Viernes 19 de Abril de 2024

ACTUALIDAD

18 de abril de 2021

Cierre del Septenario por el 130° aniversario de la Coronación Pontificia de la Sagrada Imagen

Miles de fieles vivieron desde sus hogares el paso de la Virgen Morena

En la tarde del domingo 18 de abril, se llevó a cabo la Solemne Procesión en honor de Nuestra Madre del Valle, marcando el cierre del Septenario por el 130° aniversario de la Coronación Pontificia de la Sagrada Imagen, en este año dedicado a contemplar a San José y a Fray Mamerto Esquiú.

Por tercera vez consecutiva, la profunda devoción a la Virgen Morenita se vivió con intensidad desde los hogares, a través de la transmisión de los medios de comunicación social y de las redes sociales, debido a la pandemia, que obligó nuevamente a realizar este acto público de fe sin la presencia de fieles. Incluso sin la ausencia del Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc -aislado preventivamente por ser contacto estrecho de caso de Covid 19-, quien acompañó este momento con su mensaje final a través de un video.

La tarde soleada brindó el marco luminoso a una jornada cargada de emoción, que comenzó con un momento previo de homenaje virtual para decirle: ‘Aquí estamos, Reina del Valle, queremos ser las perlas de tu Corona’.

Minutos antes de las 17.00, la imagen de San José fue llevada hasta el Paseo de  la Fe, precediendo la salida de la Imagen cuatro veces centenaria de la Virgen del Valle de su Santuario, en brazos del Vicario General, Pbro. Julio Murúa, acompañado de los diáconos, y escoltada por la Guardia de Honor de los Bomberos de la Policía de la Provincia.

La Cruz procesional inició la marcha, seguida por un puñado de sacerdotes de la diócesis y otros visitantes, y diáconos, a raíz del estricto protocolo.

Estuvieron presentes el Gobernador, Lic. Raúl Jalil; el Intendente de San Fernando del Valle, Dr. Gustavo Saadi; el presidente provisorio de la Cámara de Senadores, Prof. Oscar Vera, representantes de la Justicia Provincial y de las Fuerzas de Seguridad Provincial y Federal.  

Integrantes de la Brigada contra Incendios Forestales y de Defensa Civil -con sus coloridos uniformes amarillos y naranjados- tuvieron el privilegio de llevar en sus hombros a la Patrona de Catamarca, en el inicio de la Procesión, siendo luego relevados en el trayecto alrededor de la plaza 25 de Mayo, sucesivamente, por miembros de la Guardia de Infantería y Grupo Kuntur de la Policía de la Provincia, Policía Federal y Servicio Penitenciario Provincial.

Mientras la Imagen bendita avanzaba, se fueron desgranando los misterios del Santo Rosario, pidiendo por todas las intenciones que llegaron a través de las redes sociales, especialmente por quienes están sufriendo en sí mismos o en sus familias esta pandemia. Plegarias que fueron matizadas con las canciones interpretadas por el Ministerio de Música Yanai. También se rezó la Oración por la Beatificación de Fray Mamerto Esquiú.

Tras una hora de caminata, cuando la Imagen arribaba a la esquina de Sarmiento y República, se vivió una emotiva escena al ver a Cristo Sacramentado ir hacia su Madre y su padre adoptivo. Llegando al Paseo de la Fe echaron a vuelo las campanas, cuyo sonido se confundía con vivas y aplausos.  

 

Una reflexión testimonial

En el saludo final, hecho llegar a través de un video, Mons. Urbanc recordó que en estas fiestas de conmemoraron los 130 años de la coronación pontificia de la sagrada imagen de la Madre del Valle, “la que tanto bien hace mirar y contemplar, pues en ella podemos sumergir nuestros pensamientos y confiar los sentimientos más profundos del corazón. Tenemos la confianza que nos comprendes, escuchas e intercedes por nosotros ante Dios, nuestro Padre y Señor. Muchas gracias por estar junto a tu pueblo, junto a tus hijos e hijas, junto a los más necesitados, junto a los niños y ancianos, junto a sanos, enfermos y moribundos, junto a los seminaristas, consagrados/as, diáconos, sacerdotes y obispos, junto a quienes fungen el servicio de la autoridad en nuestra sociedad a través de los tres poderes, junto a los médicos y personal de enfermería que tanto se vienen entregando en este largo año de pandemia, junto a los servidores del orden, junto a tantos empleados en diversos ámbitos de trabajo, junto a los docentes que se prodigan para mantener viva la educación de nuestros niños, adolescentes y jóvenes y junto a nuestros queridos papás y mamás abrumados por tantas tareas, limitaciones y necesidades. A todos, querida Mamá Achachita, danos la gracia de crecer en fe, esperanza y caridad; que todos anhelemos la santidad como la trabajó nuestro querido fray Mamerto Esquiú; que tengamos la dicha que este año se concrete el rito de su beatificación al que nos estamos preparando con mucho entusiasmo y expectativas”.

En relación con su ausencia en estas celebraciones, manifestó: “Tú sabes que no pude participar presencialmente en este septenario debido a tener que estar aislado por contacto estrecho. Estos días estuve rezando por tantos hermanos y hermanas que estuvieron, están y estarán en la misma situación. Al vivirlo uno comprende mejor al que lo padece y se percata de lo que pasa por la mente y la interioridad del aislado, contagiado y de los que cuidan. Las horas se vuelven eternas, los miedos y dudas angustian, la soledad se vuelve cruel, pero están los vecinos, conocidos, amigos y personal de salud que te alientan y se interesan por tu bienestar. El poder rezar con más tiempo y sin apuro me ha hecho mucho bien. La oración y, sobre todo, el estar frente a Jesús sacramentado, serena el espíritu. La celebración de la Santa Misa ofrecida por los enfermos, moribundos y difuntos, reconforta el alma y acerca el cielo a la tierra”. Y agregó: “Todos tus devotos sabemos que estás muy cerca nuestro en estas horas difíciles y que nos acompañas como lo hiciste con tu Hijo Jesús cuando le llegó la hora de padecer, morir y resucitar por nuestra salvación”. 

Más adelante, el Obispo dirigiéndose a la Virgen manifestó: “Te pido, desde lo más profundo de mi corazón, que nos consigas de parte de tu Hijo Amado la gracia de tener paciencia, de tratarnos bien los unos a los otros, de confiar más en Dios, de sabernos cuidar al estilo de tu querido esposo san José, de purificar nuestra escala de valores tanto en lo personal como en lo social, de mirarnos cada uno muy adentro y de reconocer aquello que no condice con nuestra dignidad de bautizados para lograr una profunda purificación a la luz de la Palabra de Dios, de la fuerza renovadora de los Sacramentos y del ejercicio de una caridad auténtica”.

“Gracias… Gracias… Gracias, querida Morenita del Valle, por estar y acompañarnos con tu mirada tierna y silenciosa desde tu camarín y desde tantas imágenes que pululan a lo largo y ancho de la provincia y la nación, en nuestros hogares, grutas, caminos, colgantes, mantos, estampas, etc. Con lágrimas en los ojos y con la voz entrecortada me hago eco, una vez más, de tantos y tantas que te invocan y claman por tu soberano auxilio, pues, jamás se oyó decir que alguno que haya recurrido a Ti, haya sido desoído o abandonado. Tú siempre nos alcanzas la gracia que necesitamos, aunque a nosotros nos parezca que nada recibimos. Pero estoy convencido que el mejor regalo que a diario recibimos es tenerte por Madre, Reina e Intercesora ante la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, a quien sea la gloria, la gratitud y la alabanza por los siglos de los siglos. Amén”, concluyó su saludo el jefe y pastor de la Iglesia de Catamarca.

Al finalizar el mensaje del Obispo, el Rector del Santuario y Catedral Basílica, Pbro. Gustavo Flores, leyó las condiciones previstas para la Bendición Papal, con indulgencia plenaria en la forma acostumbrada por la Iglesia, a los presentes y a quienes siguieron esta celebración  a través de los medios de comunicación social y de las plataformas digitales. Seguidamente, el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Murúa, impartió la bendición con el Santísimo.

Luego se entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino y el Himno a Catamarca, interpretados por la Banda de Música de la Policía de la Provincia, tras lo cual se concretó el arriamiento de la Enseña Nacional, ubicada en la Plazoleta de la Bandera del principal paseo público de la ciudad capital.

El “Adiós, Reina del Cielo” resonó con fuerza mientras la Sagrada Imagen era conducida hacia su Camarín, donde permanecerá hasta las próximas fiestas de diciembre en que bajará una vez más para colmar de bendiciones y recibir el amor de sus hijos.

 

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