Sábado 23 de Noviembre de 2024

CORONAVIRUS

31 de mayo de 2020

Parece la época de la lepra, dice un camionero que cruza el país llevando alimentos

En la ruta, el mendocino Eduardo Pascual vivió discriminación y contratiempos. Pero se siente orgulloso de ser “parte del engranaje para que el país no colapse”.


El mendocino Eduardo Pascual (35), casado desde hace 16 años con Cecilia, en una familia ensamblada y padre de tres hijos, ha transitado las rutas argentinas desde que se dictó el aislamiento social obligatorio por la pandemia del coronavirus. Es chofer de camiones de la empresa Messina.

“Viajé a principios de semana con mercadería a Buenos Aires. Retorné el jueves a Mendoza y al día siguiente salí para Chile”, contaba hace unos días a Clarín vía WhatsApp, el único medio de conexión que ha tenido en los últimos días con su familia. Pero no baja los brazos.

Fuera de lo que podía ser un momento tranquilo para movilizarse por la orden nacional de aislamiento obligatorio, el chofer ha padecido discriminación, contratiempos y la incertidumbre de la posibilidad de contagio. “En seis horas de viaje, encontré un solo minimarket abierto y una sola estación de servicio que nos dejó ir al baño. Parece la época de la lepra”, ironiza el chofer, sobre su experiencia en la ruta en la primera semana de cuarentena.

El camionero mendocino Eduardo Pascual.

Transportó un cargamento de puré de tomate desde la localidad Salto de las Rosas, en el municipio de San Rafael, hacia la comuna de Saladillo, provincia de Buenos Aires. Al llegar al pueblo, los vecinos lo denunciaron por haberse estacionado en la calle. “Leyeron el cartel de la empresa donde dice que hacemos viajes a Brasil, Paraguay, Bolivia y Chile, y pensaron que venía infectado. Pero yo había salido de mi casa en Guaymallén, Mendoza”, comenta.

La mercadería va a grandes cadenas de supermercados. “Por primera vez, como medida de prevención, no nos han dejado bajar del camión cuando llegamos al depósito a descargar”, dice admirado.

La inseguridad en la ruta, los cortes (solo pueden transitar por ruta 7) y los pueblos que “parecen fantasmas” también lo inquietan. Su empresa le otorgó guantes, cloro, alcohol en gel, paños para limpiar y, antes de partir, recibió una capacitación en Seguridad e Higiene. Y cuenta que por temor a estar infectado cuando regresa de un viaje, se baña en la empresa y se cambia la ropa "antes de entrar a casa”.

Eduardo, conversando con otros camioneros en la ruta.

En camino al sur de Chile a entregar un cargamento de almidón para alimentar peces, reflexiona: “No tengo miedo, tengo fe y creo que de esta vamos a salir, tomando los recaudos. Me siento orgulloso de ser parte de un engranaje para que el sistema no colapse”.

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