Viernes 19 de Abril de 2024

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17 de octubre de 2015

La muerte de un músico en Rosario reavivó el debate sobre las condiciones de los shows

Días atrás, el bajista Adrián Rodríguez recibió una descarga eléctrica mientras tocaba en un bar junto a su banda “Raras Bestias” y falleció prácticamente en el acto.

El ambiente musical de Rosario permanece en shock por la muerte del bajista Andrián Rodríguez, sucedida el fin de semana pasado sobre el escenario del Café de la Flor, donde brindaba un show junto a su la banda “Raras Bestias”.

Según informaron investigadores del caso, el cantante del grupo recibió una descarga eléctrica del micrófono y logró deshacerse del mismo arrojándolo, pero el bajista fue alcanzado por el artefacto causándole la muerte prácticamente en el acto.

 

Entre el dolor, volvió una discusión postergada en Rosario sobre la precarización laboral de los músicos, las condiciones que aceptan para poder tocar y que son impuestas por los dueños de los bares y los organizadores de shows; que representa la otra cara del entusiasmo y el sacrificio de los artistas por difundirse, cueste lo que cueste.

Diversos músicos de la ciudad dialogaron con el Semanario El Eslabón y dieron cuenta de esta situación y, en paralelo, de las responsabilidades indelegables que le caben al Estado.

“Yo venía de tener un problema con una descarga, con esa inducción que tienen los micrófonos. Y me shockeó mucho pensar que me podía haber pasado a mí o a cualquiera. Me da mucha pena que le pase algo así a algún compañero, pensé que esas cosas estaban muy lejos de que pasen”, contó Coki Debernardi, líder de Los Killer Burritos, a el eslabón sobre la muerte de Adrián Rodríguez en el Café de la Flor.

Respecto de quienes decían que se trata de “una tragedia del under”, analizó: “arriba del escenario no hay mejores o peores según la experiencias o los discos que sacaste, la vida ahí vale igual. La dignidad de los músicos no vale por los discos que grabaste, es una cuestión humana, de la sociedad. Si por tener alguna chapa uno puede exigir alguna cosa más que otra personas, la termina pagando alguien que recién arranca y que no tiene que saber de electricidad”, dijo Coki.

En esta línea, contó las condiciones de trabajo, situaciones abusivas y adversidades a las que un músico debe enfrentarse para poder subirse a un escenario. “El músico está cascoteado antes de llegar al bar, viendo la cantidad de entradas para vender o pagando para ser soportes de otras bandas. Y cuando llega al bar, tiene que transar con un montón de otras cosas”, graficó.

A Ani Books, que desde hace tres años es vocalista de Ani Book & Freaking Neeples y Lima Sur, la noticia también la indignó. “Nos duele, pero es como una crónica anunciada. Son muchos años de desidia, te encontrás con muchas injusticias en los locales nocturnos”, comentó la cantante, al mismo tiempo expresó la necesidad y el deseo de que los músicos de Rosario se puedan organizar colectivamente y reclamar mejores condiciones de trabajo.

Las anécdotas de haber sufrido descargas eléctricas, se repiten en los entrevistados. Al respecto, desde el Qbil, anunciaron que van a programar charlas de capacitación en cuestiones de electricidad relacionados con los equipos.

Controles y una ordenanza municipal, foco de críticas

Por otra parte, los rosarinos se refirieron a la reformulación pendiente de una ordenanza ya obsoleta, que regule espectáculos nocturnos y las actividades culturales en la ciudad. “La Municipalidad sólo aborda el tema desde el punto de vista de los negocios y los bares”, apuntó Andrés “Polaco” Abramowski, cantante y guitarrista de El Regreso del Coelacanto, además de periodista y presidente de la asociación civil Qbil, que nuclea a músicos independientes.

El artista asegura que “todos están fuera de foco” porque insisten con que “para ver recitales tenes que estar sentado” y reclama el cajoneo de proyectos de ordenanzas presentadas ya redactadas.

“Yo creo que la muerte de este músico es la consecuencia de una cadena de situaciones que tendríamos que analizar todos. Los músicos, los espacios y por supuesto el Estado, ni hablar, con ese único rol que tiene de ser policía y no de garantizar seguridad. Me da la sensación de que esto en algún momento, desgraciadamente iba a pasar y es una locura”, opinó Mariano Brizuela es socio y responsable legal del espacio cultural Distrito Siete (D7).

“La Municipalidad lo que quiere es que la gente no baile y no fume adentro. Las cuestiones técnicas de los espacios se controlan únicamente cuando tenes que tramitar la habilitación. No es que un inspector viene, agarra la planilla y dice vamos a controlar los disyuntores. Lo que por ahí te pueden llegar a pedir es que tengas matafuegos, como algo de extrema seguridad. No hay protocolo, eso es lo que nosotros relevamos. Queda a criterio de cada inspector. En ese punto los inspectores están descubiertos. No saben bien qué tienen qué controlar, cuando llegan al nuestro no saben qué pasa. La Municipalidad está sólo abocada a controlar la tergiversación de rubro”, contó Brizuela.

Como local que integra Espacios Culturales de Rosario (Ecur), el D7 participa en la elaboración de un proyecto de ordenanza que estipula la creación de Club Social y Cultural, que contempla los espacios emergentes de la ciudad que no tienen cabida en la norma vigente. “Desde las primeras reuniones del Ecur venimos planteando cuáles son los derechos de los espacios culturales pero también cuáles son las responsabilidades”, resaltó Brizuela. (InfoGEI) Ga

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