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INSOLITO
29 de enero de 2017
La familia argentina Zapp, integrada por Herman, Candelaria y sus cuatro hijos, que desde hace 17 años viaja por todo el mundo en un coche de época, ha llegado a Barcelona.
Los Zapp piensan recorrer España hasta la primavera, antes de emprender viaje hacia Holanda, Reino Unido, Italia y Grecia, las últimas paradas de un recorrido que ha pasado por los cinco continentes, cuenta un cable de la agencia española Efe.
Herman y Candelaria dejaron la bonaerense localidad de Los Cardales, en el partido de Exaltación de la Cruz, por primera vez para recorrer la distancia entre Buenos Aires y Alaska en seis meses, pero lo que debía ser una aventura de medio año se alargó "17 años y cuatro hijos", según ha explicado Herman en declaraciones a Efe, que reconoce que durante este tiempo no pudieron "parar de viajar".
Su compañero de viaje ha sido durante todo este tiempo un coche de época, un Graham-Paige de 1928, que les llevó por todo el continente americano primero, luego a través de Australia y Nueva Zelanda, por tierras asiáticas desde Japón hasta la India, África de norte a sur y finalmente Europa, por donde han entrado a través de Turquía.
El vehículo, que lo compraron de casualidad antes de dejar Argentina, "parecía que iba a ser el problema", recuerda Herman, "pero fue la solución", y tanto ha cruzado el Amazonas como ha atravesado el desierto.
Herman asegura que encontrar recambios para su coche antiguo no es tan difícil como parece, y explica que, precisamente en Barcelona, han podido reparar una rueda gracias a que el propietario de una colección de coches de época de Granollers (Barcelona), que los alquila para cortejos nupciales, se les acercó por curiosidad.
El vehículo cuenta con una caja llena de libros para los niños en el asiento trasero, y carga con un baúl que contiene juegos, utensilios de cocina, y el libro ‘Atrapa tu sueño’, escrito por los padres y cuya venta es actualmente la fuente de ingresos de la familia.
Herman y Candelaria se conocieron cuando tenían 14 años, y se prometieron que, cuando se casaran, emprenderían el viaje, una promesa que han acabado cumpliendo con creces: "si lo hubiera pensado antes de salir, no dejaba mi casa", ha reconocido la madre a Efe.
"Teníamos tres sueños -recuerda Candelaria- vivir en el campo, tener una gran familia y viajar mucho", y se declara contenta de haber cumplido al menos dos de ellos, aunque admite que "nunca" se imaginó "teniendo a niños en el viaje".
Los cuatro hijos de los Zapp, auténticos trotamundos que llevan toda su vida viajando, han nacido en cuatro países distintos: Estados Unidos, Canadá, Australia y únicamente uno nació en Argentina, adonde cada tres años regresan para permanecer tres meses.
Los niños estudian por la mañana, una "pequeña rutina" dentro del viaje que impone Candelaria, que es la encargada de educarlos a distancia y prepararlos para los exámenes que hacen cada dos meses.
"Llevamos a los niños a la NASA a ver una nave espacial", resalta Candelaria, que considera que sus hijos aprenden mucho de forma "práctica" durante el viaje, sobre "diferentes religiones" y culturas, por ejemplo, gracias a que conocen a las personas de las distintas casas donde se han alojado.
La familia Zapp ha viajado alojándose mayoritariamente en casas de personas solidarias que les acogían desinteresadamente, como ahora en Barcelona, y Candelaria asegura que la gente que han conocido en las más de 2.500 casas donde han dormido es "lo más lindo" del viaje.
"Cuando salimos de Argentina nos dijeron que fuéramos con cuidado -rememora el padre-, pero nunca nos dijeron que siempre va a haber gente que va a estar ahí en el momento justo".
Herman asegura que sólo han sufrido un intento de robo, en Mozambique, cuando se llevaron su ordenador, aunque al día siguiente la gente del pueblo les ayudó a recuperarlo.
La familia Zapp ha decidido poner punto y final al largo viaje antes de que acabe 2017 y regresar a su casa de Argentina porque los padres quieren que "los niños tengan los dos estilos de vida", según Candelaria, para que luego puedan elegir por ellos mismos cómo prefieren vivir.
Candelaria sabe que les "va a costar" cambiar de vida, pero quiere disfrutarlo y aprovechar para escribir más libros sobre sus aventuras, "una manera de que el viaje no termine".
"Me gusta mucho llegar a lugares nuevos", exclama Pampa, el hijo mayor, de 14 años, "pero sé que también me va a gustar mucho hacer amigos fijos" y ver a sus familiares.
"Crecieron en un sueño y vieron cómo ese sueño se iba cumpliendo", se complace Herman, que espera que su ejemplo haga que sus hijos "no tengan miedo a ir a por sus propios sueños". (InfoGEI)Jd