"A cualquier costo". De esa manera intentarán Estados Unidos y Corea del Sur "forzar la desnuclearización" norcoreana, tras el lanzamiento del nuevo misil intercontinental que el gobierno de Kim Jong-un realizó esta semana y que, según advirtieron desde Pionyang, puede llegar a cualquier punto del territorio yanqui.

El presidente Donald Trump dialogó con su par de Seúl, Moon Jae-in, sobre "los nuevos pasos para responder a la reciente provocación". "Los presidentes reiteraron su fuerte compromiso para mejorar las capacidades de disuasión y defensa de su alianza" y hablaron sobre "cómo imponer la máxima presión posible al régimen" de Kim, detalló un comunicado de la Casa Blanca.

"Los dos líderes reafirmaron su rotundo compromiso de forzar a Corea del Norte a regresar al camino de la desnuclearización a cualquier costo", concluyó.

No quedará nada
En medio de la tensión generada por el ensayo, la embajadora yanqui ante las Naciones Unidas, Nikki Haley, fue más contundente: "En caso de guerra, Corea del Norte será completamente destruida". "El dictador de Corea del Norte tomó una decisión que pone al mundo más cerca de entrar en guerra, no al revés. Nunca hemos buscado una guerra con  Corea del Norte y al día de hoy no la queremos", siguió, antes de advertir que "si se desatara una guerra, será por las continuas agresiones de Pionyang".

Por último, la diplomática expresó que todos los países del mundo "tienen en sus manos hacer uso de su poder para aislar y revertir el curso tan peligroso de los acontecimientos" y agregó que si las autoridades norcoreanas eligieran "el camino de la paz, el mundo vivirá tranquilo".

Sin embargo, en Corea del Norte no se hacen eco de estas advertencias y celebran el éxito del lanzamiento del misil Hwasong-15, el miércoles pasado, que, según expresaron, es capaz de llegar e impactar en cualquier punto del territorio estadounidense. La mecha sigue encendida, es más corta y cada vez tiene más riesgo de explotar.