Greenpeace expone una ciudad pesquera en alta mar
Según la organización ambientalista, se pudieron identificar 270 buques este pasado martes 12.
Revelan una ciudad de buques pesqueros al límite de la zona económica exclusiva (ZEE) argentina, específicamente en el Agujero Azul.
Entre la oscuridad de la noche la luz que resalta en la satelital desde alta mar es tan notoria como la del Gran Buenos Aires. Desde el Agujero Azul, a lo largo de la plataforma continental patagónica, lugar que reúne un ecosistema marino único, Greenpeace monitorea la zona donde llegan más de 500 buques pesqueros al año para aprovechar el vacío legal de las aguas internacionales. La falta de regulación de las aguas fuera de la ZEE lleva a los pesqueros a incurrir en irregularidades como iniciar la actividad a partir de diciembre, fuera de las temporadas dictaminadas por el Consejo Federal Pesquero que considera las medidas de conservación y designa la operación para mediados de enero.
Según Luisina Vueso, coordinadora de la campaña de Greenpeace por la protección del Mar Argentino, “estas imágenes muestran una vez más la urgente necesidad de proteger el Mar Argentino. Este año los gobiernos del mundo deben tratar en las Naciones Unidas el Tratado Global por los Océanos que permita la creación de una red de santuarios oceánicos en aguas internacionales, siendo el Agujero Azul parte de esta red. En complementariedad con este tratado, el cual Argentina ha estado impulsando y liderando en este sentido a los países de la región, existe un proyecto de ley para la Creación de un Área Marina Protegida Bentónica en el Agujero Azul, la cual sería una primera medida para asegurar la protección del Mar Argentino, su rica biodiversidad y sus ecosistemas. La sanción de esta ley está pura y exclusivamente en manos de nuestros legisladores.”
A través de su expedición por el Atlántico Sur, el barco Esperanza de Greenpeace llegó al Agujero Azul en 2019 y pudo evidenciar un descontrol pesquero al límite de la zona económica exclusiva (ZEE) argentina, donde encontró ecosistemas marinos devastados, contaminación, desregulación y violación a los derechos humanos. Desde entonces la organización monitorea la zona.
“La intensidad de la actividad pesquera establecida desde hace ya 50 años en esta región amenaza el hogar de animales en estado frágil y en peligro de extinción que se instalan allí para alimentarse pero se ven forzados a convivir con estos depredadores insaciables, los buques pesqueros. Además, la intensidad de esta práctica es tal que se evidencia un suelo marino devastado y contaminado por residuos que tiran al mar”, sostuvo Vueso.
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