarita Stolbizer.
Quienes te conocen pueden dar cuenta de que has mantenido a través de los años una actitud crítica con los políticos en general. ¿Qué es lo que más te molesta del político?
La hipocresía. Creo que hay demasiada hipocresía en la actividad política. Esto de que hoy se están insultando y mañana aparecen abrazados sinceramente no me entra en la cabeza y vamos a un caso puntual: nunca entendí y seguramente jamás lo entenderé que los radicales se junten con (Mauricio) Macri. ¿Cómo se explica que hombres que fueron alfonsinistas, con espíritu renovador, hoy están siendo útiles a la derecha de la política argentina? Toda la vida me dijeron que la UCR y especialmente la de la época alfonsinista, era de centro-izquierda, que era el socialismo encarnado en la figura de Alfonsín ¿Y ahora qué? Todo lo tiraron por la borda con este acuerdo con Macri. Entiendo que se pueden convenir muchas cuestiones coyunturales que tienen que ver con la actividad política, pero no podes regalar lo ideológico, los principios. Ahí está el límite. Yo no estoy diciendo si Macri es bueno o malo como persona; lo que estoy diciendo es que el pensamiento de Macri es totalmente opuesto al ser radical. Tengo la convicción de que el camino elegido por Macri para un supuesto destino mejor indudablemente no es mi camino y no entiendo cómo puede ser el camino de los radicales.
¿Qué opinión te merece lo de las elecciones Paso en Catamarca?
Hay una miserable mirada política en torno a las Paso en Catamarca. Parece que todo gira en algo demasiado mezquino: “Si me conviene ahora o no”. Todo se mueve en base a las especulaciones. Nos pasamos 20 años discutiendo si era conveniente -o no- hacer elecciones en forma conjunta con la nación y todavía hoy vivimos protagonizando la misma pelea; esto también es hipocresía. No puede estar sujeto al capricho político de alguien y tener un mamarracho de ley; todo es confuso, no hay ni la más mínima claridad. Todo es funcional, repito, a los caprichos de uno o dos “popes” de la política en Catamarca. Una vergüenza por donde se lo mire.
Fuiste protagonista, desde el punto de vista periodístico, del Caso Morales, con una visión muy particular. ¿Hoy seguís pensando lo mismo?
Humildemente, creo que cada día que pasa estoy más convencido de que tenía razón. Te cuento algo: por el Caso Morales he perdido la inmensa audiencia que tenía en la radio y no me arrepiento de nada. Y la perdí porque así decidieron jugar los empresarios de los medios, que seguramente no era el pensamiento de un periodista. Yo jugué a buscar la verdad real, cuando otros prefirieron usar el hecho de sangre como un medio de ganar seguidores y posicionamiento empresarial. Recordemos que alguien dijo en aquella época “desde la mentira no se construye una sociedad buena” y tenemos que los dos juicios fueron unos verdaderos mamarrachos que no nos permitieron conocer la verdad real o lo más próximo a ella; todo por la miseria de la política y las propias miserias humanas. Esa misma clase política fue la principal fuerza que propició la impunidad cuando no permitió que mucha gente se sentara en el banquillo de los acusados a explicar, por ejemplo, por qué se permitió ensuciar el escenario del crimen y por qué permitieron que se lavara el cuerpo de la niña y tantos “por qué” que nunca fueron aclarados. Es decir que se encubrieron muchas cosas y ello no permitió que la sociedad conozca una aproximación a la verdad. Y esto no pasó por torpeza, sino porque a alguien le convenía que no pase. Esa es la gran deuda que tiene la clase política, mezclada con la Justicia. En síntesis: hay un juicio que nunca se hizo y es el juicio al encubrimiento, que en definitiva es lo que reclama la familia Morales hasta el día de hoy. A ese reclamo nadie contesta, todos se llaman a silencio. Además, apareció a la luz algo que no estaba en el periodismo de Catamarca: el negocio del periodismo. Salimos de la pureza periodística que había y pasamos a un periodismo especulativo. Eso me dio asco.
¿Aquél periodismo, antes del Caso Morales, era mejor?
Sí, mucho más valiente. ¡Había que enfrentar al saadismo! Era muy duro hacerlo. No quiero vanagloriarme de nada, pero cuando todo el mundo era “sí Ramón”, éste que te está hablando enfrentaba con su pensamiento aquella historia que no era para nada buena. Y debo reconocer que, como yo, había dos o tres periodistas que también se atrevieron a levantar la voz para todo lo que representaban verdaderos actos de impunidad. Te cuento: un accidente previo a la muerte de María Soledad, que ocurre en la intersección de Belgrano y Salta, nunca se aclaró y ahí empezamos a ver los que intentábamos hacer periodismo en serio, que estábamos en presencia de una impunidad importante, que algo se estaba comenzando a tapar. Ese accidente, que tuvo como protagonistas a un grupo de chicas, ocurrió a fines de año y después vino el horrendo crimen de María Soledad. Quiero decir con esto que ya había un clima de impunidad.
¿Fuiste empleado público alguna vez?
No, nunca; aunque hubo un intento de hacerme locutor cuando el gobierno de Ramón Saadi armó Canal 6, pero no pasó nada.
¿Por qué?
Será porque siempre quise ser libre. Toda mi vida luché para ser independiente. Es cierto: me fue mal económicamente, pero desde lo intelectual y desde lo espiritual me hizo muy bien.
Sin duda una actitud de vida que tuvo sus costos y sus beneficios. ¿Es así?
Te diría que la vida me ha tratado bien; especialmente si lo mido desde lo afectivo, más allá de un matrimonio inconcluso, con dos hijos maravillosos y hoy de vuelta en pareja con una gran mujer que fuera mi primera novia hace 40 años. La vida me ha rodeado de amigos, de buena gente, de gente que me quiere en serio y que a Dios gracias no son pocos. Si lo miro desde ese lado, me ha ido muy bien y si lo mido desde lo económico, te diría que viví entre malas y buenas. Algunas veces me vine caminando desde Valle Viejo y de esto no hace mucho, porque no tenía para pagar el boleto del ómnibus y cuando alguien me hacía alguna pregunta porque me veía caminando, respondía que lo hacía porque estaba de régimen y quería bajar unos kilos (vuelve a soltar una risotada). Claro, había que disimular con algo, pero estaba todo bien y hoy puedo decir que estoy tranquilo con la vida; no necesito demasiadas cosas para vivir.
¿Un referente en la profesión?
En la locución y escenarios, Luis Oscar Aísa; en lo que hace a periodismo y locución, Carlos Javier Bravo y Anita Martinena, “Polita”, que también me enseñó mucho en la tarea de locutor. En cuanto al periodismo escrito en sí, he leído a muchos contemporáneos por los cuales siento un profundo respeto: (Roque Eduardo) el “Piji” Molas, el profesor (Edgard) Niño, Luis Gallo, Lito Gutiérrez, Juan Saseta; gente que era de La Unión y a su vez corresponsales de medios nacionales, dueños de una pluma importante. En Córdoba, aprendí mucho del “Negro” Víctor Brizuela, de Claudio Salinas y de Tito Paz.
Una pregunta al político: ¿Qué querés para Catamarca?
Que nos ordenemos un poco. Estamos como muy desorganizados en la visión de las cosas más trascendentes. Que nos dejemos de pelear entre nosotros y nos pongamos de acuerdo en qué queremos para la provincia y les dejemos a los jóvenes algo fundamental: la idea de que Catamarca es cuna de cultura, que tiene un pensamiento propio. Quiero que volvamos a ser la “Residencia de la simpatía”, que volvamos a ser una sociedad amigable, sin traiciones. Cuando digo que existe un pensamiento catamarqueño, me refiero al que moldearon Fray Mamerto Esquiú, Luis Franco, Felipe Varela y hoy, Armando Raúl Bazán.

Por “Kelo” Molas - Fuente www.elesquiu.com

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