Sabado
23 de Noviembre de 2024
15 de noviembre de 2015
La contienda entre Mauricio Macri y Daniel Scioli que se llevará a cabo esta noche pondrá en escena el deseo de la sociedad de dejar atrás la lógica confrontativa que fue característica de la década kirchnerista. Cómo será la estrategia de cada uno de los candidatos
La organización no gubernamental Argentina Debate se propuso inaugurar con estas elecciones una nueva tradición, y lo logró. Nuestro país ya no será uno de los pocos de la región donde no se realizan debates presidenciales. La iniciativa estuvo a punto de naufragar más de una vez, pero Hernán Charosky, coordinador del proyecto, y el comité estratégico que lo acompañó durante estos largos meses, nunca se dieron por vencidos. Contra todo pronóstico, lograron el debate de cinco de los seis candidatos presidenciales que compitieron en la primera vuelta y de ambos candidatos al ballotage.
Hace más un año, Argentina Debate organizó en la misma Facultad de Derecho que hoy reunirá a Mauricio Macri y Daniel Scioli, una reunión donde estuvieron Janet Brown y Marty Slutsky, presidenta y productor ejecutivo de la Comisión de Debates Presidenciales de Estados Unidos, donde los debates son obligatorios por ley; Ricardo Solari, presidente de la Televisión Nacional de Chile, que tiene debates presidenciales que se transmiten en acuerdo con todas las cadenas de televisión; Javier Portocarrero, director del CIES, de Perú, país donde los candidatos debaten desde el 2006; Fernando Masi, miembro de Paraguay Debate, que logró la discusión de los candidatos por primera vez en ese país en el 2013; y Ricardo Boechat, director periodístico de la Red Bandeirantes, quien relató la experiencia de su país, donde los debates se vienen realizando desde 1989 y son realizados por cada cadena de televisión.
En ese encuentro, Charosky dijo que "el primer cambio significaría tenerlos a todos los candidatos en un mismo espacio físico y debatiendo ideas, algo que parece sencillo, pero es un mínimo gesto de civilidad que la Argentina no consiguió realizar". Hasta ahora.
EL DEBATE ES LA METÁFORA PERFECTA DE LA ARGENTINA QUE VIENE.
El debate presidencial es la metáfora perfecta de la Argentina que viene. El escenario es nuestro país, y si aceptamos compartirlo es porque no sentimos al otro un enemigo, aunque piense distinto, y se pueden confrontar ideas, sin tener la tentación de eliminar o desaparecer al otro. Tal vez, incluso, del debate sea posible aprender o considerar nuevos aspectos que no se habían contemplado antes.
Pero el debate conlleva algo más: la existencia de reglas consensuadas, que no es posible cambiar sin discutirlo previamente, no solo con el contricante, sino también con la sociedad civil, Argentina Debate, que hace las veces de justicia, y los moderadores que son periodistas de distintos medios, y representan al conjunto de la opinión pública.
Solo por el hecho de que Macri y Scioli compartan el mismo escenario, se den la mano al comenzar y al terminar, y acepten reglas que no se pueden violar, salvo que se esté dispuesto a pagar un alto costo frente a los ojos de una audiencia que seguramente será récord, Argentina ya cambió. Es un acto de civilidad sencillo y contundente, pero imposible hasta ahora, porque el que iba adelante en las encuestas no tenía la suficiente vocación democrática como para arriesgarse, ni un electorado o sociedad civil que se lo exigiera.
En efecto, Macri pudo negarse. Su equipo de comunicación evaluó la posibilidad de apelar a la tradición argentina, la que dice que el que va ganando en las encuestas no acepta debatir. Pero no tenía margen, porque una parte importante de sus votantes son los que forman esa poderosa sociedad civil que se viene expresando con fuerza desde el 13 de setiembre de 2012, cuando se iniciaron los cacerolazos y las sucesivas movilizaciones (8 de noviembre de 2012, respaldo al fiscal Campagnoli, repudio a la muerte del fiscal Nisman, entre varias otras), que pusieron límite a Cristina Kirchner y a sus intentos por domesticar a la justicia y los medios de comunicación independientes.
Lo curioso es que Macri representa a esa sociedad civil que se movilizó en todos los grandes centros urbanos del país sin banderas partidarias y con demandas institucionales, pero en la noche del 9 de agosto le habló a los que no lo habían votado, y se expresó a favor de la YPF estatal, la Aerolíneas Argentinas también en manos del estado, y volvió a ratificar que continuaría con la Asignación Universal por Hijo y todos los planes sociales que fueron lanzados por Cristina. O sea, le habló a los que no lo habían votado.
Por el contrario, Scioli no logra hablarle a los no lo votaron. Se mostró como un garante de la continuidad del modelo, estigmatizando a su opositor, apelando a consignas que el kirchnerismo duro repite sin la necesidad de chequearlas con la realidad y mostrándose cada vez más enojado. Pero ni con el miedo que transmiten sus palabras logra sumar demasiados nuevos votantes y, según indican todas las encuestas, lo único que aumentó en un porcentaje importante es la cantidad de personas que "nunca lo votarían".
SCIOLI TIENE COMO OBJETIVO ARRINCONAR A MACRI PARA QUE NO TENGA TIEMPO DE EXPLICAR SUS PROPUESTAS.
Está claro que, esta noche, Scioli tiene como objetivo arrinconar a Macri, sacarlo de su centro y hacerlo equivocar. Su estrategia está dirigida a obligar al candidato de Cambiemos a defenderse, para que no tenga tiempo de explicar sus propuestas. Imaginó tirarle vínculos con un empresario del juego, pero le pareció riesgoso, ya que se trata de alguien que aporta a su propia campaña.
Además, Macri estará en el mismo escenario, y también tiene batería pesada para desplegar en caso de que sea necesario, aunque no es lo que quiere. Es que Scioli necesita ganar el debate, pero a Macri le alcanza con empatar, por lo tanto, no le encuentra sentido a jugar fuerte, salvo que las condiciones lo exijan.
Cuando termine el debate, se dará inicio a la última semana de campaña, también inédita en la historia, porque es la primera vez que se realiza un ballotage para elecciones presidenciales. Contra todo pronóstico, Argentina está llegando al final de un proceso que parecía imposible. Pocos de los que no comparten el relato kirchnerista creyeron posible llegar a esta instancia en condiciones de relativa calma. Tampoco fue sencillo imaginar cómo sería el día en que Cristina entregaría la banda presidencial, pero ese día se acerca, y todo indica que será una jornada mucho más normal de lo jamás imaginado. Otro síntoma de que Argentina ya cambió.